“Argentina es mi tierra. No hay un solo día en que no la tenga presente”, afirma Miguel Ángel Solá, con una emoción que atraviesa cualquier distancia. Desde Madrid, el legendario actor argentino se prepara para regresar a su país natal, donde encabezará la obra “Mi querido presidente” junto a Maxi de la Cruz. El estreno será el día 10 de Enero en el Teatro Apolo, producida por RGB Entertainment. Este regreso no es solo una cita laboral, sino un viaje al corazón de sus raíces, a un territorio que define como “parte de mi corazón y del cerebro que piensa Argentina todo el tiempo”.
A sus 74 años, Solá no pierde el entusiasmo por enfrentarse al público argentino, al que describe como uno de los más exigentes del mundo. “Es un desafío porque es un público que está acostumbrado a ver muy buen teatro y muy buenos actores. Tenés que estar a la altura de las circunstancias, hagas lo que hagas”, asegura, mientras anticipa con ilusión el estreno en Buenos Aires.
Para Miguel Ángel Solá, hablar de Argentina es hablar de su hogar, de un lugar que nunca ha dejado de habitar en su corazón y a quien como un espacio de contrastes, donde el caos y la creatividad parecen ir de la mano. “Algunos decían que era maravilloso crear en Argentina porque te aseguraba el caos. Yo no estoy tan seguro de que el caos sea necesario para crear, pero en todo caso, es uno de los condimentos de la creatividad”, reflexiona el actor.
Sin embargo, Solá también reconoce los desafíos de vivir en el país. “Argentina no asegura un lugar tranquilo para el artista, sino un lugar lleno de desafíos”, dice, y señala cómo las dificultades económicas y sociales han marcado la carrera de muchos artistas. A pesar de ello, resalta la capacidad del país para seguir produciendo talento. “Tenemos unos profesionales maravillosos y seguimos produciéndolos a pesar de los saltos que da Argentina. Es un país que te da la posibilidad de creer. Y creer es sinónimo de crear”, sostiene.
Para el actor, regresar a Argentina es siempre una mezcla de emociones. Habla del país como si fuera un viejo amigo con virtudes y defectos, alguien a quien siempre es imposible dejar atrás. “Estar en Argentina es estar en mi casa, con todos los problemas de mi casa: peleas, alegrías, tristezas, felicidad por lo que le va bien al otro, felicidad porque a uno le va bien”, describe. Y es que, más allá de cualquier adversidad, Solá insiste en que su vínculo con Argentina es inquebrantable: “Argentina es parte de mi corazón y de mi cerebro, que piensa en ella todo el tiempo”.
El público argentino: un desafío y un privilegio
Si hay algo que Miguel Ángel Solá tiene claro, es que enfrentarse al público argentino nunca es una tarea sencilla. “El público argentino es particular, muy particular. Es un desafío porque está acostumbrado a ver muy buen teatro y muy buenos actores. Entonces, hagas lo que hagas, tenés que estar a la altura de las circunstancias”, afirma con respeto y admiración hacia los espectadores de su tierra natal.
El actor describe a los argentinos como un público fervoroso, apasionado y profundamente involucrado con el hecho teatral. “El público argentino participa del hecho teatral. Sale del teatro y después conversa sobre lo que vio. No se distrae en otra cosa. Primero es lo primero, y lo primero es el teatro”, explica. Esa relación intensa con las artes escénicas tiene raíces culturales que Solá considera fundamentales: “Mi generación, al menos, creció creyendo en determinados principios. El trabajo y el estudio hacen del hombre hombre, lo completan. Pertenezco a una generación que creyó en el teatro”.
A pesar de los cambios que ha traído la era digital, Solá destaca que el público argentino sigue siendo un fenómeno único. “El mundo ha cambiado con la digitalización. Ahora todo es rápido, inmediato, pero a través de eso se ha perdido el mano a mano, el cara a cara. Sin embargo, el público argentino conserva esa magia. Es un público que va en manadas al teatro. Millones van al teatro en relación a otros países, y el consenso cultural que ha logrado el teatro en Argentina es enorme”, comenta con orgullo.
Ese fervor cultural, sin embargo, también implica una mayor exigencia. Para Solá, cada presentación frente a los espectadores argentinos supone una oportunidad para dar lo mejor de sí mismo. “Es un público que está acostumbrado a lo mejor. Siempre hay una vara alta que alcanzar. Por eso, para mí, volver a actuar frente a ellos no es solo emocionante, también es un reto que tomo con entusiasmo”, admite.
Para un actor que se formó en los escenarios argentinos, regresar y reencontrarse con ese público que tanto valora es, sin duda, un privilegio. “El teatro en Argentina siempre ha sido parte de nuestra identidad. Es nuestra tradición, nuestra cultura, y sigue siendo uno de los mayores orgullos que tenemos como país”, concluye Solá.
Aunque su formación y trayectoria lo han consagrado como uno de los grandes actores dramáticos de Argentina, Miguel Ángel Solá hoy disfruta explorando nuevos registros en el escenario. Su incursión en la comedia ha sido recibida con entusiasmo, tanto por el público como por él mismo. “Me formé como actor dramático y ahora se me da la oportunidad de hacer comedia. Yo creo que la estoy haciendo bien, me divierto mucho y la paso muy bien con Maxi”, dice, refiriéndose a su compañero de elenco, el uruguayo Maxi de la Cruz.
En su nueva obra, “Mi querido presidente”, que se presentará próximamente en Buenos Aires, Solá promete llevar al público una mezcla de risas y reflexiones. “La obra es muy divertida. No es de carcajada limpia todo el tiempo, pero sí es de sonrisa constante. La gente está sonriéndose durante toda la obra y, de vez en cuando, estalla en carcajadas”, asegura.
El actor no escatima elogios hacia su compañero de escena. “El trabajo de Maxi es sensacional. Está fantástico. Me encanta como actor, me encanta como compañero, y la paso muy bien trabajando con él”, afirma, destacando la química que ambos han logrado construir en el escenario. Esa complicidad no solo ha contribuido al éxito de la obra, sino que también ha sido una fuente de satisfacción personal para Solá.
Después de haber presentado la obra en Punta del Este, Uruguay, el equipo ahora se prepara para enfrentar al público argentino. Y para Solá, esto representa una motivación especial. “Los aplausos en Punta del Este han sido muy fuertes, muy sinceros, y la gente llenó el teatro. Ahora, frente al público argentino, queremos lograr lo mismo: hacerlos reír, emocionarlos y, al mismo tiempo, pincharlos un poquitito”, comenta con entusiasmo.
La experiencia de volver a su tierra para compartir este proyecto lo llena de expectativas y alegría. “Estoy muy feliz de estar acá, de poder mostrar este trabajo al público argentino, que siempre te exige lo mejor. Pero también te da algo maravilloso: la conexión directa, la energía que te impulsa como actor a darlo todo en el escenario”, concluye.
Para Miguel Ángel Solá, regresar a Argentina es mucho más que un simple viaje laboral. Es la oportunidad de reconectar con sus raíces, con los amigos que lo han acompañado toda su vida y con los lugares que han marcado su identidad. Durante los tres meses que permanecerá en el país, el actor planea aprovechar cada momento para revivir esa conexión emocional. “Volver siempre es especial. Es estar otra vez en casa, con todo lo que eso implica: las alegrías, las tristezas, las peleas, pero también esa felicidad que no se encuentra en ningún otro lado”, reflexiona.
Uno de los aspectos que más emociona a Solá de este regreso es la posibilidad de reencontrarse con su círculo más íntimo. Habla con ternura de los momentos que espera compartir con sus familiares y amigos. “Quiero estar con mi hermana, con mis hermanos Manuel y Martín, con Dani Jiménez, con toda la gente que quiero y que espero tener momentos con ellos, esos mismos momentos que me han llenado de felicidad”, comenta. Pero también planea reencontrarse con excompañeros de colegio y viejas amistades que han sido fundamentales en su vida, como Alejandro García Mata, Horacio Villa y Quique Martínez.
El vínculo emocional de Solá con Argentina no solo se expresa en las personas, sino también en los lugares. “Me gustaría quedarme y pasear por toda Argentina, hacer una gira bella y sentir que todo eso me pertenece, no como propiedad, sino como parte de mi corazón y del cerebro que piensa en Argentina todo el tiempo”, afirma con una sensibilidad que delata su amor incondicional por su tierra.
Sin embargo, el actor también sabe que su tiempo en Argentina es limitado. Además de cumplir con las funciones de “Mi querido presidente”, su agenda está repleta de compromisos, incluyendo una larga lista de entrevistas. “Hay muchas entrevistas que hacer, muchas conversaciones que dar. Pero después de todo eso, tengo que volver a España. Ahí tengo a mis tres hijas, que son lo más importante para mí”, explica, mencionando a Adriana, María Luz y Cayetana, quienes, a pesar de la distancia, siempre ocupan el centro de su vida.
Este regreso, aunque breve, será una oportunidad para Miguel Ángel Solá de reconectarse con su historia y su identidad. “Argentina es parte de mí. Me dio mucho, me quitó algunas cosas, pero siempre la pienso. Mejor o peor, pero siempre está en mi mente y en mi corazón”, concluye con una sinceridad que atraviesa cualquier frontera.
La vida entre España y Argentina
Aunque hace años que Miguel Ángel Solá vive en España, su corazón nunca ha dejado de pertenecer a Argentina. Sin embargo, esa dualidad entre los dos países no siempre ha sido sencilla. “Argentina es mi tierra, pero España me dio un lugar cuando mi país me lo quitó. Así es la vida, te da y te quita, pero siempre se sigue adelante”, explica con cierta resignación, pero sin perder la calma que lo caracteriza.
Solá reflexiona sobre cómo el paso del tiempo ha cambiado su perspectiva sobre el lugar que ocupa en el mundo. Si bien agradece las oportunidades que le ha dado su carrera en Europa, reconoce que hay un lado emocional que siempre lo vincula a sus orígenes. “Mis primeros 50 años de vida los viví en Argentina. Ahí crecí, ahí me formé, y todos mis recuerdos más profundos están ligados a mi país. Todo eso está en mi corazón y en mi mente, aunque viva a miles de kilómetros”, confiesa.
En España, su vida familiar ha sido el pilar que lo sostiene. Solá habla con orgullo de sus tres hijas, quienes le dan sentido a su día a día. Especialmente menciona a la más pequeña, que con solo 11 años combina la inocencia de la niñez con la curiosidad de una adolescente. “Adriana fluctúa entre dormir abrazada a su peluche y hacerme preguntas escabrosas que me dejan pensando por horas. Es increíble verla crecer y descubrir el mundo”, relata con ternura.
El teatro, por su parte, sigue siendo su refugio y su sustento, tanto en Argentina como en España. Junto a su pareja, Paula, Solá ha construido una carrera basada en la pasión por actuar. “Vivimos del teatro. Es nuestra única entrada. Trabajamos juntos y nos llevamos muy bien en el escenario. Eso es lo que nos mantiene activos y felices”, explica. Sin embargo, admite que con los años, las oportunidades laborales no siempre han sido las mismas. “Cumplir años no siempre juega a tu favor en esta profesión. Podrás ser más sabio, pero a nadie le importa la sabiduría. Así es la vida, y hay que adaptarse”, reflexiona.
A pesar de los retos, Solá mantiene una visión optimista sobre el futuro, tanto en lo personal como en lo profesional. Su relación con personas clave como Gustavo Yankelevich, a quien menciona con cariño y admiración, le ha dado nuevas oportunidades para crecer. “Ojalá Gustavo siga apostando a mí. Tenemos una relación muy bella y fluida, y creo que eso siempre va para mejor”, comenta.
Para Solá, navegar entre estos dos mundos, España y Argentina, es un equilibrio constante entre su presente y su pasado. Pero, como él mismo dice, lo importante es seguir soñando y creando. “Siempre hay que mirar hacia adelante. El teatro y la familia son mi vida, y mientras pueda seguir combinándolos, voy a ser feliz”, concluye.
Antes de despedirse, Miguel Ángel Solá deja abierta la puerta a futuros proyectos que lo vinculen más estrechamente con Argentina. Entre ellos, menciona la posibilidad de realizar una gira nacional con “Mi querido presidente”, para llevar la obra a cada rincón del país. “Me gustaría quedarme y recorrer toda Argentina, estar en todos lados otra vez, sentir que todo eso me pertenece, no como propiedad, sino como parte de mi corazón”, dice con una mezcla de nostalgia y entusiasmo desde el corazón de España.
Fuente Teleshow
