Este domingo, la comunidad santiagueña colmó el flamante Santuario de Mama Antula (ubicado en la localidad de Silípica) oara honrar a la primera santa santiagueña y del país. En la ocasión el Cardenal Vicente Bokalic CM hizo un fuerte llamado a los fieles de no mirar a un costado mucho menos cerrar el ojo, «a tantos chicos y chicas jóvenes que destrozan sus vidas» porque ingresan al camino de la droga.
El Arzobispo de Santiago del Estero señaló, «estamos en este lugar sagrado, que tiene vida, lugar de Dios. Venimos a reencontrarnos con Dios, el Dios del amor, de la vida, Dios Padre».
Por otra parte destacó la importancia de los Ejercicios Espirituales que hacía Mama Antula, «eran diez días, ahí estaban escuchando la palabra de Dios, compartiendo la vida, compartiendo la mesa de la comida. En ese lugar Mama Antula juntaba 300 personas por tanda, hoy nos ponemos contentos porque tenemos 10 haciendo los ejercicios, pero miren esa maravilla que hizo Mama Antula, en realidad lo hizo Dios».
«Mama Antula fue la mano de Dios, el lapiz de Dios, ella puso todo lo mejor. Cuál era el fruto de esos ejercicios, la conversión, el cambio de vida, que muchos empezaron a través de las confesiones», afirmó el cardenal primado de Argentina.
En otra parte de su reflexión resaltó, «este santuario diocesano es un lugar de gracia, de reencuentro con ese Dios de la misericordia que nos perdona, nos sana, que nos alivia, nos da la paz, que nos muestra cuanto nos ama. Como dice Francisco todos somos pecadores perdonados, desde el Papa hasta el último, y así lo sentimos acá. Venimos a descubrir a ese Dios que nos quiere, nos consuela, que nos levanta del barro».
Seguidamente sostuvo, «en el desierto empezamos a senitr lo que hay en nuestro corazón. Nosotros nos aturdimos de ruidos, estamos acostumbrados a esto, quedarnos en silencio nos da terror, nos escapamos muchos veces de nosotros mismos, de nuestra conciencia de aquello sagrado que está en nuestro corazón, aquello que lo saben ustedes y Dios».
«Que bueno descubrir que Dios me quiere a pesar de mis pecados. La misericordia de Dios es sanar y perdonar lo que nosotros no nos perdonamos, cuántas veces nos pasa eso, recordamos cosas de nuestras vidas y no nos perdonamos lo que hemos hecho», acotó.
Dirigiéndose a los presbíteros presentes expresó, «que lindo es sentarse, mis hermanos curas, a escuchar a la gente, somos ministros de la gracia. Tenemos que sentarnos a escucharnos en este mundo de gritos, acusaciones, de agresiones, sentarnos, mirarnos como hermanos».
Además, expresó, «Dios siempre me levanta del barro, para salir al encuentro de nuestros hermanos, no quedando gozando, disfrutando de ideas bonitas, eso se tiene que expresar en las obras de cada día, en los gestos de fraternidad, de la cercanía, de visitar a los enfermos, asistir a aquellos que están hambrientos, participar en los comedores, no mirar de lejos. Desde lejos es mucho más fácil cirticar, el partido hay que jugarlo abajo».
«El Papa Francisco les decía a los jóvenes, muchachos dejen de estar balconeando en la vida, dejen de estar en las tribunas, hay que meterse a jugar el partido, hay que embarrarse, transpirar la camiseta. Trabajemos por la paz, por la reconcialiación, por el hambriento», explicó.
Añadió, «asistamos a los chicos que entraron en el camino de la droga, y siguen entrando; eso es una lacra tremenda que destruye generaciones completas no podemos seguir mirando al costado, no podemos decir esto no es mi problema».
Bokalic fue contundente al señalar, «no podemos cerrar el ojo a tantos chicos y chicas jóvenes que destrozan sus vidas, porque están los mercaderes que negocian con sus vidas que se agarran de la miseria de la marginación del olvido de tantas cosas que vivieron en la niñez, en la adolescencia y que la única salida es entrar en el camino de las adicciones».
«No podemos mirar al costado, vamos a llogar mucho por tanto hermanitos que se mueren, que viven como discapacitados. Nos toca a todos», manifestó.
A la vez expresó, «en este Tiempo de Cuaresma en donde preparamos la Semana Santa, debemos reflexionar sobre qué hay en mi corazón, no será que Dios me está pidiendo algo, me está diciendo mira por ese camino no vas bien. Necesitamos que el Señor abra nuestros corazones como lo hacía Mama Antula».
Finalmente el purpurado invitó a los fieles a no tener, «miedo al silencio ya que allí Dios nos habla, no le tengamos miedo acercarnos al Sacramento de la Confesión, el cura no está para castigar. No es nuestra misión, tenemos la gracia del sacramento para transmitir esa sanación».