Monseñor Ojea, sobre los abusos en la Iglesia: «Es necesario reconocer nuestros pecados»

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Mientras en Roma el Papa Francisco le prohibió al número tres del Vaticano, George Pell, que se acercara a nenes tras ser encontrado culpable de violación, en la Argentina la Iglesia aseguró que está comprometida en erradicar «situaciones de abuso dentro de la institución» y en recorrer un camino de purificación».

Así lo expresó este lunes el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea. «Es necesario hacer un profundo examen de conciencia y reconocer nuestros pecados», enfatizó durante su homilía de apertura de la 117ª Asamblea Plenaria del Episcopado Argentino, que reúne a obispos de todo el país en Pilar.

Ahí, en la Casa de Ejercicios «El Cenáculo», Ojea compartió con sus colegas vivencias de su reciente participación en una reunión con el Papa Francisco en la que presidentes de Conferencias Episcopales del mundo analizaron junto al Santo Padre la problemática de los abusos que sacude a la Iglesia.

«La santidad de la que habla el Libro del Levítico se concreta y se vuelve visible en el amor a los hermanos, especialmente a los más vulnerables: hambrientos, tristes, enfermos, presos… los hermanos y hermanas de las periferias existenciales a quienes estamos llamados a cuidar especialmente. Muchos de ellos, pequeños y pequeñas que debieron ser cuidados y protegidos, fueron cruelmente maltratados en situaciones de abuso dentro de la Iglesia, que hoy estamos comprometidos a erradicar», sostuvo.

En una homilía de cuaresma concelebrada por monseñor Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza, y monseñor Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina, Ojea añadió que la palabra del Evangelio «nos llega en un momento en que la Iglesia toda esta empeñada en recorrer un camino de purificación».

«El Encuentro sobre la Protección de los Menores en la Iglesia (compartido con el Papa) nos puso delante del pecado y del drama de los abusos. Abusos sexuales que son también abusos de conciencia y quesiempre parten de un abuso de poder», remarcó y agregó: «Hemos sido llamados vivamente por el Santo Padre y por toda la Iglesia a dar un corte radical a estas situaciones».

«A no encubrir ni de lejos una denuncia que amerite una investigación para proteger a los menores y a los adultos vulnerables. Esto es importante, esencial y urgente, pero no basta. Estamos llamados a ir más allá», insistió.

En este sentido, manifestó: «Debemos renovar de raíz estilos de vida y estructuras de formación que hicieron posible que germinara en algunos clérigos un sentimiento de superioridad y de dominio con respecto al pueblo fiel y que han facilitado que vivieran como si no tuvieran que dar cuenta a nadie de sus actos, en una situación de verdadera impunidad».

«Tenemos que estar sumamente atentos para que no se creen entre nosotros estas condiciones que son favorecidas claramente por un clericalismo que ama las situaciones de privilegio y por la falta de una autentica austeridad de vida y de transparencia», dijo, y evaluó que «dominar y hacer sentir la autoridad por si mismas son situaciones abusivas».

Finalmente, consideró que «los abusos de poder en un sentido más amplio, unidos a los abusos sexuales antes mencionados, han contribuido a crear una actitud de rabia y enojo en muchos fieles, lo que, en palabra del Santo Padre, es una expresión de la Ira de Dios».

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