Ruben Osvaldo Díaz, conocido por el mundo del fútbol como Panadero, murió este martes en la clínica donde se encontraba internado desde ayer, cuando debió ser intervenido de urgencia tras sufrir un aneurisma de la aorta abdominal.
El Panadero Díaz tenía 72 años y había hecho una destacada carrera como futbolista, primero como defensor en Racing, donde surgió y con el que se consagró campeón del torneo local de 1966, de la Copa Libertadores y de la Intercontinental de ese año, y luego en Atlético Madrid de España, club con el que ganó una Liga, una Copa del Rey y una Intercontinental entre 1973 y 1977.
Luego, al término de su carrera como jugador, siguió ligado al fútbol como entrenador, y fue su desempeño como ayudante de campo de distintas personalidades lo que lo mantuvo durante largos años en la primera escena del deporte más popular. Su primera experiencia en este marco fue junto a Ramón Cabrero, en Deportivo Italiano, allá por 1985, pero fue en 1987, cuando decidió acompañar a Alfio «Coco» Basile, el momento en el que se instaló definitivamente como uno de los ayudantes de campo más reconocidos en el ambiente.
El Panadero, apodado así desde pequeño como herencia de la profesión de su padre, fue además un hombre que le aportó color al fútbol argentino, fundamentalmente cuando trascendió la cábala del talco que tenía con Basile en su paso por Boca, allá por la temporada 2005-2006.
Este comportamiento consistía en que él debía tener la mano izquierda dentro del bolsillo de su pantalón lleno de talco y, cuando los rivales se acercaban al arco del Xeneize, él debía apretar ese polvo. En tanto, si el equipo marcaba un gol, el Panadero sacaba su mano llena de talco y palmeaba la espalda de Basile dejando su mano marcada.
La dupla Basile-Díaz también estuvo al frente de la Selección Nacional a principios de la década de 1990 y con ellos el equipo conquistó la Copa América de 1991 y 1993, y la Copa Confederaciones de 1992.