El congresista estadounidense John Lewis, el último de los grandes pioneros de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, falleció ayer a los 80 años de edad tras sucumbir al cáncer de páncreas que le fue diagnosticado el pasado mes de diciembre, anunció la líder demócrata de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unido, Nancy Pelosi.
El representante por Georgia y defensor del activismo pacífico era el último superviviente de los seis organizadores principales de la histórica marcha por los derechos de la población de raza negra celebrada en Washington D.C. en 1963, escenario del discurso «Yo tengo un sueño», del líder de los derechos civiles Martin Luther King, ante un mar de personas.
Los otros fueron Philip Randolph, John Farmer, Roy Wilkins, Whitney Young y el propio King.
Lewis también participó en otra marcha que pasó a los anales de la historia del país, la de Selma, en 1965, en el estado de Alabama, donde resultó herido grave en la cabeza por un porrazo que le propinó un agente de Policía durante el asalto de las fuerzas de seguridad contra los asistentes en el puente Edmund Pettus.
«John Lewis fue un titán del movimiento de los derechos civiles cuya bondad, fe y valentía transformaron a nuestra nación», ha aplaudido Pelosi en su comunicado de condolencias, al que se han sumado con el paso de las horas varios líderes políticos, sociales y culturales del país, informó la agencia de noticias DPA.
La familia de Lewis le describió como «un defensor incondicional en la lucha en curso para exigir respeto por la dignidad y el valor de cada ser humano», que «dedicó toda su vida al activismo no violento y fue un defensor abierto en la lucha por la igualdad de la justicia en Estados Unidos».
El congresista se negó a asistir a la asunción del presidente Donald Trump, por considerar que su elección no había sido legítima porque había sido ayudado por Rusia a ganar los comicios.
Luego calificó de «racista» al mandatario republicano cuando Trump se quejó de inmigrantes que llegaban a Estados Unidos de «países de mierda» como Haití y naciones de África.
Lewis sirvió en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos desde 1987, donde a veces se le conocía como la «conciencia del Congreso».
A menudo votó y habló en contra de las intervenciones militares de Estados Unidos, incluida la guerra de Irak.
Su activismo continuó incluso mientras luchaba contra el cáncer que se ha cobrado su vida.
El pasado 5 de enero, Lewis emitió un comunicado en el que condenó el ataque norteamericano con aviones no tripulados que mató al general iraní Qasem Soleimani.
Lewis también prestó su voz a las protestas raciales de los últimos meses en Estados Unidos contra la brutalidad policial tras la muerte durante una detención del ciudadano de raza negra George Floyd, aunque de nuevo bajo la enseña del activismo no violento.
La esposa de Lewis, Lillian, murió en la víspera de Año Nuevo de 2012. Les sobrevive un hijo, John-Miles.
Fuente: telam