Néstor Garnica hizo arder su violín en la apertura de la tercera luna del festival de Cosquín y calentó aún más la noche calurosa en la capital nacional del folclore. Las chacareras despegaron al público de sus asientos y los pasillos de la Próspera Molina se convirtieron en una pista de danza.
La ocasión fue propicia para presentar temas de su nuevo disco Coplas del Violinero y una vez más logró hechizar a la plaza con el sonido característico de su instrumento. Acompañado por la Sacha fuga, su banda que sonó ajustadísima, se ganó la ovación del público y el merecido bis.
El músico bandeño recibió además una distinción por el 15º aniversario del premio Consagración de Cosquín que lo mostró sumamente emocionado. «Estoy muy contento, festejar 15 años y seguir en esta fiesta no es para nada fácil. Esto es fruto de lo que uno se propone y con el trabajo de muchos años», declaró.
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Por su parte Mario Álvarez Quiroga, artista con larga trayectoria en el folclore, protagonizó otro momento emotivo de la noche, cuando la gente tarareó «Penas y alegrías del amor».
«Siempre supe que estaba en el corazón del pueblo, pero Cosquín emociona porque la gente me devolvió el cariño y cantó mis canciones», expresó Álvarez Quiroga quien recibió el premio Consagración 1996 y no tocaba en el festival desde hace siete años.
Suenan Voces, el grupo ganador del pre Cosquín también tuvo su espacio en el escenario mayor dejando bien en alto el orgullo de ser santiagueños de ley.
