“No existe un candidato que haya perdido una elección, si yo le hice los choris”

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Osvaldo Menéndez, más conocido por todos como «El Chimi», es el parrillero más famoso de la política argentina. Si bien tiene 67 años, en septiembre estará festejando el 50º aniversario de la primera vez que condujo un acto de campaña.

Su particular historia comienza casi por casualidad, aquel mediodía de 1967 cuando tuvo que suplantar al parrillero más renombrado de la época, minutos antes del lanzamiento de un candidato a intendente en el conurbano bonaerense, quien no tenía la menor posibilidad de ganar la elección. El clima era tan tenso que la bomba explotó por el lugar menos pensado. Este conocido parrillero se descompensó, tuvo que ser asistido por su equipo de confianza y llevado al hospital más cercano. Fue ahí cuando se posaron todos los ojos en este joven de 17 años. «Tomá el control vos Osvaldito y hacé lo que puedas, total este muerto no gana aunque quememos las boletas de todos los otros candidatos».

Cuenta la leyenda que este joven entró a la cancha como si jugara toda la vida de titular. Sacó de la mochila un tenedor parrillero, un tupper que contenía un chimichurri que cuidaba como oro y empezó a condimentar la primer tanda de chorizos con un pincel. Los pocos testigos que había en el lugar recuerdan que, a medida que este joven esmaltaba los choris, la gente entraba en un trance nunca visto. En pocos minutos se corrió la voz de tal manera, que pasaron de 100 a 250, luego a 1000 hasta que, al momento de dar su discurso de cierre, el candidato a intendente habló frente a 23.000 vecinos que lo vivaron. Ese día nació el mito. Osvaldo pasó a llamarse «Chimi» y el agradecido candidato (hoy uno de los barones del conurbano) ganó por el 73% de los votos. A partir de ahí, se instaló casi como un slogan «Un chori hecho por el Chimi, es una elección ganada».

Si bien hoy tiene una franquicia de 240 parrilleros en el país, su sola presencia es capaz de dar vuelta una elección a Presidente. Como sucedió en el 2015. «Yo huelo el éxito. Yo sé cuándo un ciclo se termina. Ese es mi arte», dice quien hizo el asado de Raúl Alfonsín en el 83 y lo llevó a Presidente. Lo que pocos saben es que Herminio Iglesias quemó el cajón al enterarse de que el Chimi se negó a hacerle los choris a Luder y Bittel.

«Laburé para sindicalistas, intendentes, gobernadores de todos los colores, pero si bien mi fama la hice con Don Raúl, reconozco que el salto a las grandes ligas lo di cuando el Doctor Menem ganó la interna contra Antonio Cafiero y después llegó a la Casa Rosada. Ahí me empezaron a llamar los que iban por la epopeya». Por eso, los que creen que el dinero lo compra todo, no lo conocen. «Mi límite son los que lucran con el hambre de los pobres. ¿Vos te pensás que le pasaría el pincel a aquellos que usan el suicidio de un jubilado para hacer política? ¿A los que mandan a delincuentes encapuchados con palos a la 9 de Julio para generar el caos antes de una elección? Si estás más apurado por salir a romper todo que por degustar un chorizo bombón, no cuentes conmigo».

Cuando todo el mundo daba por sentado que Scioli y Zannini sería la dupla ganadora, el armador de la campaña presidencial de Mauricio Macri tuvo una charla a solas en donde sabía que se jugaba todo. Era más importante contar con la bendición del Chimi, que comunicar quien sería el Ministro de Economía. «Mirá que en esos 12 años mis parrilleros laburaron como locos porque estos pagaban con la de otro. Pero acá hay que pensar a largo plazo. ¿Sabés lo que me putearon cuando dije que iba a pincelarle choris a María Eugenia? Porque ahora son todos vidalistas de la primera hora, pero los únicos que creíamos en ella eramos Mauricio y yo».

El Chimi confiesa que recibió amenazas, pero que ya está acostumbrado porque forma parte del oficio «Cuando viene una campaña todos quieren que labure para ellos. Así que cuando hicimos la choriceada en la quinta de Macri en los Polvorines, me traje mi seguridad personal».

Repasando la actualidad de cara a las PASO, el Chimi contesta con la crudeza que lo caracteriza y deja indicios de cuál es su posición: «¿Massa? No puedo trabajar con alguien que tira más humo que mis asados. ¿Cristina? Debería explicar el desastre de Santa Cruz antes de meterse en Buenos Aires. ¿Randazzo? El flaco es laburador pero no es su momento. Lo importante es la continuidad. Como siempre digo, hay que mirar a largo plazo».

Cuando le preguntan por el chimichurri que lo llevó a la fama, cuenta que tiempo atrás un fondo de inversión se le acercó para comercializarlo en una importante cadena de supermercados del país «trajeron un plan de negocios y un packaging bien pituco». Pero este laburante de la vida nunca traicionaría la memoria de su madre quien, antes de fallecer, le pidió que no compartiera la fórmula con nadie: «Este chimichurri tenés que usarlo para hacer el bien, osvaldito». Por eso está viendo el momento justo para contarle el secreto a su hijo, como quien sabe que forma parte de una dinastía. Un grande El Chimi.

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