Por Facundo Gallego, especial para LA BANDA DIARIO
Sábado V de Cuaresma
- Oración inicial
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Señor, en este momento quiero darte gracias por permitirme estar en oración, en tu presencia, sintiendo tu amor y tu gracia. Que la luz del Espíritu Santo ilumine mi corazón para que pueda escuchar tu Palabra con un oído atento. Amén.
- Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan (11,45-47)
Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él. Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación».
Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: «Ustedes no comprenden nada. ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?». No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos.
A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús. Por eso él no se mostraba más en público entre los judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí permaneció con sus discípulos. Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: «¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?». Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno conocía el lugar donde él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo.
Palabra del Señor
- Meditación
El domingo pasado hemos contemplado la escena de la resurrección de Lázaro: Jesús había hecho volver de la muerte a su gran amigo, y había manifestado que, con semejante acción, llegaría la hora de su glorificación.
En este pasaje que hemos leído, se termina de preparar esa glorificación: los jefes religiosos profetizan: “es necesario que muera un solo hombre por el pueblo”. Esto lo dijo Caifás porque tenía miedo que los romanos pensaran que todo era un complot contra el César y terminaran destruyendo el Templo y todas las poblaciones. Sin embargo, este “precio político” de hacer pagar a un hombre la seguridad de todo un pueblo, tiene una repercusión importante para todos los tiempos y todos los hombres: Jesús morirá por nosotros, para que nosotros no muramos por nuestros pecados.
La Semana Santa que estamos a punto de comenzar no es más que la confirmación de esta hermosa certeza de nuestra fe cristiana: Jesús entrega su vida por amor, para que nosotros no andemos en pecado ni alejados del Padre: Él nos va a abrir nuevamente las puertas del Cielo, como ya las ha abierto en aquel Viernes de su Pasión.
- Comunión Espiritual
Señor Jesús, que en la cruz has manifestado tu amor infinito hacia el Padre y hacia todos nosotros, y has querido dejarnos el sacramento de la Eucaristía como memorial de tu Pasión, concédeme la gracia de desear cada vez más poder recibirte sacramentalmente. Pero, como ahora no puedo hacerlo, ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Prepara mi corazón para estar siempre dispuesto a recibir tu amor y tu gracia, perdona mis pecados y llévame a la vida eterna. Amén.
- Oración final
Señor, te doy gracias por este momento de oración que me has regalado. Concédeme guardar la esperanza, y que estas fiestas pascuales que se aproximan sean para mí y mi familia una verdadera fiesta de resurrección: libéranos del pecado y danos la gracia de amarnos mutuamente. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.