Exactamente a las 14.40, más de una hora y media antes del comienzo del partido ante Unión y cuando todavía faltaba media hora para que los jugadores de Boca salieran a la cancha a dar la vuelta olímpica con sus familiares, Ari Paluch y Verónica Varano se situaron en el círculo central, encendieron sus micrófonos y dieron la bienvenida a la fiesta del título.
Las gradas todavía presentaban muchos huecos, pero en las populares ya se sentía el fervor y la alegría, aunque hasta ese momento, el único canto escuchado había sido dedicado al deseo de ganar la Libertadores y «volver a Japón», más allá de que ya no sea la sede permanente del Mundial de Clubes.
Un rato más tarde, inmune al desaliento, Paluch volvió a la carga en el recuerdo al eterno rival, pidiendo expresamente «un minuto de silencio para River que está muerto». Lo que recibió fue la absoluta indiferencia de la gente.