Está demacrado, sin el aura de «conmigo no pueden» que tenía hasta hace tres meses, cuando creía que la impunidad duraría para siempre. Pablo Álvarez, alias «Bebote«, el líder de la barra brava de Independiente, luce tenso. Alojado en una celda individual de la Alcaidía del penal de Melchor Romero, en las afueras de La Plata, sólo sale una vez por día al patio y por la noche tiene turno asignado para bañarse cuando ya todos los otros habitantes de este complejo penitenciario, que incluye por ejemplo al clan Castillo de La Salada, están en sus cuartos.
Prende un cigarrillo, fuma, mueve las manos, sostiene papeles, prende otro cigarrillo. La imagen de invulnerabilidad con la que recorría el mundo, aquella con la que desafiaba a la policía a que lo encontraran en el Mundial de Brasil cuando se camuflaba como un hincha suizo, está hecha trizas. Hoy es un preso gritando su verdad. Que dista bastante de las pruebas con que la fiscal Viviana Giorgi y el juez Gabriel Vitale sustentaron su condición de jefe de una asociación ilícita, montada sobre la estructura del paraavalanchas de Independiente para cometer delitos indeterminados.
Hoy «Bebote» está a la espera de lo que diga la Sala 2 de la Cámara de Apelaciones de Lomas de Zamora. Si confirma lo actuado por el juez, seguirá preso hasta el día del juicio. En caso contrario, podría salir en libertad. Y mientras espera, le da a Infobae la primera nota desde que está en prisión. Confesando algunos delitos pero apuntando la mira directamente hacia arriba: asegura que si existe una asociación ilícita en Independiente, él no es más que un peón. Que el verdadero jefe tiene nombre y apellido: Pablo Moyano, quien por ahora sólo está imputado por presunto fraude en el marco de esta misma causa.
—Te conozco creo hace 15 años y un día te dije: «Seguramente a vos alguna vez te voy a hacer una nota en un penal». Vos dijiste que nunca ibas a terminar preso. Y acá estamos…
—¿Seguro? Si le preguntás a la gente si está bien que estés en prisión, el 99% va a decir que sí.
—Porque la gente no me conoce, se deja llevar por todo lo que dicen los periodistas deportivos, que hablan sólo mal de nosotros. El que sabe qué clase de persona soy, el que va a la cancha a la tribuna Norte (donde se ubica la barra) te dirá que es injusto, que todo esto es una movida porque estaba en contra de Moyano.
—¿Decís que nada de lo que se te imputa en la causa es cierto? Reventa de entradas, recaudación de parrillas ilegales, trapitos, apretadas, extorsiones a jugadores y técnicos…
—Que muestren una filmación donde yo esté revendiendo o cobrando trapitos. Lo de los cuidacoches es un negocio de la policía. Y todo lo que se dice del cotillón de la barra, de los viajes, de los 1.200 carnets que tenemos para entrar a la cancha sin pagar, de los protocolos que nos dan para las plateas para entregarlos a gente amiga, todo eso es verdad, pero me lo da el club, yo no extorsiono a nadie. Todo es con un acuerdo con «El Salvaje». Y el Salvaje es Pablo Moyano. Cuando estaba Comparada, la barra vivía del club; con Cantero hubo que aprender a vivir sin el club, yo me tuve que ir a España, acordate, y «El Salvaje» me mandó a llamar para armarle dos barras a Cantero y debilitarlo. Todo fue organizado con él y con el actual vicepresidente Carlos Montagna, un traidor a Cristina Kirchner. Y después me dieron todo lo otro, que no lo paga el club, lo paga Camioneros. La plata para la barra sale del Sindicato de Camioneros.
—¿Qué pruebas tenés de lo que decís?
—Simple. Yo le di al juez datos para que haga cuatro allanamientos. Tres dieron positivos y el otro, justo el que tenía que hacer en el Sindicato, lo negó. Si iba ahí, encontraba en el garaje todas las cosas de la barra. Pero es muy fácil: los protocolos nos los daban en la empresa Integrados SA de Plaza de Mayo, que hace las entradas para la cancha. Los viajes nos los pagaban a través de la empresa Martín Tur, que es de Camioneros. ¿Y sabés qué hacían? Sobrefacturaban lo que necesitábamos. Si nos ponían un chárter, decían que eran dos; si ponían 10 micros, cobraban 20, y todo ese vuelto se lo quedaba Moyano. Cuando querían que bajara a Cantero, me daban los cheques de Camioneros a mí para que contrate yo. Después cuando agarraron el club se hicieron cargo ellos para cobrar el doble. Y así con todo. ¿Sabés quién maneja el buffet del predio de Independiente? El mozo de Moyano. ¿Sabés dónde va a parar la plata de los pases de los jugadores o de la reventa de entradas que organizan ellos? A la financiera Global Finanzas SA que queda en la calle Reconquista y uno de sus dueños es otro hombre de Moyano, Fabio Fernández, que además es dirigente del club. ¿Viste que Yoyo Maldonado (Héctor, secretario general del club y protesorero de Camioneros) admitió en la causa que entraron 18.000 personas sin pagar a la final con Flamengo por la Copa Sudamericana? Es mentira. Todos pagaron, pero esas entradas salieron por izquierda y toda esa plata, en vez de ir al club, fue a la financiera. Así trabajan.
—Para la Justicia esas entradas las revendió la barra.
—Qué vamos a revender si ya estábamos todos presos. Las revenden ellos y sacan la plata afuera. Como cuando contrataban jugadores lesionados y les cobraban parte del pase y lo metían ahí. Y después brindaban con Dom Pérignon. Por eso en el club se los conoce como el Grupo Champagne. Y eso no es nada. También meten ahí contratos publicitarios entre empresas propias de Camioneros con el club. Porque todo lo hacen con firmas propias. Los 1.200 chicos que van al Instituto educativo del club tienen que comprarle la ropa a la firma Dixley, que casualmente es de los hijastros de Hugo Moyano. La empresa Aconra, que es de la mujer, hizo trabajos para el estadio. Se llenaron la Garganta del Diablo (por la zona que faltaba construir del estadio) con dinero del club. Ellos se la llevan.
—Lo de Moyano habrá que investigarlo, pero da la sensación de que sos vos el que le roba al club…
—Yo al club no le saco nada, se lo saco a Camioneros. Ahora si los afiliados del gremio me quieren acusar por eso, que lo hagan. Pero los que le roban al club y los que lavan la plata son los Moyano. Que Hugo me haga una causa a mí es como que Pablo Escobar Gaviria se la haga a un traficante.
—Usando esa analogía, vos no dejás de ser un delincuente por más que te acuse según vos otro que lo es y más poderoso.
—Yo no delinco más.
—¿Y cómo compraste los negocios al lado de la cancha para poner el museo de la barra?
—Primero, no es el museo de la barra. Es el museo de «Bebote». Yo tengo registrada la marca «Los Diablos Rojos». Es mía, personal. Y los compré con lo que me dejaba un micro de dos pisos que tengo.
—¿Con un micro te hiciste millonario?
—Qué millonario. Esa propiedad no vale mucho y además también con la compraventa de autos. Mirá, todo esto me lo armaron los Moyano, por intermedio de Lugones, el del Aprevide, porque sabían que yo tenía prueba de todo.
—Pero si todo empezó cuando fuiste a apretar a Holan…
—Yo le fui a pedir una colaboración con la autorización del club. Nosotros le pedimos 10.000 dólares por mes al plantel y 5.000 mil al cuerpo técnico para juntar 150.000 dólares para ir al Mundial de Rusia. «Yoyo» Maldonado me dijo que lo de los jugadores lo ponía el Sindicato y me dio paso para ir a pedirle a Holan. Eso no es extorsión.
—¿Por qué le tienen que pagar a la barra los futbolistas y el cuerpo técnico para ir al Mundial?
—Porque no es nada, estamos hablando de 500 dólares por jugador por mes, cuando se llevan millones del club. Y es una colaboración. El que no quiere, no pone.
—¿Y qué le pasa?
—Nada. ¿Cuántos jugadores matamos? Entonces… Además yo a Holan no lo amenacé. Sí lo hicieron Moyano y Lugones. Le dijeron «o declarás que te secuestró y te extorsionó, o te hacemos una causa a vos por financiar a la barra».
—En la causa está todo lo contrario. Leí todas las declaraciones…
—Que lo procesen por falso testimonio. Todo esto fue armado por Moyano porque sabía que si yo me presentaba como candidato a presidente, le ganaba.
—¿En serio lo decís?
—Obvio. Con la tribuna Norte me alcanza y sobra para ganarle. Él me dio la cancha para jugar con la barra el partido de fin de año, él me puso el feliz cumpleaños en el cartel electrónico de la cancha, él me permitió llevarme la camiseta firmada por «El Kun» Agüero. Él pagaba todo lo de la barra. Y eso se cortó cuando quise formar mi agrupación para ser presidente. Y me dice a mí extorsionador. Si él se encargó de extorsionar a todas las empresas para que le den cosas a Independiente. A Loma Negra para que ponga el cemento, a otra para los hierros. A mí en persona me lo contó. Porque si no les para la empresa. Lo mismo hace para llenar la Plaza de Mayo en las marchas. Extorsiona a los trabajadores para llenar los micros. Solo no puede llenar ni la plaza Mitre de Avellaneda. Cuando todo esto explotó, me ofreció plata para que me calle y no vaya a la cancha. Y si no, me dijo que había preparado un cajón para mí.
—Pero vos también tenés banca política. Pintaste en las últimas elecciones para el Frente para la Victoria.
—Sí, ¿y qué? A mí me pagan 8.000 pesos por salida a pintar y lo hago para el que quiera. Cristinista, macrista, el que la ponga.
—Claro, porque vos sos «bebotista»…
—No, yo soy de Independiente. Y no soy bebotista, soy «Bebote». Por eso me armaron esta causa y por eso contrataron un sicario para matarme.
—¿Cómo?
—Así de cortito: me inventaron una causa para mandarme a un penal donde tienen un sicario para matarme. Yo esto lo denuncié en la Justicia.
—¿No era más fácil no sé… que te tiraran con un auto encima en la calle y que parezca un accidente?
—No sé por qué no lo hicieron. O sí. Al Polaco (por Roberto Petrov, delegado de Camioneros y ex custodio de Moyano) se lo ofrecieron dos veces y se negó. Por eso estoy acá en resguardo.
—Pero por lo que vos decís, ellos son la mafia y vos nada.
—Yo lo único que digo es que si la barra es una asociación ilícita, yo no soy el jefe. Ahora lo único que falta es que yo sea el jefe de los Moyano. Sería el colmo de los colmos. Yo pregunto: ¿quién es el jefe, el chancho o el que le da de comer?
—Y vos venís a ser…
—El chancho, por eso estoy encerrado en este corral.
—Y el que le da de comer es…
—»El Salvaje», Pablo Moyano. Si yo estoy preso, él tiene que estar en la celda de al lado. Y ya le va a tocar. Viste que dice que no se arrodilla ante nadie. Cuando esté acá adentro se va a arrodillar adelante mío y va a pedir perdón. Eso es lo que va a pasar.
Gustavo Grabia/Infobae