«Emily, ¿dónde estás? Cuando vengas a casa tenemos que hablar». El mensaje la inquietó. No era habitual que su padre le hablara en un tono tan grave.
Debajo de la foto de un dispositivo cilíndrico, con un puerto USB en la base, el padre escribió: «Bueno, encontré esto. ¿Por qué haces este tipo de compras? ¡Es muy desagradable! ¡No deberías desperdiciar tu dinero! Si tienes este tipo de necesidades, te sugiero que no dejes esta m… tirada por ahí«.
Entonces, la hija decidió pulverizar el orgullo de su padre y revelarle lo evidente: eso estaba lejos de ser un consolador. «Papá, ¡es mi cargador portátil! ¡Lo uso para Disneyland para cargar mi celular! ¿Por cierto, qué estabas haciendo entre mis cosas?«.
Completamente humillado y avergonzado, el padre terminó suplicando. «No le digas a mamá… perdón. Necesitaba manteca de cacao». Y luego agregó: «Por cierto, cuídate cuando vuelvas».
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