En la jornada del jueves, la iglesia católica comenzó a transitar el Triduo Pascual (Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado de Gloria). Como suele suceder, en esta época, los fieles bandeños se volcaron masivamente a los templos para participar de las celebraciones religiosas. En su reflexión el padre Gastón Alejandro Cuello (de la parroquia Cristo Rey) afirmó, «actualmente no se vive el amor como Jesús quiere, no se vive el amor sin límites».
La parroquia Cristo Rey recibió a los católicos, quienes se acercaron para revivir la Última Cena del Señor, momento en que el Salvador instauró la Eucaristía; el Sacerdocio y también dejó un importante gesto que año tras año se recuerda: el lavatorio de los pies.
«En este día hay una palabra que nos tiene que marcar, y es lo que ha ido narrando el evangelio, y es el amor. El amor de Jesús hecho obra», empezó su homiliía el sacerdote.
El presbítero recordó, «estamos celebrando la Última Cena, donde se renueva la entrega de Jesús por cada uno de nosotros y hoy también -como aquel día- nos acercamos nosotros a la mesa a compartir con Él. Hoy -por el jueves- es el día de la Eucaristía y para que haya Eucaristía tiene que haber también algún ministro por eso también es el día del Sacerdote».
En otro orden de cosas puntualizó, «también es el día de la caridad, del amor, de recibir el mismo regalo que les ofreció a los discípulos y que es el lavatorio de pies que es el gesto de entrega mayor que nos enseña Jesús«.
En ese contexto el sacerdote resaltó, «actualmente no se vive el amor como Jesús quiere, no se vive el amor sin límites. El Evangelio de Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre. Cuando vemos la realidad que nos toca vivir es porque algo nos está pasando, nos estamos enfrentando a nosotros mismos y estamos alimentando nuestro propio YO y nos vamos olvidando de nuestro Dios, de lo verdadero, de lo esencial. Me voy olvidando de vivir el amor porque estoy viviendo solamente lo material que no es lo que nos va a salvar, lo que salva al mundo es el amor».
El padre Cuello instó a los presentes a recuperar, «lo esencial de nuestra fe que es su cuerpo, su sangre, su alma y divinidad, entregada para que nosotros podamos seguir siendo aquí sus discípulos y misioneros. Dios es quien nos da la fuerza, el amor sin límite y sin él no podemos nada. Que siempre seamos agradecidos de todo lo que ha hecho el Señor y todo lo que puede ser capaz de hacer con nosotros».
