Padre Gastón Cuello: «Basta de tantas tristezas de nuestro pueblo que lo están matando, deprimiendo…»

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Este sábado la comunidad católica celebró la fiesta de la Asunción de María. En la oportunidad, el padre Gastón Cuello (párroco de la iglesia Cristo Rey) en su reflexión pidió, «basta de tantas tristezas de nuestro pueblo, que lo están matando, deprimiendo, que parece que no hay otra salida».

Cabe destacar que también los fieles conmemoraron la fiesta mensual en honor a la Virgen de la Dulzura Espera.

En relación a la fiesta de la Asunción de la Virgen María el sacerdote señaló, «nosotros nos alegramos también y por qué es la alegría, por qué tenemos que estar alegres con todos los problemas que tenemos aquí. Porque mi vida no termina aquí, por eso debo estar alegre. Porque este virus no debe quitar la alegría de esta fiesta y de esta felicidad eterna que vamos a tener».

Seguidamente reflexionó, «estos problemas en nuestras vidas nos dejó estancados, y nos olvidamos de que mi vida tiene que ser ir al cielo como María, quien nos abrió el camino».

En este sentido el padre Cuello no dudó en pedir, «basta de tantas tristezas de nuestro pueblo, que lo están matando, deprimiendo, que parece que no hay otra salida. Hoy, se nos muestra una luz, una esperanza. María dice que nuestro destino es el cielo, su hijo Jesús le marcó el camino, la llevó junto a él. Y si en la cruz ella quedó como nuestra madre, también nos llevará a nosotros».

Embarazadas amenazadas

En otro tramo de su homilía, el párroco se refirió a la amenaza que tienen, en la actualidad, las mujeres embarazadas. En ese sentido expresó, «¡¿cuántas mujeres, hoy, están atacadas por el demonio?!. Le llamamos por la decisión personal, para decidir sobre su cuerpo».

«María ya estaba atacada, pero siempre hay alguien que vence, y se va abriendo lugar ante este dragón que quiere atacar la vida del ser humano», sostuvo.

El servicio 

El padre Cuello también se refirió al servicio dentro de la comunidad. «Un día iré al cielo y contemplaré a María y a Jesús esa es la meta. ¿Pero cómo hacemos?. María misma nos enseña; ella se levantó y fue a prestar servicio: el servicio salva, sana, libera, nos saca los temores, nos saca de la esclavitud y nos lleva al cielo».

«Muchas veces decimos, ah pero no me pidieron a mí. ¿En el evangelio dice que Isabel le pidió a María que haga algo?. No. Nace de ese ser impulsado por el Espíritu Santo para ser hombres y mujeres de servicio. Lo tenemos que hacer todos. ¿Cuántos años tenía María? Era una adolescente, era joven, no hay edad para el servicio. No pongamos pretextos para hacer el servicio», fustigó el presbítero.

Sobre esta cuestión amplió, «tenemos que servir sin esperar que me pidan. Hacelo. ¿Cuáles serán las cosas que hoy necesita mi familia?. Ya que vamos a estar más tiempo con nuestra familia pensemos. El servicio cuesta hermanos. No hay nada que no tenga esfuerzo. Si quiero tener un título me tengo que esforzar, si quiero tener un bien me debo esforzar; y ¿vale la pena el esfuerzo?».

«Vale la pena. Me pregunto dónde ha quedado el ideal o el horizonte de querer llegar al cielo. Qué pasó con los pastores que hemos dejado de anunciar o nos hemos contaminados de las cosas de este mundo. Esto es pasajero; y lo otro donde vamos a ir es eterno. Entonces a no desfallecer. Alegrémonos como se alegró Juan en el seno materno; saltemos de gozo porque Él nos viene a recordar a través de su madre cuál es nuestro destino final», concluyó.

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