La parroquia Cristo Rey se vistió de fiesta para la Misa de Navidad, celebración que marca el nacimiento de Jesucristo. Fue presidida por el padre Gastón Cuello y se desarrolló en un ambiente festivo y acogedor ya que los feligreses se reunieron para adorar al Niño Dios.
Durante la celebración en sacerdote preguntó a los presentes «¿qué es lo más grande que han hecho por amor?», las respuestas fueron muchas y variadas, pero él puso especial énfasis en una que decía «formar mi familia» destacando, «el nacimiento es la fuerza del amor de Dios, ese amor que todo lo puede».
Asimismo remarcó que el Papa Francisco señaló que se necesita realizar un cambio estructural en la Iglesia. «Ese cambio se inicio cuando nació el Señor, cuando se hizo cercano. En el Antiguo Testamento esperaban a un rey, el salvador, el mesías y seguramente pensaban que estaría en un palacio, no lo esperaban en un pesebre y nosotros en este jubileo que estamos comenzando en el 2025 parece que seguimos esperando un Dios a nuestra medida, un Dios que haga lo que yo quiero y como yo me imagino».
«Tenemos un Dios cercano -continuó- nosotros tenemos que decirle a nuestra mente y nuestro corazón que él está conmigo siempre. El nombre del niño que debía nacer para nuestra salvación es Emanuel ‘Dios con nosotros’ esa es la revolución del amor… la cercanía».
Más adelante indicó, «Dios se desespera para que volvamos nuestra mirada, actitudes y gestos hacia él, que dejemos de lado otras cosas para poder descubrirlo en éstas realidades que vivimos hoy, que pueden ser difíciles seguramente pero el amor es más fuerte. Qué estamos haciendo nosotros con la cercanía de Dios, ¿vivimos esa cercanía con nuestros hermanos?».
«Él está en los lugares menos pensados, y saben quienes lo tienen que hacer cercano ustedes y yo por eso somos peregrinos de la esperanza. En esta navidad Dios viene a movernos de nuestras comodidades a las que nos hemos acostumbrado, entonces digamosle que sí, que aceptamos que vuelva a nacer en nuestras vidas. Cada gesto que se haga con mucho amor ahí estará Dios, ahí renace una esperanza porque él no defrauda. Pidamos entonces que podamos devolver todo ese amor a nuestros hermanos».
La celebración eucarística concluyó con la bendición y la tradicional adoración al Niño Jesús.