La comunidad de la parroquia Nuestra Señora de Lourdes conmemoró, en este Jueves Santo, la institución de la Eucaristía en la Última Cena y el lavatorio de los pies realizado por Jesús. La celebración eucarística estuvo a cargo del padre Omar Díaz.
Tras la lectura del Evangelio, el sacerdote destacó: «Que grande que es el Señor porque aún en los momentos difíciles saca a relucir lo que hay en el corazón, todo lo que tiene lo quiere dejar para que nosotros podamos seguir caminando en la fe».
«Es en las situaciones difíciles -continuó- donde se pone a prueba nuestro temple, desde la fe, allí sale a relucir aquello que es más genuino y auténtico que quizás tenemos que fortalecer o tal vez tenemos que modificar y cambiar. Cuando Jesús se ve en aprietos lo que sale de él es amor, generosidad, capacidad de servir a la comunidad y cuando nosotros nos vemos en situaciones donde no nos va tan bien, donde hay presiones ¿qué sale de nosotros?»
Más adelante señaló: «En cada Semana Santa insistimos, recordando la epístola de San Pablo, ‘Dejense reconciliar con Dios’, para volver a vivir como hermanos y reconciliarnos con el Señor, intentar mejorar nuestras vidas para alcanzar los valores del Evangelio. La reconciliación tiene que ver con la capacidad de perdonar, de comprender, de amar al otro, tiene que ver con el ejercicio de desterrar del corazón y de nuestra mente todo juicio apresurado que podamos hacer a cerca de los demás. Ejercitarnos en la capacidad de amar y desde allí poder hacer la experiencia que realmente somos creados a imagen y semejanza de Dios».
«Que nuestra vida transcurra pensando en que puedo brindar, que puedo ofrecer a los otros, cómo puedo enriquecer la vida de los demás, cómo puedo dar vía libre a que Dios obre en mí para dejar una huella de su amor. Todo se resume en el servicio y el fundamento es el amor», señaló.
También expuso: «De qué manera puedo testimoniar que soy cristiano, prestando un servicio desde el ámbito laboral, educativo, cultural, obrar con rectitud de conciencia, con una intención que busque la comunión con el querer y el pensamiento de Jesucristo, sabiendo de antemano que muchas veces implicará ir contra la corriente. Pidámosle al Señor que descubramos que nuestra vida tiene sentido desde la fe en él, una fe que se vive buscando a Dios, en la oración, dando lugar a que nos ayude con su luz en el disernimiento».
Tras la celebración eucarística se realizó la procesión con el Santísimo Sacramento para luego dar inicio a la Adoración.
