«¡Si el jubileo no llega a los bolsillos, no es un verdadero jubileo! ¿Entendieron? ¡Y está en la Biblia! No lo inventa este Papa: está en la Biblia». Con su habitual estilo directo, Francisco volvió a hacer hoy un fuerte llamado a la solidaridad y a la generosidad de los que tienen más, para que ayuden a los que no tienen nada, especialmente durante el Jubileo de la Misericordia en curso, comenzado el 8 de diciembre pasado.
«Cada uno, en su corazón, piense si no tiene demasiadas cosas. ¿Pero por qué no dejar (algo) a los que no tienen nada? ¿El diez por ciento, el cincuenta por ciento? Digo, que el Espíritu Santo inspire cada uno de ustedes», dijo el Papa, saliéndose del texto que estaba leyendo, durante la audiencia general de los miércoles.
El Sumo Pontífice, en medio de un discurso.Foto:Reuters
En una catequesis que coincidió con elcomienzo de la Cuaresma -período de oración y penitencia que precede la Pascua-, el Papa explicó el significado del Jubileo. Recordó que el «jubileo» es algo antiguo, que se remonta a las las Sagradas Escrituras y que era un período, cada cincuenta años, en el que se cancelaban las deudas y se devolvían a las personas esas propiedades que se habían visto obligados a vender por problemas de dinero.
«Era una especie de perdón general (…). Con el jubileo el que se había vuelto pobre volvía a tener lo necesario para vivir, y quien se había vuelto rico le devolvía al pobre lo que le había sacado. El fin era una sociedad basada en la igualdad y la solidaridad, donde la libertad, la tierra y el dinero volvieran a ser un bien para todos y no sólo para algunos, como ocurre ahora, si no me equivoco…», dijo. Luego de denunciar que hoy cerca del 80% de las riquezas de la humanidad están en manos del 20% de la población, advirtió que «si el jubileo no llega a los bolsillos, no es un verdadero jubileo». «Esto está en la Biblia, no lo inventa este Papa», clamó, provocando aplausos entre las 30.000 personas presentes en la Plaza de San Pedro.
Como ya hizo en otras oportunidades, el Papa arremetió también contra la usura, tras recordar que la Biblia pide con insistencia responder generosamente a los pedidos de préstamos, «sin hacer cálculos mezquinos y sin pretender intereses imposibles», una enseñanza que definió «muy actual». «¡Cuántas familias están en la calle, víctimas de usura!», clamó. «Por favor, recemos para que en este jubileo el Señor saque del corazón de todos nosotros esta voluntad de tener más, la usura. Volvamos a ser generosos, grandes», exhortó.
Subrayó que muchas veces, en la desesperación, muchos terminan suicidándose «porque no tienen una mano tendida que los ayude, sino tan sólo la mano que viene para hacerles pagar los intereses». «Es un grave pecado la usura, es un pecado que clama al cielo», sentenció, al concluir con que «el Señor, en cambio, prometió su bendición a quien abre la mano para dar con amplitud».
Elizabetta Piqué/ La Nación