El eco de las multitudes que celebraron los Juegos Olímpicos de París 2024 todavía resuena en las calles de la capital francesa. Pero más allá de los podios y las medallas, el evento ha dejado una marca duradera en la infraestructura de la ciudad. Entre las decisiones más significativas que surgieron de la organización olímpica está la peatonalización del Puente de Iéna, un paso clave que conecta la Torre Eiffel con el Palacio de Chaillot, y que ahora quedará libre de vehículos de manera permanente.
La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ha sido una de las principales defensoras de conservar parte del legado de los Juegos en la ciudad. En su visión de una capital más sostenible y accesible, Hidalgo no solo busca mantener los anillos olímpicos en la Torre Eiffel, sino también impulsar medidas que alivien la presión del tráfico vehicular en zonas turísticas y monumentos históricos. Con la peatonalización del Puente de Iéna, la ciudad avanza en esa dirección.
No obstante, la medida no implica una peatonalización total. Buses, taxis y vehículos de emergencia seguirán teniendo permitido cruzar el puente, manteniendo así su funcionalidad para los servicios esenciales. A pesar de esto, la reducción de vehículos comunes ya es un paso crucial en los esfuerzos por reducir la contaminación en la capital, un problema persistente que Hidalgo ha intentado combatir desde que asumió el cargo.
Aunque la decisión de peatonalizar el Puente de Iéna surgió como parte de los cambios necesarios para manejar la afluencia masiva de visitantes durante los Juegos Olímpicos, su permanencia en el tiempo marca un punto de inflexión en la planificación urbana de París. Anne Hidalgo ha dejado claro su compromiso de aprovechar los Juegos no solo como un evento deportivo, sino como una oportunidad para reimaginar la ciudad y su infraestructura.
El Puente de Iéna se suma así a una serie de proyectos que buscan hacer de París una ciudad más amigable para peatones, con menos vehículos y un mayor enfoque en la sostenibilidad. En este contexto, la capital francesa sigue los pasos de otras grandes urbes como Ámsterdam o Copenhague, que han transformado sus centros históricos en zonas predominantemente peatonales, donde el espacio público vuelve a estar al servicio de las personas.
Fuente Infobae