Patricia Bullrich juega cada vez más fuerte, levanta su perfil, crece en las encuestas y tiene en mente un objetivo: convertirse en candidata presidencial de la oposición en 2023. Es cierto que falta mucho, pero la carrera ya comenzó y la presidenta del PRO tendrá una primera escala en las elecciones legislativas: apuesta a liderar la lista de postulantes a diputados por la Ciudad de Buenos Aires. En todos los casos deberá enfrentarse a Horacio Rodríguez Larreta, con quien mantiene una relación cada vez más tensa.
Pero la ex ministra de Seguridad también tendrá que competir dentro del partido fundado por Mauricio Macri con otra figura de peso: María Eugenia Vidal. La ex gobernadora bonaerense tiene previsto finalizar sus 16 meses de inactividad política a principios de abril, en coincidencia con el lanzamiento de su libro “Mi camino”, sus memorias sobre los cuatro años de gestión en la Provincia de Buenos Aires, luego de lo cual aceptará hablar con los medios y comenzará una serie de recorridas y contactos con dirigentes en todo el país. Su meta es la misma de Bullrich y de Rodríguez Larreta: la candidatura a Presidente.
Quien tomó la iniciativa por ahora, es la jefa del PRO. Se muestra activa, enérgica, tiene opiniones contundentes y es implacable contra Alberto Fernández y Cristina Kirchner, en una estrategia que, en el fondo, también es una forma de diferenciarse del estilo zen del jefe de Gobierno porteño.
Es cierto que Bullrich no tiene que afrontar muchos de los riesgos de Rodríguez Larreta, quien carga con la gestión de un distrito clave en medio de la pandemia y con los recortes presupuestarios que le impuso la Casa Rosada, pero tampoco tiene los recursos del poderoso aparato del Gobierno de la Ciudad.
¿Será por eso que la presidenta del PRO sumó a su equipo a un ex funcionario del Ministerio de Trabajo del gobierno de Cambiemos para que le tendiera puentes con importantes empresarios? Todo político que aspire a la Presidencia, como se sabe, debe asegurarse muy buenas relaciones con el poder económico.
Bullrich no deja de buscar una agenda de alto impacto: este domingo estará en Formosa con el diputado Waldo Wolff, de Juntos por el Cambio, para protestar contra el gobernador Gildo Insfrán y viajará esta semana a El Calafate, un símbolo del kirchnerismo, para hablar con referentes locales de la oposición, mientras planea más viajes por todo el interior en los que también buscará la organización del PRO.
Mientras Rodríguez Larreta cree que Juntos por el Cambio debe crecer con el aporte del electorado moderado y del peronismo desencantado del Gobierno, Bullrich comenzó movimientos por su cuenta (y avalados por Macri) para captar el voto libertario: no fue casual el encuentro ante las cámaras que tuvo en la Plaza de Mayo, el sábado pasado, con Javier Milei, socio de José Luis Espert en el Frente Avanza Libertad.
Ambos ya se habían reunido a solas y la titular del PRO quiere convencer al economista de sumarse a su espacio y así lograr la adhesión de muchísimos jóvenes que simpatizan con las ideas liberales y rechazan al populismo. Al igual que Macri, en el entorno de Bullrich calculan que el voto libertario puede alcanzar al 8% del electorado y que sus dirigentes son mucho más confiables que los provenientes del peronismo.
Maria Eugenia Vidal reaparecerá en abril con su libro de memorias y viajes por el interior
Mientras, el silencio de Vidal sigue desorientando a sus propios colegas partidarios. Hasta Macri se mostró preocupado por la estrategia de la ex gobernadora, como lo confesó la semana pasada en un encuentro con dos referentes del PRO. Aun cuando sus allegados dejan entrever que reaparecerá en abril con el lanzamiento de sus memorias (quería hacerlo en marzo, pero reprogramó sus planes porque iba a coincidir con la salida del libro de Macri, “Segundo tiempo”), tampoco está claro qué quiere hacer.
Elisa Carrió es una de los dirigentes que Vidal escucha con atención y que le aconsejaron no presentarse como postulante a diputada en la provincia de Buenos Aires para las próximas elecciones: si llegara a perder contra el Frente de Todos quedaría muy herida políticamente para mantener su proyecto presidencial. Y cerca de la ex mandataria bonaerense aseguran que ese plan sigue firme. El problema es cómo sostener un nivel alto de exposición desde el llano que le prepare el camino hacia la máxima candidatura en 2023.
Dentro del PRO afirman que se analiza otra alternativa: que Rodríguez Larreta designe a Vidal como jefa de Gabinete de la Ciudad y desde ese puesto comience a desandar tantos meses de aislamiento para convertirse dentro de dos años en candidata a jefa de Gobierno porteño. Eso equivaldría a postergar su sueño presidencial, pero le podría garantizar al partido de Macri retener el distrito que maneja desde 2007. En el entorno de la ex gobernadora afirman que ese “es más un plan de Larreta que de Vidal”.
Horacio Rodríguez Larreta, al inaugurar el año legislativo de la Ciudad de Buenos Aires
¿No tiene Rodríguez Larreta un “preacuerdo” con el radical Martín Lousteau para que sea candidato de Juntos por el Cambio a sucederlo en la Ciudad de Buenos Aires? En las filas del PRO se espantan ante la idea de resignar el poder de tantos años en el distrito porteño. Y tampoco en la UCR hay unanimidad en apoyar el ascenso del actual senador, sobre todo porque detrás de él está el polémico Enrique “Coti” Nosiglia.
Rodríguez Larreta tiene un problema que estallará mucho antes: ¿aceptará resignar poder para que la lista de candidatos a diputado nacional sea liderada por una adversaria interna como Bullrich? El jefe de Gobierno preferiría que la nómina la encabece alguien de su confianza como Fernán Quirós, su ministro de Salud. Pero la duda es si realmente podrá abandonar su puesto: si las PASO se realizan en agosto, la campaña electoral comenzaría en julio, pero es imposible que por entonces la pandemia se haya terminado. ¿Quién se animaría a sacarlo de su cargo mientras crecen los contagios, faltan las vacunas y sigue la emergencia?
El jefe de Gobierno y la presidenta del PRO mantendrán en breve un encuentro presencial luego del Zoom que compartieron el lunes pasado, durante el cual, pese a un clima cordial mantuvieron sus diferencias políticas y evitaron temas ríspidos como las candidaturas en la Ciudad. Ambos quieren no sólo decidir quién encabezará la lista de diputados sino también mantener una mayor injerencia en el armado de la nómina.
Mauricio Macri, con los dirigentes del PRO Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Patricia Bullrich, Cristian Ritondo y Humberto Schiavoni, más Miguel Angel Pichetto
Rodríguez Larreta, principal exponente del ala dialoguista de Juntos por el Cambio, pasó una semana en la que seguramente habrá dudado sobre los beneficios de su moderación a ultranza. Arrancó el lunes con su promesa de que “siempre voy a estar para terminar con la grieta” para abrir el año legislativo de la Ciudad, pero la radicalización de Alberto Fernández y Cristina Kirchner lo obligó a mostrar los dientes y a rechazar, a dúo con Bullrich, la propuesta presidencial de crear una comisión bicameral para controlar a los jueces. Incluso el habitualmente medido Quirós también se endureció ante el gobierno nacional para quejarse por la forma en que se reparten las vacunas contra el coronavirus que llegan a la Argentina.
¿Podrá continuar Rodríguez Larreta con su estrategia gandhiana mientras el Gobierno se pinta la cara para embestir a fondo contra la Justicia y el gobernador Insfrán reprime a los formoseños que protestan, por ejemplo? ¿Cómo explicará Vidal tantos meses de ausencia mientras el oficialismo se corría a los extremos? Bullrich es la dirigente opositora que hoy sintoniza mejor con ese electorado anti-K, pero conformar a esa porción de la sociedad tampoco le alcanzará para pasar la barrera del 41% de los votos de 2019.
Son algunos de los tantos dilemas de una oposición que tendrá que elegir los mejores candidatos para convencer a los argentinos de que pueden tener otra oportunidad de gobernar, aunque aún debe terminar de definir su perfil para evitar desdibujarse. Algo a lo que quedará expuesta con declaraciones como las del ex ministro Rogelio Frigerio, quien confesó que “con Máximo Kirchner se puede hablar” y elogió a La Cámpora justo en la semana en que los líderes del Frente de Todos se tiñeron de fundamentalismo.
Fuente: infobae