En la teoría de los juegos hay dos tipos, los finitos y los infinitos. En el finito los jugadores son conocidos, las reglas son fijas y el objetivo en común está previamente fijado y no se cambia, como en el fútbol. Hay uno que gana el campeonato y otros que no. Nadie sale a cuestionar el reglamento una vez que no se salió campeón. El sistema es estable, como en la Guerra Fría, donde cae derrotado el que pierde la voluntad o se queda sin recursos. Estados Unidos no ganó la guerra fría, sino que abandonó la Unión Soviética.
En el juego infinito, hay jugadores conocidos y otros desconocidos, y las reglas pueden cambiar en cualquier momento, volverse casi estables de repente y volver a modificarse de nuevo en otro sentido. No hay ganadores o perdedores, seguir en el juego es el objetivo porque el objetivo no es ganar, sino permanecer. Así es que en el juego infinito no se mira tanto la competencia, sino cómo mejorar, cómo generar un nuevo producto para ofrecerle al mercado, cómo aprender algo que no se sabía para conservar lo único que siempre seguirá estable, la visión.
Por eso Vietnam le ganó la guerra a los Estados Unidos, no porque quisieran ganarle a los norteamericanos, sino porque los norteamericanos jugaban a ganar y los vietnamitas a sobrevivir, para seguir siendo quiénes eran. Ganaron simplemente porque siguieron en el juego.
En el quincho de la Residencia Presidencial de Olivos a donde fueron convocados los precandidatos de Cambiemos en distritos que están en manos del peronismo en la provincia de Buenos Aires, donde se librará la batalla que definirá la reelección de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, Marcos Peña apeló a una charla del inspirador inglés Simon Sinek para dar un mensaje bien preciso: «Tenemos que ser como vietnamitas».
El Jefe de Gabinete sorprendió a los 120 hombres y mujeres, la mayoría jóvenes que rondan entre los 30 y 40 años, tomándose mucho tiempo y hablándoles de un modo que no habían escuchado. Al proponerles el objetivo de continuar en el juego, demostró que sabe que los sueños de muchos, que esperaban ganar este año, muy probablemente no será alcanzado, pero van a permanecer si muestran voluntad y no abandonan.
El periodista y precandidato en Avellaneda Luis Otero quiso que profundice qué significaba para él «ser como los vietnamitas» y Peña lo volvió a explicar con menos metáfora.»No se trata de ir, pelear, ganar o perder y me voy. Para los vietnamitas era de por vida, porque no tenían otro lugar a dónde irse», dijo.
Y apelando a su rol de jefe de campaña pidió que «cada uno se transforme en un emisor del mensaje», porque «cada candidato tendrá que ser el protagonista en su propio distrito» y tiene que generar conversaciones en los espacios por donde pasan las verdaderas discusiones, como el chat de mamis del colegio o el de seguridad de los vecinos de la cuadra. Es que «en 2015 solo el 16% de los celulares eran inteligentes y hoy superan el 80%». Y entre varios consejos simples para incentivar la militancia voluntaria, hasta se animó a sugerir la charla política en los asados de familia, algo que no recomendaba cuatro años atrás.
Los invitados al suculento asado donde hubo ensaladas de rúcula y tomates cherry, chorizo, morcilla y carne al asador y un flan con dulce de leche de postre, eran de las siete secciones de la provincia, porque la 8º, La Plata, está gestionada por Julio Garro, que viene del PRO. Obviamente, los representantes de la 1º y la 3º coparon el almuerzo, porque es donde Cambiemos está obligado a garantizar la mayor diferencia para alcanzar la reelección, aunque también estaban todos los candidatos del interior de la Provincia.
Quienes dieron la conferencia de prensa posterior a la reunión fueron el subsecretario de Asuntos Municipales de la provincia de Buenos Aires, Alex Campbell, y tres precandidatos en distritos del conurbano: Lucas Delfino, en Hurlingham, Santiago López Medrano, en San Martín y Gladys González, en Avellaneda. «Estamos en el camino correcto y seguramente entre quienes almorzaron hoy aquí con el Presidente están muchos de los próximos intendentes de Cambiemos en la Provincia», dijo Campbell.
Cambiemos gobierna actualmente 69 intendencias y con el almuerzo de hoy demostró que –a pesar del duro panorama económico- tiene un despliegue territorial notable en la provincia de mayor peso electoral en el país. En diálogo con Infobae, el diputado nacional Hernán Berisso, mano derecha del ministro Alejandro Finocchiaro que disputará por la intendencia de La Matanza y hoy estuvo ausente por un viaje al exterior, aseguró que «en 2015 sacamos 25%, en el 2017 llegamos a 30%, y no puedo decir cómo nos dan las encuestas pero sí aseguro que mucho mejor de lo que yo mismo creía».
Algo similar explicó Delfino. «Si el peronismo estuviera tan bien como dice y nosotros tan mal como ellos creen, no se preocuparían tanto por el decreto que anula las colectoras, un sistema que es rotundamente desaconsejado por los expertos electorales del mundo por la forma en que manipulan a la opinión pública y confunden al elector», dijo.
Durante el asado, habló María Eugenia Vidal quien reconoció que «la Provincia es el distrito más difícil del país, donde estamos peleando contra muchas décadas de fracaso» y aseguró que «elegimos la dificultad porque no queríamos ser más espectadores, no queríamos que la política que venía gobernando siguiera tomando las decisiones en la provincia».
Macri, por su lado, dijo que «no podemos seguir entre los cinco países del mundo con la inflación más alta porque eso nos lleva a ser el segundo país que menos creció en los últimos 50 años, después de Sudáfrica». Y se mostró confiado en que con el trabajo que se hizo en los últimos tres años y medio «la base está», porque «estamos construyendo los cimientos con el presupuesto equilibrado, la recuperación del crédito y la recuperación de la moneda».
Sin embargo, la mayoría de las mujeres y hombres presentes se quedaron pensando en un momento del video que el Jefe de Gabinete les exhibió, donde se habla de que en el juego infinito, las empresas a las que no les importa el resultado de corto plazo no abandonan «porque no lograron el objetivo en la fecha fijada, porque eso no quiere decir que no se logre».
Es el fondo de la justificación del fracaso de los pronósticos del Gobierno y que dio él mismo: la explicación de por qué tiene sentido seguir en el juego, independientemente de los resultados, que nadie puede garantizar.