El 3 de junio una noticia sacudió a México: el arzobispo primado, Norberto Rivera Carrera, había renunciado ante El Vaticano. Un día antes, dos ex sacerdotes habían presentado una denuncia en su contra ante la Fiscalía federal por el encubrimiento de al menos 15 curas responsables de abusar sexualmente de menores.
Meses antes, el 18 de diciembre de 2016, Rivera Carrera aseguró ante medios de comunicación que no había tolerancia hacia la pederastia clerical. «En la Arquidiócesis, al menos unos 15 sacerdotes han recibido no solamente juicio, sino sentencias», dijo sin precisar ante quién se realizaron estos juicios y cuáles fueron las sentencias.
La declaración le dio argumentos a ex sacerdotes para presentar la denuncia en la que se acusa al arzobispo de «encubrimiento», ya que en el país el abuso sexual contra menores de edad no sólo es un delito federal sino que cualquier ciudadano que tenga conocimiento de un acto de este tipo debe reportarlo a las autoridades.
En México, los ministros de culto no están exentos de la acción judicial, por ello, para los denunciantes, Alberto Athié Gallo y José Barba, al tener conocimiento de estos casos, el arzobispo debió no sólo haberlo reportado a El Vaticano sino también a las autoridades correspondientes.
El motivo oficial de la renuncia de Rivera no fue la denuncia en su contra sino que el 6 de junio cumplió 75 años, la edad establecida por el Código de Derecho Canónico para presentarla oficialmente.
Norberto Rivera fue nombrado arzobispo primado el 13 de junio de 1995 por el entonces Papa Juan Pablo II. Entonces ya venía precedido de una polémica como encargado de la Diócesis de Tehuacán, en Puebla, donde presuntamente solapó al sacerdote Nicolás Aguilar, quien después de haber sido señalado por supuestos abusos sexuales en Puebla fue enviado a Los Ángeles, Estados Unidos, donde se le acusó de haber abusado de al menos 26 menores en 10 meses.
«Las autoridades mexicanas tienen también su responsabilidad porque no actuaron», asegura Alberto Athié en entrevista con Infobae.
La oscura historia del Padre Maciel
La presunta relación del Arzobispo con escándalos de pederastia clerical se remontan a 1994, cuando, en palabras de Alberto Athié, entonces sacerdote, tuvo conocimiento del primer caso que se hizo público de abusos sexuales a menores del fundador de los legionarios, Marcial Maciel.
La primera denuncia contra Maciel se presentó formalmente en 1997, pero según el diario El País, desde los años cuarenta existían ya testimonios de abusos sexuales perpetrados por el cura que también se casó y tuvo hijos cuando ya profesaba el sacerdocio.
La primera de sus víctimas que hizo público su caso fue Juan Manuel Fernández Amenábar, retirado de la vida pública.
En 1997, varias de sus víctimas publicaron una carta en la que narraban los distintos actos de los que los hacía partícipes.
Según sus víctimas, «los elegía bonitos, los mandaba llamar a su habitación para pedirles que le dieran un masaje» y al conseguir que lo masturbaran se justificaba diciendo que tenía «dispensa papal» porque estaba muy enfermo. «Lo que has hecho es un acto de caridad», les decía.
«El reverendo padre Maciel me bajó los pantalones, los calzoncillos y empezó a manipularme como si fuera un experto en esos menesteres. Cuando ya estaba eyaculando, sacó un frasquito para que lo llenara de semen. Una vez que concluyó, me preguntó sí iría a comulgar», narró en 2008 el abogado Jesús Pérez Olvera, una de sus víctimas.
En la medida que continuaban las acusaciones en contra de Maciel, Alberto Athié empezó a ejercer presión contra Norberto Rivera para que se emprendieran acciones legales. La primera respuesta fue que se trataba de un complot.
La segunda, narró, fue un ofrecimiento en 2001 para convertirse en obispo a cambio de guardar silencio. Pero al no aceptar, «me corrió y me fui a Chicago».
Maciel falleció en Florida el 30 de enero de 2008 en medio del escándalo y sin enfrentar a la justicia.
Según las cifras de la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales del Clero (SNAP) de México, actualmente existen al menos unos 200 casos vigentes de pederastia clerical. A pesar de que en 2009 dio a conocer una lista de 16 curas en activo acusados de pedofilia, existe lo que se llama «tráfico de pederastas», esto significa que solo se les mueve a otra sede, se les saca del país o se les cambia de nombre y apellido para dificultar su localización.
En este tipo de «tráfico», Athié Gallo expresó que el Arzobispo Primado tiene muchas preguntas que responder.
«Al mismo tiempo que dijo que no protegía pederastas, asegura que él tuvo conocimiento de 15 casos, lo que significa que hubo denuncias, los investigaron, encontraron elementos para mandar los casos a Roma y que fueron sancionados por el Papa», afirma.
«A lo mejor los sancionaron, a lo mejor unos están suspendidos, otros no, lo más probable es que la mayoría está en la Ciudad de México y no sabemos si se encuentra abusando de nuevas víctimas». En este punto, asegura, radica la importancia de su denuncia: proteger a víctimas potenciales porque si se conocen sus nombres y ubicación será más fácil someterlos a proceso penal.
A la denuncia presentada por los ex sacerdotes se suman también los reclamos de organizaciones de la sociedad civil.
En una petición en la plataforma Change.org, dirigida al Presidente Enrique Peña Nieto y al Fiscal Raúl Cervantes Andrade, se expone que con su declaración «no queda duda de que el Cardenal Rivera Carrera tuvo conocimiento pleno, íntegro e indubitable de la existencia de esos presuntos delitos, los cuales no denunció ante el Ministerio Público a sabiendas de que ese era su deber primario conforme a lo establecido en los artículos 12 BIS de la Ley de Asociaciones Religiosas y 116 del entonces vigente Código Federal de Procedimientos Penales».
La petición supera las 35.000 firmas.
Tras darse a conocer la denuncia, el Arzobispo Primado de México aseguró: «Yo no he protegido absolutamente a ningún pederasta. De hecho, aquí en la Arquidiócesis al menos unos 15 sacerdotes han recibido no solamente el juicio, sino sentencias que afortunadamente no tenemos que dar nosotros. Aquí tenemos que hacer la investigación, se manda toda la documentación a la Doctrina de la Fe, en Roma, y el Santo Padre es quien ha tomado las decisiones en esos casos tan dolorosos, porque sí han sucedido aquí en México».
A pesar de haber presentado su renuncia, según explicaron los representantes eclesiásticos, la salida de Norberto Rivera no será inmediata sino hasta que el Papa la acepte.
Están los ejemplos del cardenal Juan Sandoval Iñiguez, quien después de presentar su renuncia a la Arquidiócesis de Guadalajara, permaneció otros cuatro años al frente. Al anterior Arzobispo Primado de México, Ernesto Corripio Ahumada, le fue aceptada un año después de presentarla.