La tradicional celebración, inaugurada por la comparsa «Cordao da Bola Preta» y que marca el inicio de las festividades del Carnaval, había estado en duda el jueves, cuando policías y bomberos anunciaron que iba a comenzar una huelga en reclamo de aumentos salariales.
La Policía Militar (PM) reiteró «el estado de normalidad en relación a la vigilancia policial en todo Río de Janeiro». «Todos los servicios de rutina están siendo prestados por la corporación», según un comunicado.
Los juegos de fútbol, custodiados también por esa fuerza, no sufrieron alteraciones para el fin de semana.
Ante la amenaza de arruinar uno de los eventos que más turistas convoca y por el temor de una ola de crímenes como sucedió en Bahía, el Gobierno de la presidente Dilma Rousseff adelantó tener listos a 14 mil militares para custodiar las calles de Río de Janeiro.
Las autoridades actuaron rápido y en pocas horas arrestaron a 17 policías, entre los que están diez de los 11 líderes de la protesta. El gobernador del estado, Sergio Cabral, afirmó que «fue un intento de huelga que no tuvo éxito».
Además, firmó un decreto para acelerar los procesos disciplinarios y sancionar más rápido a oficiales que adhirieron al paro: 129 policías y 123 bomberos serán sometidos a procesos administrativos por faltar al trabajo.
La paralización se sintió con más fuerza en ciudades del interior del estado, como en la ciudad de Campos (norte), adonde fue enviado el Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) para asumir las labores de vigilancia.
Fuente: AP – ANSA
