Peter Lanzani: «Hoy la mujer es más brutal que el hombre»

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El camino del aprendizaje». Peter Lanzani repite varias veces ese concepto durante la charla con DiarioShow.com. Podría sonar a modestia, o latiguillo de respuesta, pero no. Tan encarnado tiene el actor su rol y su rumbo en la escena argentina, que la idea se adivina fuerte dentro suyo. Vivir enfocado, esperando el próximo desafío, como quien aguarda un nuevo impacto. Todo es preparación, todo es escuela.

“Estoy un poco cansado, con el ensayo de una obra nueva que es de teatro físico, con todo lo que es la presentación de ‘ Un gallo para Esculapio’, y haciendo ‘El Emperador Gynt’ en el San Martín. Es duro, pero siento que soy un afortunado”, explica.

A pesar de la justificación de su cansancio, su pensamiento no flaquea, y cada año que pasa se lo nota más convencido de que todo es transitorio, y la experiencia es su mayor maestra. “Si preguntás por la expectativa con la serie, por una cuestión de veneración del ser humano, uno quiere que le vaya bien a todo lo que hace, porque si no es una picardía. Pero que se dejó todo, eso seguro. Hoy uno no se recrimina nada, porque sabemos que dimos nuestra mejor versión. No hay presión, pero al haber ido tan bien la primera, sentíamos la necesidad de dejar la vara más alta todavía. Es mucho menos tiempo para contar, porque son seis capítulos, pero la verdad que tenemos un equipazo y la bancamos entre todos. En esta segunda había que meter la pelota en el arco. Recibimos seis capítulos que son uno mejor que el otro”, aclara de entrada Peter sobre la segunda temporada de “ Un gallo para Esculapio”, miniserie de Underground que cosechó grandes críticas y el reconocimiento del público como una de las mejores ficciones en 2017.

La producción, que estrenó el martes 16 en la pantalla de TNT, con un capítulo semanal, y ya está disponible entera en Cablevisión Flow, para Lanzani fue un riesgo que corrió gustoso: “Como desafío lo es todo, porque la historia continúa y no es una trama que se duerme en los laureles de las cosas que ya consiguió. Arranca desde el final de la primera, y va para adelante. Por suerte es una miniserie que no podés hacerla si no estudiás. Pero en un punto el estudio se deja de lado y tenés que meterte con lo que quiere el director. Siempre estamos en movimiento. Se filman 13 horas, y volvés a tu casa a preparar lo del próximo día, porque las tres escenas que tenés el otro día, son todas importantes. Nada se libra al azar. La preparación está y lo interesante es, recibir los libros y saber que la tensión está, porque sabés de dónde vienen los personajes. Sabés dónde está la apuesta”.

Como la vida misma

Muchas veces se discute si la televisión es un reflejo de lo social, o debe mantenerse al margen de la realidad, por más que se hable de proyectos artísticos. Peter explica al respecto que “la tele está cambiando todo, ¡la vida cambia todo el tiempo! La televisión es muy particular, pero sí, va mutando dentro de una impronta que genera los cambios, hoy en día mucho más con internet. Decir que ‘ Un gallo para Esculapio’ es un proyecto de televisión es capcioso. Porque se filma como cine, y tiene otras pantallas. Nosotros hacemos tres escenas por día. Yo hice televisión más convencional, hasta miniserie. Y tenés que hacer 25 en piso y 10 en exteriores. No es lo mismo. Depende de muchas cosas, del presupuesto, el lugar que te de la televisión para publicidad, y la publicidad depende del mes. Entonces es todo muy particular”.

Sobre temas que están dando vueltas sobre el protagonismo de la mujer, Lanzani refiere que “se comenzó a hablar de muchas cosas y es muy sano lo que ocurre. Y muchas series, por más que están protagonizadas por hombres, revelan el machismo de la sociedad. Antes era más difícil lograrlo por lo tradicional. Hoy la mujer es más brutal que el hombre, acá en ´Un gallo…´ hay personajes femeninos muy potentes, que en esta segunda temporada ganan mucho espacio”.

Sobre estos cambios de paradigma de la pantalla chica, Peter aclara que no existe en él una transformación como actor, sino una evolución constante. Esto se debe al recuerdo que se tiene de sus primeros papeles, en “Casi Ángeles” y “Aliados”. “Hoy para mí, ‘galán’ es un personaje que me puede llegar a tocar. Siempre traté de centrarme en mí, como actor, y tratar de ponerme desafíos para seguir mejorando y creciendo, proyecto a proyecto. Desafíos que a una semana de arrancarlo digas ‘yo esto no lo puedo hacer, no sé por qué me metí en este quilombo’. No me siento galán, de hecho siento que cada vez estoy más lejos de eso. Pero no me molestaría hacerlo tampoco, porque si lo tengo que actuar, lo voy a hacer. Si tengo que hacer de un loco demente esquizofrénico en un hospital lo haré, y si tengo que hacer de príncipe azul, tengo el rango para hacerlo. Y eso es lo que trato de ir buscando en mi carrera, ampliando el rango, y tratar de ir tocando diferentes colores”.

Al respecto de esas comparaciones sobre el momento en el que está parado y sobre sus inicios, indica que “el ser humano es prejuicioso. Yo no me lo tomo como algo personal cuando alguien habla sobre mis tiempos en tiras juveniles y lo que hago ahora. Vivimos en una sociedad en la que todos somos opinólogos y todos sabemos sobre todo. No me preocupa, me sacaría tiempo y energía. Estoy enfocado en seguir aprendiendo proyecto a proyecto. Estoy súper relajado, tranquilo porque voy creciendo. Sé que algunos proyectos son mejores y otros peores, no te quedás tan conforme, o es muy difícil dejar a todo el mundo contento y que le guste lo que hago. Pero la verdad es que me enfoco en mis metas, y los caminos que quiero recorrer. Con eso me basta. Si quiero un opinión, es de mis colegas, y los directores que necesite. Sé que la gente va a hablar incluso de lo que no sabe, no creo que vaya a cambiar en el corto plazo, y tampoco es una lucha que tenga que librar, no tengo que andar cambiando la opinión de las personas que se sientan a ver una serie un rato en un sillón y juzgan el trabajo de muchas horas, de muchas personas”.

Por ello, cuando habla de lo vivido con Cris Morena, se apasiona y analiza que “fue nuestra educación, nuestra universidad, aprendimos a estar frente a una cámara, a bailar, cantar, y actuar, todo a la vez. Te forma muchísimo y te prepara profesionalmente para lo que venga después. Y cuando el physique du rol ya no te da para programas de adolescentes, ahí sí, empezar a laburar más intensamente y de la mano de otros directores, y de alguna manera u otra seguir creciendo en base a las experiencias”.

Topándose con el éxito

La vida del actor resulta especulativa en cierto punto, porque siempre hay que definir un camino que tomar. El problema es con qué criterio uno elegirá qué obra, programa o película para estar, siempre y cuando vengan varias propuestas juntas. Con alguien que parece tener éxito en todo lo que hace, la duda es ¿cómo pronosticar el éxito?

A la hora de elegir el próximo paso, Peter refiere que no se basa en un probable suceso: “Si tuviese la fórmula de cómo llegar al éxito no le hubiese pifiado en nada y estaría en mi casa relajado, pero la vida tiene su incertidumbre, sus subibajas, vaivenes, pero hay que afianzarse con cada decisión y aprender, de lo bueno y lo malo. Por lo pronto, el vértigo tiene que estar siempre, la incertidumbre, el miedo, las ansias, porque eso es lo que te alimenta. Pero siempre seguir. La idea es estar preparado para lo que venga, para un proyecto que tenga trascendencia en la sociedad, o que alguien escriba algo que le pasó con una obra cuando sale del teatro. Todo sirve, si moviliza a alguien. Ese es el camino del aprendizaje. Es una revolución todo lo que me está pasando y trato de estar a la altura todo el tiempo. A veces uno está ensimismado con el trabajo, pero es un buen ejercicio pensar en dónde estás hoy, estar enterado de tu propio crecimiento. Es un buen punto de partida para otras metas y otros desafíos”.

Master en dirección

En “Un gallo…”, Peter fue más allá de la interpretación. Todos sus compañeros hablan de él como un joven inquieto, que quiere aprender de todo lo que sucede en el set, en pre producción, post, montaje y cuanto detalle se le ocurra. Es por eso que a Sebastián Ortega, a Pablo Culell y a Bruno Stagnaro no les extrañó cuando les pidió estar a cargo de un capítulo.

“Bruno estaba siempre, pero la idea era aprender. No es que impuse cosas de manera unilateral, de que me dejaran hacerlo a mi manera. Yo estaba en las escenas también, así que fue durísimo, pero siempre parto de la base de que es un trabajo en equipo”.

Sobre la experiencia en sí, confiesa que “fue muy interesante. Era la mejor manera de dar un puntapié. Fue una co-dirección con Gastón Girón, que es el director de fotografía. Aprendí muchísimo sobre cómo armar todo, lo fuimos haciendo entre todos. La pasamos bien y no fue un peso. Empezar de la mano de Bruno, que es uno de los mejores directores de la Argentina a mi entender, para mí fue un master en dirección. Según dicen, porque no lo vi, el capítulo quedó buenísimo”.

Por supuesto, expresa que en el futuro “me gustaría escribir y dirigir mis propias cosas. Me falta mucho aprendizaje, por eso no me mandé a hacer furtivamente mis cosas. Pero cuando tenga un guión, que quizás lo puedo hacer en mis tiempos libres, me organizaré en el año para dedicarle lo que le tenga que dedicar. No hay que hacerlo al azar”.

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