Puigdemont reconoce su fracaso: el plan separatista catalán «se ha terminado»

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Escandaloso. Torpe. Digno de vergüenza ajena. Es lo que se dijo del ex presidente Carles Puigdemont, autoexiliado en Bruselas, cuando se hicieron públicos los mensajes de whatsapp que le envió a su ex conseller Toni Comín: le aseguraba por chat que “el plan de Moncloa triunfa” y que “estamos viviendo los últimos días de la Cataluña republicana”.

Justo a la misma hora del martes, día de su fallida investidura, en la que subía a las redes sociales un mensaje a los catalanes asegurando que es el único candidato a ser nombrado presidente de Cataluña.

“Soy periodista y entiendo que la privacidad nunca se ha de violar. Soy humano y yo también dudo -dijo Puigdemont en su cuenta de Twitter cuando los portales españoles reproducían sus mensajes con puntos y comas-. También soy el president y no me echaré para atrás por respeto, por agradecimiento y por compromiso con los ciudadanos y con el país. ¡Seguimos!”.

Los mensajes, dados a conocer por un programa de Telecinco, habrían sido grabados por una cámara del canal en el acto del partido nacionalista flamenco en el que Comín reemplazó a Puigdemont en Lovaina, Bélgica, donde el ex presidente y el ex conseller se refugian de la Justicia española.

“Supongo que tienes claro que esto se ha terminado. Los nuestros nos han sacrificado, al menos a mí. Vosotros seréis consellers (espero y deseo) pero yo ya estoy sacrificado”, confesó por escrito el ex presidente.

“El plan de Moncloa triunfa. Sólo espero que sea verdad y que gracias a esto puedan salir todos de la cárcel porque si no, el ridículo es histórico”, dice otro de los mensajes de Puigdemont.

“No sé que me queda de vida (¡espero que mucha!), pero la dedicaré a poner en orden estos dos años y a proteger mi reputación. Me han hecho mucho daño, con calumnias, rumores, mentiras, que he aguantado por un objetivo en común. Esto ha caducado y me tocará dedicar mi vida en defensa propia”, dice el último mensaje del chat al que Comín nunca respondió.

Puigdemont y su ex ministro confirmaron, a través de las redes sociales, que ese intercambio existió. Subrayaron que era una conversación privada y criticaron que se haya dado a conocer.

“La revelación de secretos (obtener subrepticiamente las conversaciones de terceros) es delito en España y en Bélgica, algo merecedor por lo tanto de las pertinentes acciones legales. Aparte de que cualquier mensaje sacado de su contexto pierde siempre su significado”, posteó en su cuenta de Twitter Comín.

Según las capturas de pantalla, Puigdemont figura en el celular de Comín como “Carles”. El abogado del ex conseller, el chileno Gonzalo Boye, intentó primero defender a su cliente: “Ha sido una conversación que mantuvo con otro amigo suyo que se llama Carles”, dijo Boye, que luego prefirió confirmar que la conversación con Puigdemont tuvo lugar, pero que los mensajes “están sacados de contexto”.

Aseguró, además, que Comín iniciará una querella en Bélgica y en España. Puigdemont también presentaría una denuncia por la filtración del chat.

Sin embargo, la presidenta de la sección de derechos de la propiedad intelectual y derechos de imagen del Colegio de Abogados de Barcelona, Marta Insúa, dijo que, en este caso, prevalece el derecho a la información sobre el de la intimidad: “A pesar de que las comunicaciones telefónicas son algo privado, la información que se extrae de ellas es de interés público y no incluye ningún dato de estricto carácter personal”, dijo Insúa.

“Si el bloque del 155 está haciendo ilusiones sobre la división del independentismo, tendrá un enorme disgusto. Desde su pluralidad ideológica, la unidad del independentismo está absolutamente garantizada: estamos todos conjurados en hacer valer los resultados del 21-D”, insistió Comín por Twitter.

El independentismo, sin embargo, fingió demencia y no quiso hacer declaraciones. Pasado el mediodía, el presidente del Parlamento, Roger Torrent, llegó a la Legislatura y se encerró en su despacho. Lo mismo hicieron los diputados de Junts per Catalunya, la formación política de Puigdemont, que se reunieron a las seis de la tarde en la sala que utilizan cuando realizan videoconferencias con Puigdemont.

Sin poder disimular cierto regocijo, el gobierno y los partidos constitucionalistas apuraron una opinión sobre las confesiones de Puigdemont. “Ha llegado el momento de que se asuma públicamente lo que se ha dicho muchas veces en privado”, dijo la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría e instó al presidente del Parlamento a reanudar una rueda de conversaciones con los partidos que están representados en la Legislatura catalana para buscar un nuevo candidato a la investidura.

“Ellos saben que esto está acabado hace mucho tiempo -dijo Inés Arrimadas, diputada de Ciudadanos, la fuerza liberal que ganó las elecciones del 21 de diciembre pero que, aun así, no logró superar la mayoría independentista en el Parlamento-. El procés es una gran farsa. Y lo que dicen en privado no tiene nada que ver con lo que le venden al público. Llegó la hora de que le digan la verdad a su propia gente, a la gente que han ilusionado y a la que le han mentido.”

El líder del Partido Socialista catalán, Miguel Iceta, fue más prudente: “Creo que lo ha pensado, lo ha escrito. El conocimiento de unos chats no van a cambiar la historia. El mundo independentista comienza a darse cuenta de la realidad. Pero hasta que no sea el propio Puigdemont el que renuncie, estaremos así”, dijo Iceta.

“Que Puigdemont renuncie a su acta de diputado. Por primera vez en mucho tiempo tiene razón en lo que dice: ‘Esto ha terminado’, ‘El plan de Moncloa triunfa’. Ahora solo falta que él y el independentismo lo asuman”, dijo el jefe del Partido Popular catalán, Xavier García Albiol.

Marisa Artusa/Clarín

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