El vínculo estratégico con Brasil es el punto esencial de la inserción de la Argentina en el mundo. El primer viaje al exterior que realizó Mauricio Macri después de imponerse en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2015 -y antes de haber asumido el poder- fue a Brasil, para entrevistarse con la presidente Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT).
El vínculo de la Argentina con Brasil no tiene un carácter ideológico o doctrinario, sino estrictamente estratégico, esto es, político. Brasil y la Argentina comparten la misma inserción internacional, que es el camino de doble vía por el que transcurren el comercio y las inversiones de un país determinado; y en este aspecto crucial, las inversiones y el comercio, tanto de Brasil como de la Argentina, transcurren ahora primordialmente con Asía, sobre todo con China, y no más con Europa o EE.UU.
La situación de México es completamente distinta. Más del 80% de las exportaciones mexicanas se dirigen a EE.UU, y 45% del comercio bilateral entre los dos países es «producción industrial compartida», que es el comercio que se realiza dentro de las mismas cadenas trasnacionales de producción.
Esto se revela en el hecho de que casi el 40% de la industria automotriz estadounidense opera ahora en territorio mexicano, y el 75% de los bienes que México importa desde EE.UU son partes y componentes de los productos industriales que exporta al mercado norteamericano.
El punto primero de la agenda argentina en el mundo es Brasil; y Brasil es uno de los tres grandes países emergentes de la época (China, India, Brasil), hacia los que se ha trasladado el eje de la acumulación global en los últimos 15 años.
Hace 6 años que Brasil no crece, y 2016 ha sido el segundo año de recesión continuada (el PBI cayó -3.8% en 2015, y -3.6% el año pasado). Es la mayor caída experimentada por la sexta economía del mundo en los últimos 7s0 años; y aún así, recibió el año pasado U$S 79.800 millones de inversión extranjera directa (IED) de las compañías trasnacionales, récord histórico.
El promedio de inversión extranjera que ha obtenido Brasil en estos 6 últimos años de estancamiento, 2 de recesión, y cuando la tasa de crecimiento potencial de largo plazo ha disminuido a menos de 2% por año, ha sido de U$S 65.000 millones anuales. Brasil es el tercer país del mundo en materia de atracción de la inversión directa de las empresas trasnacionales (ETNs), que son los actores fundamentales del proceso de globalización; y en esta dimensión decisiva del posicionamiento global, Brasil está sólo por detrás de EE.UU y China.
La crisis brasileña tiene un carácter estructural y orgánico (abarca tanto lo económico como lo político), y es consecuencia del completo agotamiento de la estrategia de industrialización sobre la base de las sustitución de importaciones, que convirtió a Brasil en el primer país industrializado de América Latina, y el único que logro completar el proceso de industrialización sustitutiva llegando incluso a la fase de exportación de manufacturas, lo que ocurrió en la década del 70, con la presidencia de Ernesto Geisel, y allí se agotó definitivamente al estallar la crisis de la deuda externa en México que sumergió a la región en la «década perdida».
Por eso el estancamiento de la economía brasileña a partir de 1980, cuando el PBI nominal aumentó 2% por año durante dos décadas, y al mismo tiempo el ingreso per cápita cayó 1% anual en forma acumulativa, un caso único en la historia de los países industrializados, con más de 80% de población urbana.
A partir de 2003-gobierno de Lula- la economía brasileña creció el doble que en los 20 años previos (5% anual). Fue el resultado del vínculo estructural establecido entre la demanda china y las exportaciones de materias primas brasileñas (soja/ mineral de hierro).
Por eso, en los 8 años de gobierno de Lula, las exportaciones brasileñas se triplicaron, y el superávit comercial pasó de ser negativo en 2002 a trepar a U$S 40.000 en 2007. A partir de 2010, la economía china se desaceleró, y tras crecer 11% anual entre 2001 y 2009, se expandió 6.5% por año desde entonces. Brasil ha sido el país más afectado del mundo por la desaceleración de la economía china. De ahí la crisis estructural y orgánica (política /económica) de los últimos 6 años.
En este momento crucial de su historia, cuando no hay forma alguna de volver atrás, Brasil tiene en la Argentina su principal aliado estratégico. Nunca, en toda la historia de más de 200 años de relación entre los dos países, la influencia de la Argentina ha sido más relevante en la estructura de las decisiones brasileñas.
Por eso el viaje de Mauricio Macri a Brasil ha sido un éxito. Se trata de una visita de Estado del presidente del principal aliado de Brasil en el siglo XXI.
Fuente: Telam