Mientras la Casa Rosada aún conserva esperanzas de una eventual visita al país para este año, en Chile se ultiman los detalles para el viaje del papa Francisco, que llegará en la noche del lunes 15 y participará de tres encuentros masivos en aquel país hasta el jueves 18, cuando partirá hacia Perú en la última escala de su estadía en Latinoamérica.
Desde hace varias semanas, las autoridades de Migraciones locales junto a la Cancillería y otras dependencias oficiales trabajan en lo que será la movilización de cientos de miles de peregrinos argentinos, que cruzarán las fronteras para participar de los tres masivos encuentros que ofrecerá el Papa en las ciudades de Santiago, Temuco e Iquique, aunque se espera que la mayor afluencia de argentinos se dé en la capital chilena.
En ese sentido, y tras la decisión del gobierno de Michelle Bachelet de no cursar invitación al resto de los jefes de Estado de la región -Sebastián Piñera asume en La Moneda el 11 de marzo-, Mauricio Macri estará representado en la visita de Francisco a aquel país por el subsecretario de Culto, Alfredo Abriani, uno de los nexos del Gobierno con el Vaticano, cuya relación atravesó diversos períodos de tensión desde que Macri asumió la Presidencia.
Abriani estará en el país trasandino junto al embajador José Octavio Bordón y monseñor Oscar Ojea, que encabeza la Conferencia Episcolpal Argentina y que a mediados del mes pasado se reunió con el Presidente en Casa Rosada en el tradicional encuentro de fin de año, en el que el obispo de San Isidro le planteó una serie de inquietudes en relación a los conflictos sociales.
Bordón tuvo en estos meses una incesante actividad extraoficial en su afán por convertirse en secretario general de la UNASUR. Para eso necesita el aval de los doce países que la integran. Sin embargo, el embajador en Chile tiene el veto de Venezuela. Para eso habría iniciado algunas gestiones informales en el Vaticano, según aseguraron fuentes calificadas.
La decisión de invitar o no a otros jefes de Estado a la visitas papales corren por cuenta del país anfitrión. En este caso, la negativa fue del Gobierno chileno. Según confiaron fuentes al tanto de los detalles del viaje, fue para evitar la presencia del presidente de Bolivia, Evo Morales. El conflicto diplomático entre Bolivia y Chile por la salida al mar sobrevolará la misión apostólica del Papa: el gobierno boliviano reclama desde 2013 en la Corte Internacional de La Haya por el histórico reclamo de la salida soberana al océano Pacífico. «El legado de la visita de Francisco será lo importante, queremos que se proyecte para adelante, para los próximos años», le había dicho en julio del año pasado a la agencia TélamJavier Peralta, el funcionario chileno a cargo de la visita de Francisco.
A mediados del 2015, y antes de dejar la Presidencia, Cristina Kirchner participó en Paraguay de la multitudinaria misa ofrendada por el Papa en la localidad de Ñu Guazú, la última en la región en aquella visita, tras ser invitada por su par Horacio Cartés. En el 2013, hizo lo propio en Río de Janeiro, Brasil: se fotografió con Francisco junto a Martín Insaurralde, entonces candidato del Frente Para la Victoria en las elecciones legislativas, después de la invitación de Dilma Rousseff.
El último encuentro entre el Papa y Macri tuvo lugar en Roma, en octubre del 2016, durante un encuentro de casi una hora que sirvió, al menos para la Casa Rosada, para dejar atrás aquella imagen distante de la anterior reunión, en febrero de ese año, que duró solo 22 minutos y que dio pie a todo tipo de interpretaciones respecto de la relación entre el Vaticano y Cambiemos.
Horacio Rodríguez Larreta fue la última figura de peso de la coalición de gobierno en reunirse en Santa Marta con Francisco. Rodríguez Larreta es uno de los dirigentes del oficialismo que mantienen una buena relación con el Papa, al igual que los ministros Jorge Triaca y Carolina Stanley y la gobernadora María Eugenia Vidal. El otro es el senador Esteban Bullrich, que se entrevistó con el Sumo Pontífice cuatro días después del triunfo sobre la ex presidente en la provincia de Buenos Aires.
Con quien todavía no se recompuso el vínculo es con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, que el año pasado intentó remontar la relación a través de un cruce epistolar. La figura de Jaime Durán Barba, por caso, no contribuye a la reconciliación.