Rafael Nadal se clasificó a la final de Roland Garros tras una impresionante lesión de Zverev

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El español Rafael Nadal jugará su decimocuarta final en Roland Garros, instancia en la que nunca perdió, tras el retiro del alemán Alexander Zverev, que se torció un tobillo en una impactante acción y fue retirado en silla de ruedas y entre lágrimas del estadio Philippe Chatrier.

Tras unos minutos en el vestuario, el alemán regresó a la cancha apoyándose en dos muletas para saludar al público.

Los dos tenistas habían sobrepasado las tres horas de partido y el español terminaba de igualar a 6 juegos el segundo set, tras haber ganado el primero por 7-6 (8).

El rival de Nadal saldrá del duelo entre el noruego Casper Ruud y el croata Marin Cilic.

El momento en el que Alexander Zverev sale del vestuario de Roland Garros con muletas.
Nadal reconoció que, pese a la alegría que supone alcanzar una nueva final, no podía ocultar su tristeza por lo que le tocó sufrir a su rival.

“Es duro verlo así, estoy triste por él, ha jugado un gran torneo, ha luchado por ganar un Grand Slam y no podrá conseguirlo por ahora. Lo lamento mucho”, dijo.

El español reconoció que el partido fue duro -”tres horas y ni siquiera se cerraron dos sets”- y reiteró su pena por lo que le ocurripo al alemán: “Para mí es un sueño, pero acabar así es un poco triste. Es un momento difícil para mí ver así a Sasha”.

El alemán, semifinalista la pasada edición, estaba siendo un durísimo rival para el español, que no demostró el mejor juego desde su llegada a la tierra batida de París.

Zverev tuvo hasta cuatro opciones de conquistar el primer parcial y en el segundo no dio muestras de ceder contra Nadal. El partido se disponía a afrontar un segundo juego de desempate cuando ocurrió la desgracia.

Fue en la pelota con la que el español empató en 6. Zverev trató de llegar a la misma, pero un pie se le quedó enganchado en el polvo de ladrillo y se dobló el tobillo de forma ostensible.

Los gestos de dolor helaron las tribunas, hasta ese momento muy favorable al 13 veces campeón. El jugador alemán se retorcía de dolor sobre la arcilla y el propio Nadal acudió a consolarlo.

Las lágrimas de Zverev eran elocuentes y su salida en silla de ruedas daba pocas esperanzas de que pudiera regresar en condiciones de competir.

Lo hizo apoyado en dos muletas para escenificar su retiro, saludar al público y recibir una gran ovación por su coraje. Se iba lesionado, pero tras haber obligado a Nadal a poner en práctica su mejor juego.

El español, en el día de su cumpleaños N°36, algo que el público le recordó con un ‘cumpleaños feliz’ antes de empezar, se convirtió en el segundo finalista más veterano de la historia del torneo, solo superado por el estadounidense Bill Tiden, que tenía 37 cuando alcanzó esa fase en 1930.

Si el domingo levanta su decimocuarta corona, será el ganador de más edad, superando a su compatriota Andrés Gimeno.

Comenzó lluviosa una tarde que no se esperaba el desenlace tormentoso que tuvo.

Salió desatado Zverev, dispuesto a ser él el protagonista y quien lanzara al aire la moneda con la esperanza de que cayera de su lado. Y obligó a Nadal a jugar a la defensiva. Le pedía el partido aguantar el chaparrón. Esperar a que amainara la tormenta Zverev.

Nadal, maestro de la paciencia, no se descompuso con la ventaja del alemán, que le quebró el saque en el prime game. Se limitó el español a conservar los demás y esperar. Tarde o temprano se tenía que calmar.

Zverev daba todo. Los golpes ganadores y los errores, y Nadal, que escuchaba la lluvia chisporrotear en el techo de la central, agazapado a esperar su momento.

Igualó en cuatro y entonces pareció tener al alemán contra las cuerdas, con cuatro chances de set en el noveno, pero reaccionó Zverev, que se aferró de nuevo a su saque, una metralleta para salir del agujero y forzar el juego de desempate.

Ahí reinó, se colocó 6-2 y con todo a favor para adjudicarse el parcial, sin contar que enfrente estaba Nadal, el inmortal, que encontró su mejor tenis para levantar cuatro pelotas de set del rival y terminar por quedarse con la manga con un “pasing” de ensueño.

No se descompuso el alemán, que siguió presionando, aunque el juego perdió precisión y calidad. Arriesgaban menos, el juego perdía potencia pero no belleza. Un punto de 44 golpes mantenía enchufado al público.

Ocho quiebres de servicio, un solo juego con su saque para cada uno hasta el 5-5. Todo apuntaba a un nuevo juego de desempate, mientras el reloj superaba las 3 horas.

El español servía para forzarlo. Intercambio de bolas, revés cruzado de Nadal, carrera del germano que no resbaló bien y el drama. Terminó un partido apasionante. Nadal, que nunca antes había jugado contra Zverev en Roland Garros, puede sumar el nombre del alemán a su lista de víctimas en esa pista. Y ya son 73.

El rival de Nadal saldrá del duelo entre el noruego Casper Ruud y el croata Marin Cili.

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