Sin embargo, Ayuda en Acción denunció que la falta de acceso a educación expone a millones de niñas a sufrir mutilación genital femenina, lo que experimentó un agravamiento debido al cierre de escuelas como consecuencia de la pandemia.
Con el objetivo de evitar el retroceso en los avances conseguidos en los últimos años, Ayuda en Acción reforzó la creación de «entornos seguros» para continuar con la labor de los clubes y la actividad docente y así prevenir y proteger a las niñas de esta práctica.
En Etiopía, el 74% de las mujeres y niñas del país entre los 15 y los 49 años sufrieron alguna forma de mutilación.
En ese país ubicado en el oriente africano, la ONG Amref Salud África implementa el proyecto en la región de Afar que protege a casi 10.000 niñas menores de 5 años de la mutilación.
«Me tumbaron y me mutilaron los genitales. Mi hermana se recuperó rápidamente, pero yo no. Estaba muy enferma y me quedé en casa postrada en cama durante tres meses», denunció la etíope Fatuma Aytele, según DPA.
Esa mujer forma ahora parte de una red de activistas que visitan los hogares con la intención de sensibilizar a las familias e informar a las autoridades sobre posibles víctimas de MFG.
Amref Salud África ve fundamental contar con el apoyo de actores clave como líderes religiosos.
Uno de ellos es Usman Mohammed, líder religioso en Afar, quien no pudo impedir la muerte de su hija a causa de la mutilación. «En su octavo día después del nacimiento, mi hija fue mutilada. Se enfermó y murió. Desde entonces, vengo pensando en hacer algo para acabar con esta práctica», reconoce.
En Kenia, esta práctica es ilegal desde el 2011. Sin embargo, sigue siendo realizada de manera clandestina: en un 21% en el caso de las mujeres y niñas de entre 15 y 49 años y un 11%, en niñas de entre 11 y 15 años.
En ese país de África Oriental, Ayuda en Acción trabaja junto a Fundación Kirira. A pesar del cierre de las escuelas durante el confinamiento, la ONG logró poner en marcha 45 centros antiablación de Tharaka, un distrito del centro del país, cuyo lema es «No a la mutilación y sí a la educación».
La ONG defiende la idea que el acceso a la educación proporciona a mujeres y niñas la oportunidad de un futuro mejor.
En Kenia, existe el centro «‘A Nice Place» (un lugar agradable, en castellano), un refugio y centro de formación para niñas y adolescentes rechazadas por sus familias por negarse a la mutilación.
En la actualidad, promociona una campaña de firmas para sensibilizar y aumentar la financiación internacional, que Unicef cifra en 2.400 millones de dólares para eliminar el MSG en 31 países de alta prioridad.
Desde la ONG World Vision apuestan por el enfoque comunitario para erradicar las mutilaciones. En Senegal, de hecho, esta organización trabaja con comunidades de la región de Kolda, donde casi todas las niñas y mujeres siguen siendo víctimas de esta práctica.
«Durante años, las mujeres hemos sufrido la violencia por la ignorancia de nuestros padres y, sin embargo, no nos merecemos este destino que va en contra de nuestros derechos fundamentales. Queridos padres, sabed que la MGF es una práctica de la que debemos deshacernos. Si se protege a una niña, se protege a todo un pueblo», afirma Adja, portavoz de una escuela pública keniana, citada por DPA.
En tanto, conforme a una investigación de Plan International en Somalia, país donde existen altos índices de MGF, el 61% de los encuestados en las poblaciones de Hargeysa y Burao cree que esta práctica aumentó a causa de la pandemia, mientras que el 42% de las personas adultas cree que no ir a la escuela incrementó el riesgo de sufrirla.
En Burkina Faso, aunque fue prohibida en 1996, el 76% de las mujeres del país de entre 15 y 49 años ha sido víctima de MGF, según datos de Unicef.
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