Récord de crímenes en Brasil: más de 28.000 asesinatos en lo que va del año

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Brasil sigue alto en el ranking de violencia mundial. En el primer semestre del año fueron asesinadas 28.200 personas. Si el ritmo se mantuviera, daría anualizado 56.400 homicidios, alrededor de 27,2 muertos en forma violenta por cada 100 mil habitantes. Para tener un punto de comparación, Argentina tiene un índice de 6,1 asesinatos por cada 100.000 individuos; y en el otro extremo Venezuela llega a 87, aunque en este caso es difícil de medir ya que las cifras oficiales no son confiables.

Las cifras brasileñas implican que el país sufre 155 asesinatos diarios, es decir, más de 6 por hora. Pero la estadística nacional tiene desvíos considerables. Una de las ciudades que supera con amplitud la escala nacional es Río de Janeiro: en la “Ciudad Maravillosa” el índice de víctimas de muertes delictivas llega a 38 por cada 100 mil cariocas.

La violencia diaria en el país se aproxima, terroríficamente, al número de muertos en Siria por la guerra (60.000). Los informes oficiales y de organismos internacionales culpan por esta situación a un aumento de la marginalidad y la pobreza que vuelca jóvenes pobres hacia el tráfico de drogas. No por acaso, 70% de los asesinatos tienen como víctimas a chicos de las favelas y afro descendientes. Las estadísticas de los primeros seis meses de este año arrojan el saldo del horror: el total de asesinatos supera en 6,79% los casos registrados en igual período de 2016; un año que finalizó con una cifra alucinante de 60.000 homicidios.

Las cifras contienen las grandes masacres ocurridas en los presidios brasileños en febrero pasado. Aquellas matanzas, con presos decapitados y descuartizados que aparecían por decenas en los corredores de las cárceles, fueron provocadas por una guerra entre el Primer Comando de la Capital (PCC) y el Comando Rojo (CV). Esa fue al menos la explicación que dieron las autoridades de los estados provinciales y el propio gobierno nacional.

Con todo, no se pudo ocultar que las grandes perturbaciones políticas registradas entre el año pasado y 2017, adicionaron importantes dificultades. Básicamente hubo una desinversión en el área de seguridad y una ausencia prácticamente total del Estado central en la resolución de los problemas que más afectan a la población.

Río de Janeiro constituye un caso aparte. Aun cuando hay otras ciudades brasileñas mucho más violentas, la capital carioca atrajo una atención especial por cuenta de la Olimpíada. En el período de los juegos mundiales, Río tuvo una mega operación de seguridad, que disminuyó en forma sensible pero también transitoria el nivel de delincuencia. Un mes después de aquellas competencias internacionales todo volvió a la “normalidad cotidiana”. Los casos de asesinatos tuvieron un crecimiento de 10,2% en el primer semestre de 2017, con relación al mismo período del año anterior: Río registró 3.457 homicidios. Y las muertes homicidas, derivadas de la “intervención” policial, aumentaron 45,3%.

Para los especialistas, los datos confirman “que la principal causa de homicidios en la grandes capitales (brasileñas) derivan de conflictos del tráfico de drogas”. La antropóloga Alba Zaluar, una de las más prestigiosas estudiosas de las causas de la violencia en Brasil, entiende que el aumento de los asesinatos son producto de una ausencia evidente del Estado nacional. Resultó, dijo, del “fin de las inversiones en proyectos que tenían que ver con el compromiso de los agentes policiales con la prevención”.

Las Unidades de Policía Pacificadora (UPP) es un ejemplo de esto. Según Zaluar, se habían comenzado a sentir los “efectos benéficos” de estos programas. “Ahora comenzaron a revertirse y es cada vez más evidente la ausencia de inversión pública. De tal suerte que las tasas de homicidios retrocedieron a 2009, antes de que fueran implementados los proyectos”.

En verdad, lo que está en el fondo de estas críticas es que cualquier gobierno provisorio, como el que protagoniza el actual presidente Michel Temer, redunda inevitablemente en una ausencia prácticamente total de políticas públicas esenciales.

Infobae

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