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Hoy predico estos versos

por el solo hecho de cobijar

en la profundidad de mi corazón

los recuerdos de aquella noche impar.

 

La noche donde abrazabas la vida

porque la música fue tu destino,

y al volver el camino

desando senderos fraternos,

porque siempre le diste sustento

cada vez que el acordeón vagaba en tu cielo.

 

Virtuoso llegabas y al fragor de la vida

siempre la iluminabas con maestría;

siempre la pasión le ponías

a las interminables horas de tus días.

 

Hoy predico estos versos

pero que no suenen a despedida,

porque mientras mi alma respire

y tú acordeón retumbe en San Esteban,

siempre estarás caminando

por ese rumbo junto a tu estrella.

Allí te encontraremos alunao de vidalas,

y el erque de don Florindo

guiará tus pasos a las entrañas

de este Santiago,

tu Santiago que ya te extraña.

Homenaje al amigo Freddy Páez}

Autor Miguel Coria

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