River y Boca juegan el partido que todos fantasean con ganar y nadie imagina perder

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Se termina el chamuyo. Se acaban las palabras. Fueron semanas de especulaciones, nerviosismo, ansiedad, promesas y cábalas. Ahora es tiempo de entrar a la cancha y jugar. Es la hora de ganar la Copa Libertadores jugando al fútbol. Y que sea lo que tenga que ser para River y Boca. Eso sí: para que uno gane el otro tendrá que perder. Y entonces, ante todo, hay que saber ganar y también saber perder.

Será en el Monumental y solo con hinchas de River, lo cual no deja de ser un posible factor que en algún momento influya emocionalmente sobre el juego. Pero de ninguna manera será determinante, como no lo fue en el partido de ida en la Bombonera. Los 66 mil hinchas gritan y alientan, pero no patean al arco ni pueden meter un pase filtrado de 30 metros. Jugarán su partido. Pero en la cancha serán 11 con una banda roja contra 11 de azul y oro.

Y si River es más equipo, si tiene más recursos futbolísticos, tendrá que demostrarlo para ser campeón. Hay casi un acuerdo en la patria futbolera sobre este punto: «River es más», dicen casi todos. Los de River y los de Boca. Pero ser «más» no te asegura nada cuando se trata de un partido. Uno solo. 90 minutos donde un error, un accidente o una gran tarde de algún futbolista puede cambiar un resultado.

Marcelo Gallardo ha sabido sorprender a Boca con estrategias y planteos diferentes en los últimos superclásicos. No mostró las cartas en toda la semana y otra vez buscará ganarlo con otro golpe táctico.

Boca apostará, como lo viene haciendo, a su tremenda efectividad. Un equipo que rompe en el medio y trata de ser lo más sencillo y directo posible. Y en el Monumental no cambiará la fórmula. Está derecho para el arco rival, y aunque ha mostrado menos recursos en el juego que River, ya dejó claro que convierte en gol cualquier error o descuido. Boca huele sangre y va al cuello.

Guillermo Barros Schelotto hizo esta semana lo que no había hecho antes. Jugó a lo Gallardo. Escondió el equipo bajo siete llaves. Probó, cambió, volvió a cambiar. No fue el Mellizo de siempre.

Sábado a las 17. La hora señalada para el partido más importante de la historia del fútbol argentino y sudamericano. La final con más rivalidad y expectativa que tuvo nunca la Copa Libertadores. Mucho más que un partido, mucho más que dos equipos, mucho más que un título.

River, Boca, La Copa Libertadores, el mundo mirando. Está todo dicho. Ahora solo hay que jugar, saber ganar y saber perder.

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