“Yo no me corrí de lo que pensábamos en el PRO. Los que se corrieron son ellos, los que quieren fusionarse con el Gobierno”. Horacio Rodríguez Larreta tiene en claro el lugar en el que quiere estar parado en el fragmentado escenario político argentino. Con esa frase, sin matices ni ironías, se lo definió a un dirigente amigo en las últimas horas. Cuestiona el autoritarismo de Javier Milei y el desprecio al funcionamiento de las instituciones democráticas.
La definición de su lugar en el mundo tiene un contexto enhebrado a la coyuntura. El ex jefe de Gobierno porteño mira con cierta resignación como un sector de la dirigencia del PRO se desespera por fusionar el partido con La Libertad Avanza (LLA), y como Mauricio Macri, según cree, depositará esa estructura de poder con banderas amarillas en manos de Milei.
En los pasillos del partido macrista aún caminan algunos larretistas como Guadalupe Tagliaferri, Álvaro González o Pablo Avelluto. El PRO todavía tiene un cascarón que, más por historia que por presente, los contiene a todos. Ese techo frágil se romperá en mil pedazos si Macri y Milei cierran un acuerdo para forjar una alianza política. De ser así, los que están incómodos encararán la puerta de salida.
Rodríguez Larreta tiene una hipótesis trazada sobre la convergencia de los dos espacios en el corto plazo. Cree que en la Ciudad de Buenos Aires (CABA) -donde se desdobló la elección- competirán por separado y que habrá un acuerdo electoral a nivel nacional. La fusión política dentro de los márgenes de gobierno será otro capítulo de la historia, en el que los resultados electorales tendrán un peso importante en la negociación.
Si esa fusión nacional se concreta, entiende que se le abre un camino para recorrer en la competencia electoral. Podría ser candidato a senador nacional por CABA. Es lo que está analizando con detenimiento, pero sin apuro. Arriba de la mesa también tiene posibles candidaturas a diputado nacional o legislador porteño. Ninguna de esas corre como opción. Si se decide a jugar, será encabezando la boleta para la Cámara alta.
Va a medir el contexto político, el escenario electoral y los actores posibles. No tiene sentido tirarse a la pileta cuando casi no hay agua. Pero, al mismo tiempo, sabe que si quiere ser un actor preponderante en el armado electoral del 2027, la elección de este año tiene un peso específico.
Cuando mira cómo está planteado el escenario electoral porteño, divisa que una posible fusión entre el PRO y LLA puede juntar cerca del 45% de los votos, y que el peronismo orilla el 25% de los votos, tal vez menos. En el 30% restante ve una laguna adonde ir a pescar.
Sabe, con absoluta claridad, que una eventual candidatura suya no tiene posibilidades de quedarse con el premio mayor, pero le podría servir para posicionarse de cara a los comicios presidenciales, además darle mayor volumen político al espacio que edifique para competir.
“Si compito, aspiro a hacer una elección digna, que es una elección de 15 puntos”, le confesó a uno de sus dirigentes más cercanos. Es realista. La derrota que sufrió en el 2023 lo obligó a reconfigurarse y entender las limitaciones y las necesidades.
Rodríguez Larreta no tiene una gran estructura política. Tampoco le preocupa. A su equipo de trabajo le confiesa que la acumulación de dirigentes y espacios políticos lo desveló durante su campaña presidencial. Y que teniendo un esquema grande y compacto, no pudo pasar la barrera de la interna.
A esa mirada retrospectiva, se le suma el triunfo de Milei, que llegó a la Casa Rosada con un grupo muy chiquito de leales. El actual Presidente rompió los moldes y obligó al sistema político a repensar la relación con el electorado. En su caso específico, la marca que tiene para mostrar es su propio nombre y apellido. Que está vinculado a la gestión del gobierno porteño. Primero como mano derecha de Macri y después como jefe de Gobierno.
Es una incógnita cuál será la base política real sobre la que podría apoyar su eventual candidatura. Primero tiene que definirla y no hay un plazo para hacerlo. Va a esperar a que el tiempo corra y las piezas del rompecabezas se vayan uniendo. Si el PRO se une a los libertarios y Macri no compite en los próximos comicios, aumentarán las posibilidades de que salte a la cancha.
Hace tiempo que Rodríguez Larreta está convencido que la elección de medio término tiene que servir para que cada actor político se posicione en su territorio, ordene las internas o fortalezca su gobierno. Y que el lunes después de esa elección empezará otra etapa, en la que los distintos dirigentes del planeta opositor – sin contar al kirchnerismo – harán esfuerzos para tratar de converger en un mismo proyecto en el 2027.
Tal vez por eso tomó distancia del armado del centro en el que están Juan Schiaretti, Martín Llaryora, Emilio Monzó, Nicolás Massot, Miguel Pichetto, Florencio Randazzo, Facundo Manes y Martín Lousteau. Un esquema sin límites claros y sin definiciones precisas sobre su actuación en las próximas elecciones.
En el entorno del ex jefe de Gobierno dicen que “nunca estuvo cerca” de ese proyecto político, pero que tiene diálogo abierto con Schiaretti y Monzó. Además, es uno de los pocos dirigentes que tiene línea directa con Elisa Carrió, que debe definir una estrategia para la Coalición Cívica, ya que en esta elección pone en juego cuatro bancas de diputados de las seis que tiene.
Que no esté cerca ahora, no implica que no pueda terminar acordando una alianza con ese sector. De ese grupo de dirigentes, una gran mayoría trabaja en un armado en la provincia de Buenos Aires que podría quitarle puntos importantes a Kicillof en la lucha por el triunfo. El peronismo disidente que debe encontrar una base en la que pararse para iniciar el viaje hacia el 2027. Esos dirigentes trabajan en el presente pensando en una plataforma nacional para el futuro.
Rodríguez Larreta cree que el PRO va camino a una fusión con La Libertad Avanza (LLA)
El ex jefe de Gobierno camina todas las semanas por distintos barrios porteños para palpar la realidad de los vecinos, los comerciantes y los trabajadores. Ese termómetro de reconocimientos y quejas es lo único que le permite tener en claro las necesidades que hay en la calle.
En esas recorridas ve que hay una buena cantidad de gente que apoya las medidas de Milei que brindaron estabilidad económica, pero divisa que hay muchos que no logran cerrar el mes con el sueldo que cobran. Ese es un reclamo que no está permanente en la superficie, lo que le permite al Gobierno tener días de tranquilidad.
Rodríguez Larreta espera su turno. No sabe si llegará este año o si tendrá que esperar hasta el 2027. Ya no depende de él, como ocurría antes. Para regresar al ruedo electoral tiene que saber bien donde pisar para no volver a caerse.
Fuente: infobae