Rudolph Giuliani ganó prestigio en su Nueva York natal como fiscal implacable contra la corrupción y el narcotráfico. Ese currículum le permitió, tras un primer intento fallido, ganar la alcaldía de su ciudad para el partido republicano en 1994. Durante los siguientes ocho años logró reducir el crimen un 65% aplicando la «teoría de las ventanas rotas», como él prefiere llamarla, o la «tolerancia cero», como le dicen sus críticos. Su postal dirigiendo el operativo de rescate sobre los escombros de las Torres Gemelas lo convirtió en una figura mundial. Tras dejar el cargo, creó una consultora en seguridad que es referencia para políticos de todo el mundo. Aquí, Sergio Massa entabló una estrecha relación con él a través del senador provincial Jorge D’Onofrio y desde 2013 lo ha traído varias veces al país para que le brinde su diagnóstico y recomendaciones. Esta vez, en plena campaña, Giuliani llegó para presentar un informe crítico sobre la lucha contra la inseguridad en la Provincia de Buenos Aires.
Este fue el diálogo que mantuvo con Infobae.
-Durante las últimas décadas, la inseguridad se mantiene como una de las principales preocupaciones de los argentinos. Pasaron varios gobiernos pero ninguno parece acertar con la política adecuada. ¿Pudo entender por qué?
– Primero, necesitas una decisión política en lo más alto, no sólo para combatir el crimen sino también la corrupción. Después, tienes que tener la cantidad suficiente de policías y estar decidido a gastar plata en el equipamiento técnico necesario como tienen en el comando de Tigre, donde pueden medir el crimen en todo el municipio. Luego, tienes que trabajar con los fiscales, jueces y prisiones para asegurarte que todas funcionan correctamente. Es difícil de hacer, pero aquí en su país tienen un gran ejemplo en Tigre, donde lograron reducir un 80% el crimen usando la tecnología adecuada, la cantidad adecuada de policía y a fiscales especiales. Ese es el programa que tienen que seguir. Colombia también lo ha hecho. Trabajamos en Colombia durante un tiempo el año pasado.
Bajaron el crimen un 48% con la gente trabajando en equipo y usando los recursos eficientemente. Pero lo más importante, no importa qué programa recomendemos, es que las personas que conducen el país tienen que tener la voluntad política para hacerlo, y apoyarlo con dinero y sustento político suficiente.
-¿Cuál diría que es el principal problema en Argentina? ¿Qué es lo que estamos haciendo peor en el combate al crimen?
-El problema más grande que tienen en Argentina es la corrupción. Hay demasiada corrupción en la policía, en la Justicia, en las fiscalías. Cuando sólo tienes una tasa del 10% de sentencias, en el que sólo una de cada diez personas arrestadas es luego juzgada y va a la cárcel ¡estás haciendo perder el tiempo a la policía! Nueve de cada diez arrestos que hace la policía se pierden. Si hubiera tenido en Nueva York sólo un 10% de personas arrestadas que terminaran condenadas en la cárcel, habría habido una revolución. Nuestras tasa es entre 80% y el 90%. Malgastamos sólo el 10% o 15% de nuestro tiempo, no el 90 por ciento. Así que esto tiene que venir de lo más alto del gobierno. Tiene que haber un esfuerzo cierto para reducir el crimen en todo el país. Y puedes usar Tigre y lo que Sergio Massa hizo allí como en un ejemplo para darte coraje sobre lo que se puede hacer. O puedes ver Colombia, donde redujeron el crimen dramáticamente. Así que es posible hacerlo. Pero tienes que tener los programas, aportar el dinero, apoyar a la policía, deshacerte de la policía corrupta, son muchas cosas que tienen que hacerse.
-Precisamente, ¿cómo se hace para darle más poder a una policía que está corrompida?
-Hay que encontrar a los policías que no son corruptos. En México, cuando comenzamos a trabajar en 2003, les ofrecimos más dinero a los policías que estaban dispuestos a ser honestos. Así, lentamente, con el entonces alcalde de la Ciudad de México, desarrollamos una fuerza policial honesta. Es la teoría de «las ventanas rotas»: la gente debe vivir en barrios agradables. No tienen que vivir en lugares sucios, desagradables y horribles. Créanlo o no, limpiar los barrios, las calles, ayuda a reducir el crimen, hace que la gente actúe mejor, se sienta más responsable. Así que las dos cosas van juntas.
-Ha venido ya varias veces a la Argentina en los últimos años. ¿Ha notado algún cambio positivo en materia de seguridad tras el cambio de gobierno?
-Yo no lo he visto todavía. Lo he visto con el senador D’Onofrio, con Sergio Massa… pero no he visto desde lo más alto del gobierno ese énfasis intenso en reducir el crimen similar al que el Presidente Santos tiene en Colombia hoy.
-¿Cree que es necesario sumar cada vez más policías?
-Primero, debes fijarte cuanta policía necesitas. Hemos mirado bien cómo trabajan en los eventos deportivos, en los partidos de fútbol. De hecho, usan demasiados policías. Pero no hacen lo que tienen que hacer. No separan a la gente antes del ingreso, no están prestando atención a lo que hace la gente durante el partido. Tienes ahí mucha policía, pero están ahí sin hacer mucho. Así que tienes que entrenarlos en el control de multitudes. Nosotros, con mi compañía, lo hicimos en Qatar, para los Juegos Asiáticos. Entrenamos a la policía de Qatar, que no tenía experiencia en eventos grandes, en cómo manejar grandes multitudes. Así es cómo ahora podrán organizar el Mundial de fútbol. Y aquí en Buenos Aires no lo hacen bien. Y, créase o no, ocurre porque hay demasiados policías cuyas responsabilidades no son asignadas claramente y no tienen control sobre la gente. No es cuestión de cuántos policías tienes sino cuán inteligentemente los distribuyes, cómo identificas a los hinchas problemáticos y los sacas del estadio apenas comienza el partido. Nosotros teníamos problemas en Nueva York con los partidos de baseball, grandes problemas, peleas, disturbios… Lo que hacemos ahora es que la policía trabaja junto a la seguridad privada, localizan a los revoltosos desde el comienzo, y apenas comienzan a hacer lío los sacan del partido. De hecho, tan pronto como empiezan a enojarse e insultar mucho ya los empiezan a seguir. No necesitas muchos policías para eso, pero tienen que saber lo que están haciendo, cuál es su trabajo.
-¿Qué importancia tiene la lucha contra el narcotráfico en este momento?
-La droga es el principal impulsor del crimen. Cuando el problema de la droga comienza, los drogadictos necesitan dinero y cometen los delitos que realmente afectan a la gente, los hurtos, los asaltos en las casas, los robos de teléfonos. También se matan entre ellos. Así que tienes que poner un gran énfasis en el control de las drogas. Es muy importante. Veo que los países en que le quitaron la atención a las drogas, el crimen creció muchísimo, los asesinatos crecieron muchísimo. Por eso tienes que mantener un control férreo sobre las bandas de narcotraficantes.
-¿Qué opina de la experiencia uruguaya, donde decidieron legalizar la venta de marihuana?
-No creo que debamos legalizar las drogas. Creo que legalizar las drogas es llevar a las sociedades en la dirección equivocada. En una época en la que estamos tratando que la gente tenga una vida más saludable, no fume, decir que fumen marihuana es poco consistente con tratar de que la gente sea más saludable y más responsable.
-¿Qué ocurre cuando uno tiene prisiones en pésimo estado y superpobladas?
-Una de las recomendaciones que hicimos es que compren prisiones-barcazas. Fue lo que hice en Nueva York cuando creció la población penitenciaria. En lugar de construir grandes edificios, compré barcazas, las puse en el río y puse a los presos ahí. Entonces el crimen comenzó a bajar y no las necesitamos más. Pero las tuvimos durante tres o cuatro años… Y para los crímenes más pequeños, si no quieres construir prisiones, haz que consigan un empleo. Ponles la responsabilidad de conseguir un empleo y quizás no tengas la necesidad de ponerlos en prisión.