Rusia: La pobreza ya alcanza a un cuarto de la población

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Para el Kremlin el COVID-19 no solo ha hecho estragos en términos sanitarios en la ex Unión Soviética, sino que ha acelerado la erosión de la situación política y económica. El descontento social se acrecienta mientras el velo de la vacuna local intenta disimular este desgaste. Para el presidente, Vladimir Putin, una especie de dueño del poder ruso, el coronavirus ha sacudido profundamente los cimientos aparentemente sólidos de Rusia.

Según las estadísticas del gobierno, entre enero y septiembre la renta disponible real se redujo en más de un 4% y el número de rusos que viven por debajo del límite de la pobreza aumentó en 1,3 millones en el segundo trimestre en comparación con el primero. Representan alrededor del 13% de la población.

Sin embargo, las mediciones estatales no suelen ser referentes confiables. Recientemente la Public Opinion Foundation, publicó una encuesta que refleja que la proporción golpeada por los efectos de los desórdenes sociales y económicos aumentó significativamente: el relevamiento indica que ascendió a una cuarta parte de la población en 8 meses. Un tercio de los rusos dice que es pobre. Esta discrepancia en las cifras confirma las distancia de percepción que empieza a ver entre las autoridades y la población sobre la gravedad de la crisis.

El aumento de la pobreza en Rusia obliga a Putin a buscar respuesta a una crisis económica, con golpes de marketing, uno de ellos la producción de un freno al Covid 19, que aún no ha logrado demostrar sus condiciones, al menos en un ensayo masivo, en ninguna publicación de prestigio internacional.

La crisis del pan expone a Putin

El jefe del Kremlin ha criticado a los productores de pan que han subido su precio. Justo en Rusia, unos de los mayores exportadores de trigo a nivel global, el aumento es un reflejo del deterioro alimenticio. Por primera vez en 5 años las ventas crecen. Los rusos han comprado unas 60.000 toneladas más, lo que ha provocado un aumento en los valores y ha llevado al gobierno a tomar medidas para limitar estos incrementos.

Los ministerios de agricultura y desarrollo económico de Rusia introdujeron un impuesto sobre el trigo exportado de unos 30 dólares por tonelada, intentando desviar la oferta hacia el mercado interno. El intento busca generar una baja en los precios y poder abastecer el alza en la demanda.

Además la limitación de ventas al exterior, un cupo de 7 millones de toneladas, intentó preservar el mercado local, atravesado por la pandemia del coronavirus, y cifras altas de contagios y fallecimientos.

La crisis por la pandemia

Entre enfado y cierto asombro, la aparente solidez del país comienza a advertirse como un engaño entre la sociedad. Una crisis sanitaria y económica que deja en evidencia la estrategia del Kremlin por imponer el éxito de una vacuna de desarrollo local como una vía de escape.

Rusia apuesta frente al endurecimiento de las restricciones a la campaña de vacunación, que ha empezado en el país. El alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, ha advertido que la ciudad podrá volver a una vida sin restricciones solo después de la vacunación masiva de la población.

Los datos de la pandemia son contundentes por el golpe que produjo en Rusia. En total, desde el inicio de la emergencia sanitaria en las 85 regiones del país se han contabilizado 2.877.727 casos de coronavirus. Las muertes por COVID-19 llegan a 51.351, según el último balance oficial.

San Petersburgo, la ciudad mas importante de Rusia, este domingo las autoridades sanitarias locales informaban que había libres sólo 27 camas para Covid-19. REUTERS
En la segunda ciudad del país, San Petersburgo, los hospitales están trabajando al límite de sus capacidades. Este domingo las autoridades sanitarias locales informaron de que en la ciudad había libres sólo 27 camas hospitalarias para acoger a enfermos de covid-19.

Culpar a otros

Para los analistas, la situación está llevando a Putin a escenificar un discurso que se sostenga en eludir la responsabilidad y culpar de los problemas a los líderes regionales.

El jefe del Kremlin se ha mostrado en las últimas semanas en alinearse con el pueblo y aceptar la delicada situación. En una reunión virtual con gobernadores Putin se manifestó indignado por el estado de cosas: “¡No son bromas! El desempleo aumenta, los ingresos disminuyen, los productos básicos son más caros“ Incluso en otro evento reclamo a los responsables políticas, mostrando cifras del deterioro, que se hagan cargo de la solución.

El presidente ruso se comprometió en 2018 a reducir a la mitad la pobreza para 2024, aunque la tendencia actual es al alza. Mientras la inflación en alimentos está en aumento, y entre los productos más golpeados está el aceite, las pastas, el precio del azúcar y varios otros productos de la canasta básica de alimentos. El control de precios o de abastecimiento son las medidas que buscan detener la “emergencia”, crisis que reconoció el propio Putin.

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