Se fue un alma buena

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Foto Red Social Facebook

El ambiente folklórico donde desenvolvió desde siempre su carrera lo llora sinceramente con el dolor de la pérdida de un gran ser humano. Su pequeño instrumento se queda silencioso. El hálito de su dueño se ha apagado pero queda la impronta en su hijo Oscar, músico y compañero en las buenas y en las malas, heredero de sus tesoros y de sus sueños transmitidos en sus genes y con su prédica cotidiana. Yo lo recuerdo con su sonrisa ancha y una anécdota risueña siempre a mano. Para el final una historia pequeña pero significativa que me contó la esposa de Boye José, bolichero de Cartabio, en el corazón de Santiago. “Cuando llega Eduardo con su carga de pan y el vendedor de golosinas de Suncho Corral y se juntan con mi marido, seguro que esa noche nadie duerme en esta casa”. No sólo a su Clodomira natal le duele su ausencia, a nosotros también.

Juan Carlos Carabajal

 

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