La desaparición física de la profesora Saida Giménez, causó un profundo dolor entre todos sus colegas.
A través de su cuenta en Facebook, la docente Silvia Wittte expresó, «Sé que estaba enferma. No pretendo decir que murió por la lucha. Pero había perdido el deseo de vivir por los atropellos sufridos y por no poder seguir con sus chicos».
Agregó, «no pretendo adjudicar culpas ni juzgar a nadie. Pero hubo gente que la hirió, la ofendió y sorprendió su concepción de cómo deben ser las cosas, de cómo debe ser la autoridad y de qué se puede esperar de las personas».
«Tan humilde y respetuosa que pedía perdón por estar mal. Con todo ese sentido del deber y del amor. Tan maestra», sostuvo.
«Pájaro que se descubre con las alas cortadas y lanza un canto de resistencia, doloroso pero bello. Un canto de libertad. Tan valiente, guerrera herida de muerte», manifestó.
«Saida. Ruego a Dios que haya un Dios por vos y por muchos. Lo necesitamos y lo justificas plenamente. Para calmar la terrible soledad de esta vida donde somos tan islas. Tu tristeza es la tristeza de todos los justos. Y te mereces el mejor de los poemas pero no los hay perfectos. Te despido con una profunda gratitud, con dolor, admiración y esperanza», culminó.
Además, le dedicó una poesía de Juan Ramón Jiménez, El viaje definitivo.
…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas la tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado.
mi espíritu errará, nostálgico…
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.