Está convencido de que la elección del 2019 es su última oportunidad para lograr llegar a la presidencia. Suele medirse en las expresiones públicas, pero tiene en claro que el camino que inicio en el 2013 cuando armó desde cero el Frente Renovador tiene en esta instancia electoral una nueva encrucijada en la que debe elegir bien por dónde seguir. Sergio Massa cree que hay dos situaciones que se modificaron en el último año. La primera es que, como nunca en las últimas décadas, un espacio político tiene el suficiente margen para crecer frente al cansancio de la sociedad por la polarización Mauricio Macri – Cristina Kirchner. La segunda es que su regreso al peronismo y el armado que decidió integrar tiene una consistencia mayor para pelear de igual a igual con Cambiemos y el kirchnerismo.
Massa está tan confiado en el camino que quiere seguir junto a los gobernadores, que en su cabeza da vueltas las idea de apostar todas sus fichas a un solo número. Aunque en el tablero no haya ruleta sino urnas que marquen el destino del peronismo que representa.
Esa jugada nace de la expectativa que tiene por el volumen que toma el espacio nuevo y está anclada en la hipótesis que dibuja un alejamiento de la política si el resultado final no es el esperado. El 2019 es el año para patear el tablero y dispersar todas las fichas de la política nacional. «Podemos ganar el año que viene. Estoy cada vez más convencido», suele decir. El convencimiento y su proyección lo resume en una frase: «Voy a ser candidato a presidente. Si pierdo, me voy a retirar de la política. Me dedicaré a otra cosa».
La construcción de una alternativa, diferente a la que protagonizó el año pasado, es lo que más lo seduce. Esa atracción se convierte en adrenalina cada día que el armado suma una idea nueva, una temática distinta para el programa político y económico o un dirigente con ansias de respaldar una construcción con ambiciones superadoras. En los últimos días repite con frecuencia una frase que se sustenta en las encuestas que llegan a sus manos: «El hartazgo de la gente con respecto a Macri y Cristina aumenta 4 puntos por mes». Son números esperanzadores para sus ambiciones y las del espacio que integra.
Las oficinas de avenida Libertador son su búnker de trabajo. Massa recibe ahí a gobernadores, legisladores, dirigentes sociales y gremiales. En las charlas de una hora suele repasar la actualidad del gobierno nacional. A uno de los diputados más cercanos le confió su análisis sobre la tensión interna que se generó en Cambiemos por el cuestionamiento de Elisa Carrió a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, por el nuevo protocolo de las fuerzas de seguridad. «Es un stand up. Ellos mismos son oficialismo y oposición al mismo tiempo. Está todo armado», le explicó. No cree en las diferencias expuestas en Twitter. Para él son parte de una escena montada.
En las últimas semanas en el massismo se intensificaron las reuniones para diseñar una estrategia electoral, buscar métodos de comunicación alternativos y gestionar alianzas para el nuevo espacio. Hacen focus group, leen encuestas y escuchan vecinos en actos informales. Como resultado llegan siempre a la misma respuesta. Están seguros de que la mayoría de la sociedad está agotada de la pelea entre Macri y Cristina. El propio Massa se lo dice a menudo a sus allegados. «La gente está harta de los dos. Nosotros tenemos que romper esa grieta tan instalada». Su deseo, el mismo que tuvo en el 2015 y 2017, está ligado a la necesidad de abrir el escenario político, dividirlo en tres y emparejar las discusiones de la democracia nacional.
En los discursos públicos y en los intercambios de opiniones privados utiliza una analogía para describir la importancia de crear una alternativa. «¿Por qué la gente tiene que elegir entre pasta o pollo? Nosotros podemos brindarle otra cosa. Eso es lo que tenemos que transmitir». Con el pasar de los días se autoconvence de que la oportunidad de ganar no es una ilusión. Es posible. «Vamos a ganar la próxima elección. Lo podemos hacer». El tigrense habla en plural y lo resalta. Ya no es él solo. O él y un grupo de dirigentes bajo el logo del Frente Renovador. Este espacio federal es más grande. «Logramos que los gobernadores nos crean. Ahora se tiene que generar confianza. Es un proceso lento», le dijo a un operador peronista antes del comienzo del fin de semana. Le inyectó ánimo y confianza.
El 19 de diciembre Alternativa Federal hará un lanzamiento formal. Será en Costa Salguero y contará con la presencia de unos 2000 dirigentes de todo el país. Allí estarán Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey, Juan Schiaretti, Miguel Pichetto y siete gobernadores más.
Quizás se sumen dos mandatarios al armado y aprovechen el evento de fin de año para marcar su pertenencia al nuevo esquema federal. Ese acto también servirá para acentuar las diferencias con el kirchnerismo y, especialmente, con la ex presidenta. Será la muestra de una división que con el paso de los meses se profundiza más.
Los líderes del espacio coinciden en que el esquema electoral que está en proceso de armado tiene como principal misión romper la grieta y la polarización entre Macri y Cristina. Es la idea troncal con la que se forjó la flamante construcción. Justamente de ese objetivo concreto deviene el nombre de Alternativa Federal. Apuestan a generar un frente que pueda ganar las elecciones presidenciales del próximo año sin tener que contar con el apoyo de Cristina Kirchner, la dirigente opositora con mayor intención de voto del país.
Durante todo el año los principales exponentes del espacio marcaron en público los motivos del distanciamiento con el kirchnerismo. Ese pedido de renovación lejos de lo que hoy es Unidad Ciudadana se transformó el 17 de octubre, cuando desde Tucumán, con el gobernador Juan Manzur a la cabeza, el peronismo federal reclamó la unidad. Sin embargo, la lectura posterior de ese caluroso encuentro en el norte fue el pedido implícito para lograr la unificación de las diferentes vertientes pero sin la figura de Cristina conduciendo y ordenando.
Internamente el peronismo sigue dividido entre quienes creen que hay que acordar la unidad con el kirchnerismo y entre los que ya decidieron que la alternativa que construyeron debe recorrer un camino paralelo. La gran mayoría de los dirigentes que apuestan a la unidad pretenden lograrla corriendo a la ex jefa de Estado del liderazgo. El argumento más sólido es que ella sola no puede ganarle a Macri y que el resto del peronismo prefiere apostar a ganarle a los dos antes que volver a estar bajo su conducción.
El pasado ya está pisado, advierten. No hay demasiado margen para la negociación porque el crecimiento del nuevo espacio logra convencer a algunos incrédulos de que el peronismo está en condiciones de apostar a ganador.
Alternativa Federal atraviesa semanas de definiciones. El chat donde conviven virtualmente los gobernadores, Massa y Pichetto está hiperactivo. Por eso en esta época de decisiones diarias sobre el diseño del esquema electoral toma relevancia lo que Sergio Massa afirmó en una reunión con dos dirigentes de extrema confianza. Mientras evaluaban los pasos a seguir y las posibles alianzas, el ex diputado fue terminante sobre la posibilidad de acordar con Cristina Kirchner. «No hay una mínima chance de hacer un acuerdo con el kirchnerismo», sentenció. Su testimonio no es más que la confirmación del rumbo que tanto él como Urtubey, los presidenciables del espacio, decidieron marcar, con menos o más énfasis, en los últimos meses.
El ex intendente de Tigre cree que el espacio debe avanzar haciendo acuerdos con partidos provinciales y sectores del sindicalismo. Esa será la forma de darle mayor amplitud, heterogeneidad y volumen al esquema antes de que las elecciones en todas las provincias empiecen a darle vida a un año electoral que terminará en octubre -o noviembre- con la elección del próximo presidente de los argentinos. Es consciente de que su anhelo presidencial solo puede tener asidero si primero se genera un frente amplio y consistente en donde se organice una PASO con los dirigentes que tienen la misma voluntad de él. No hay proyecto personal si no existe previamente uno conjunto que sea ordenado y sólido.
Las candidaturas no serán un problema. Durante el último encuentro en la Casa de Entre Ríos se acordó que la mejor opción para definir quién será la fórmula que represente al espacio será a través de una PASO. En esa elección interna ya están anotados Massa y Urtubey. Pero el líder del Frente Renovador considera que con ellos dos no alcanza para darle volumen a la disputa. Por eso intentará sumar a uno o dos gobernadores más que hagan de la interna una elección bien federal.
El nombre que está escrito en el aire es el del gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti. Massa tienen un buen recuerdo de la competencia que gestionó en el 2015 con el ex mandatario cordobés José Manuel De la Sota cuando ambos se enfrentaron bajo el paraguas del frente Unidos por Una Nueva Alternativa. Massa se alzó con el triunfo, fue candidato a presidente y logró que el frente cosechara votos que sin la presencia del ex gobernador no hubiesen estado.
El fragor de las negociaciones y la velocidad con la que pasan los días para aquellos que trabajan para lograr un crecimiento exponencial de la alternativa, no impiden que el tigrense divise una señal de alerta. Por el momento la sociedad no reconoce en Alternativa Federal a un espacio unificado y lo suficientemente robusto para librar la batalla electoral.
Además, no hay demasiada claridad sobre el programa que implementarán y los principales temas en los que proponen cambios con respecto a lo hecho por los gobiernos de Cristina Kirchner y Mauricio Macri.
«Hay marcar un sendero de luces que muestre a la sociedad el camino que queremos seguir», le explicó Massa a un legislador de máxima confianza durante la última semana. Es momento de empezar a mostrar propuestas concretas sobre modificaciones en el rumbo de la economía, la política de seguridad, la educación, el área de salud y la producción. En eso trabajan los equipos técnicos de Alternativa Federal. Las propuestas son la base de un proyecto y un plan serio es el mejor productor de confianza.