Sergio Massa encabezaría la lista de senadores de la provincia de Buenos Aires bendecida por Cristina Kirchner junto a la fórmula presidencial integrada por Wado de Pedro y Juan Manzur. Con la insistencia de Axel Kicillof de ir por la reelección en la crucial provincia de Buenos Aires, la Vice terminó de definir a su “constelación familiar” para las PASO 2023: una maniobra que parece atender más al juego de la interna peronista que a la elección de octubre. Por varios motivos:
Wado de Pedro es el síntoma de que Cristina Kirchner eligió sentarse sobre el piso de sus votos: busca retener el núcleo duro de su electorado. La receta de un candidato que sume por afuera la enterró la aventura de Alberto Fernández.
Juan Manzur, además de que ofrecía el oro y moro para integrar la fórmula -en tiempo de malaria política no es poco-, en teoría le garantiza el acompañamiento de los gobernadores peronistas, un coro de tibias voces que viene pidiéndole a Scioli que baje su candidatura.
Algo parecido ensayan los intendentes del conurbano bonaerense, aunque se sabe que en las urnas mandan a jugar a dos puntas. Son afectos a los coros a dos voces. Igual, hasta último momento intentarán que Scioli se baje. “Unidad, más que nunca”, piden.
Sergio Massa imaginaba para el 24 de junio, en el cierre de las listas, un escenario que se fue cayendo a pedazos: la inflación del 7,8% en mayo, el demorado acuerdo con el FMI y la “cuña Scioli” terminaron por sacarlo de la carrera presidencial para este turno. Ahora se dio vuelta la taba: el kirchnerismo se planta como garante para que el ministro pueda terminar sin demasiados sobresaltos la gestión en Economía y que el tigrense pueda seguir soñando con el Sillón de Rivadavia hacia 2027. O sea, si se le hunde el barco o lo deja a flote para jactarse que evitó el naufragio. En la negociación, Massa se habría garantizado algo más que la banca en el Senado. ¿La presidencia del bloque? ¿Su esposa Malena Galmarini en un puesto clave en la provincia? ¿Un llave en mano en la Legislatura bonaerense? Eso siempre es un refugio tentador para el tigrense donde supo moverse como pez en el agua, por ejemplo, en la negociación de los pliegos para juegos con el entonces ministro de Justicia de Scioli, Ricardo Casal, ahora su jefe de asesores legal en Economía.
Axel Kicillof consiguió refugiarse en la provincia, pese al deseo de Máximo Kirchner que lo quería sacando pecho por los K y peleando la Presidencia. Para CFK, la provincia de Buenos Aires, ya es más que la madre de todas las batallas. Se convirtió en la trinchera donde Cristina y Máximo se juegan si asisten al entierro de su árbol genealógico político. Algo así como aferrados al precepto Los árboles mueren de pie. ¿Será el alumbramiento de la Kámpora?
Todo para qué. Para medir qué tiene cada uno: La Kámpora, Massa, Scioli, los gobernadores, los Moyano y dirimir una interna que se empezó a jugar el 10 de diciembre de 2019 cuando Alberto Fernández llegó a la Rosada.
Fuente: tn