Sergio Moro, el ex juez del Lava Jato y actual ministro de Justicia, es el personaje con mayor popularidad en el Brasil de estos días. Faltan poco más de tres años para los comicios de 2022, pero si fuera candidato hoy sería el más votado y el único capaz de vencer al presidente Jair Bolsonaro. De acuerdo con una encuesta elaborada para la revista Veja, que se publica en su edición de este viernes, Moro treparía a 38% en cuanto el jefe de Estado quedaría en 34%. En una eventual segunda vuelta, y si Lula formara parte de la carrera electoral, estaría en tercer lugar con 38% de las preferencias frente a 50% del ex juez y 46% de Bolsonaro.
Del resto de los posibles presidenciables se destaca Luciano Huck, un conductor de programas de la TV Globo que no tiene partido. Ocuparía el cuarto lugar en la corrida de 2022.
La investigación reveló que Sergio Moro es el ministro mejor evaluado por la población: 31% lo considera como el mejor integrante del equipo de Bolsonaro. En cuanto al ministro de Economía Paulo Guedes, este aparece en el último lugar en las preferencias de los brasileños con apenas 6% de aprobación. Con todo, en Brasil se interrogan sobre las chances reales de Moro de ser el próximo jefe de Estado, si permanece al frente del ministerio de Justicia en el tiempo que le resta al propio Bolsonaro.
Para muchos analistas, el juez “cometió un error” al aceptar el puesto en el actual equipo ministerial. En la visión del abogado y economista Bruno Carazza, eso lo llevó a “rebajar su estatus de protagonista del combate a la corrupción a rehén de un gobierno cada día con menos compromiso por esa causa”. Ni hablar, desde luego, de las hostilidades que podrá sufrir por cuenta de las ambiciones de otros políticos con poder.
Por empezar el propio Bolsonaro, que aspira a ser reelecto y que hará “todo lo necesario” para despejar el camino hacia su permanencia por un total de ocho años.
Hay más futuros adversarios, entre ellos el actual titular de la Cámara de Diputados Rodrigo Maia. El legislador no ha manifestado aspiraciones, pero cuenta con un partido (el DEM) que lo quiere ver en el Planalto y que está dispuesto a unificar el centro en función de ese ansiado objetivo. De hecho, ya comenzó a bombardear la figura de Moro, quién presentó en el Congreso un ambicioso paquete de leyes contra el crimen.
El ministro hallaba que su proyecto iría a avanzar rápido en la aprobación parlamentaria; pero, por el contrario, encontró serios obstáculos y, en ese sentido, es probable que continúe la dilación en el tratamiento de esas leyes propuestas. Concretamente Maia cuestionó que Moro quiera insistir en una de las medidas contenidas en ese mega paquete legislativo: la norma que efectivizaría la prisión después de la segunda sentencia, sin permitir que el condenado apele en los tribunales superiores. Según el diputado, “el ministro Sergio Moro intenta, como siempre la estrategia de un poco de presión para intentar forzar a las instituciones democráticas”.
El dilema para el ministro es que, por el momento, no cuenta con un partido que lo quiera albergar. No hay que olvidar que el Lava Jato afectó a todas las organizaciones política del país. Ninguna se salvó de ser denunciada por los fiscales y el ex juez. Y muchos de quienes hoy están en el Senado y en la Cámara Baja podrían ser pasibles de futuras sentencias por corrupción.
A su favor, el ministro cuenta con una gran simpatía popular, que se ha mantenido pese a los dardos envenenados que le enviaron sus enemigos. Su papel relevante en las encuestas “molesta” al jefe de Estado brasileño; pero por ahora este no podrá accionar contra su ministro so pena de ver afuera de su equipo el hombre con más prestigio del país.
El escenario, por otro lado, podría modificarse si es que finalmente se concretara la libertad del ex presidente Lula da Silva, hoy detenido en Curitiba por el caso de un departamento en la playa de Guarujá que habría recibido de la constructora OAS. No por acaso el ex mandatario quiere que la Corte Suprema anule la sentencia de Moro que lo condenó a 9 años de prisión. Es que si ésta sigue vigente aún con él fuera de la cárcel, Lula no podrá presentarse como candidato por la ley llamada de “prontuario limpio”, que impide entrar en la carrera electoral a un individuo con condena por delitos.