Lluís Mascaró, director adjunto del diario Sport de Barcelona, escribió en una columna el sentimiento que le provoca la situación de Lionel Messi en el seleccionado argentino y el contexto de dudas en el que suele ser foco de atención, agravado por estos tiempos por la seria crisis deportiva del equipo. Sin eufemismos, tituló: «Messi no debería jugar más con la selección de Argentina».
Y se refiere el periodista al destrato que La Pulga sufre por parte de los argentinos, sus compatriotas, pese a que muchos lo acusen de ser el titiritero del equipo nacional, cuando no de no tener ganas de jugar con la celeste y blanca. En este sentido Mascaró reporta que la de Argentina es una selección que ha entrado en una crisis tan grande «que ni siquiera el mejor del mundo puede salvar».
A continuación, la columna:
Si yo fuera Messi, no jugaría más con Argentina. Pero yo, claro, no soy Messi. Por desgracia. O por suerte. Porque lo que está sufriendo el crack blaugrana con su selección no creo que se lo desee ni al peor de sus enemigos. A la frustración por no poder ganar un título se le une el desprecio con el que es tratado por los aficionados y los medios de comunicación, que siguen sin considerarle ‘uno de los suyos’.
Como si Messi no fuera argentino por llevar desde los 13 años en Barcelona. Cuando la realidad es que Messi es argentino por los cuatro costados. Messi piensa en argentino. Messi habla en argentino. Messi vive en argentino. A pesar de ser un catalán de adopción, toda su vida y sus costumbres giran alrededor de su país de origen. El mismo país que le maltrata como si fuera el culpable de los fracasos de una selección que ha entrado en una crisis futbolística tan grande que ni siquiera el mejor jugador del mundo puede salvar.
Si yo fuera Messi, no jugaría más con Argentina. Porque seguir en la albiceleste solo le comportará disgustos. Como el que se pegó tras la derrota en la final de la Copa América del pasado verano. Entonces, Leo anunció, entre lágrimas, que abandonaba la selección. Triste por un nuevo fracaso. Y harto de que se le cuestionara futbolística y personalmente. Pero el disgsuto/enfado le duró poco. Y cayó en la trampa de regresar a una selección que no tiene ni presente ni futuro.
La cara de la decepción
Una selección rota, sin centro del campo, incapaz de crear el juego que necesita Messi para brillar como brilla en el Barça. Una selección que, seguramente, conseguirá clasificarse (con más pena que gloria) para el Mundial de Rusia 2018 pero que no está construida para ser campeona. Por eso, si yo fuera Messi, me centraría en el Barça. Y sería feliz jugando con mis compañeros. Ante mi público. El que de verdad me quiere. Y me valora. Como lo que soy. El número 1 del mundo. Pero, insisto, yo no soy Messi…