Silencio oficial y nostalgia, en el 50 aniversario de la Revolución Cultural china

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Foto EFE

El nombre oficial del movimiento fue el de «gran revolución cultural proletaria», según la resolución tomada por la dirigencia china en la XI sesión plenaria del VIII Comité Central del PCCH.

Para cumplir con su objetivo, borrar de un plumazo los últimos vestigios de la cultura capitalista enquistados tanto en los mandos del Estado como en las jerarquías del partido, se lanzó una verdadera caza de brujas contra todo lo que oliera a «capitalismo» y a «derecha».

Muchos funcionarios fueron destituidos o despojados de su autoridad. Se persiguió a las «autoridades académicas reaccionarias» y los cuadros del partido sospechados de haber sido penetrados por los agentes del capitalismo fueron reorganizados sin contemplación.

La prensa mundial denominó al proceso como un «macartismo al revés», que persiguió sin tregua a los infiltrados que supuestamente hubieran copado los mandos estatales y partidistas de China.

Uno de los pocos intentos en estos días de recordar (y reivindicar) esa época, desencadenó polémica el pasado 2 de mayo cuando en un concierto en el Gran Palacio del Pueblo, la sede del Legislativo chino, un grupo de jóvenes vestidas con traje Mao entonó canciones de la Revolución Cultural.

El diario Global Times, vinculado al PCCh, criticó ese velado homenaje en un editorial donde aseguró que el espectáculo «de glorificación de una década caótica» había ofendido a la opinión pública.

El periódico advirtió asimismo que cualquier acto de recuerdo podría significar «un signo de que hay tentativas de comenzar otra Revolución Cultural en el el país que durante el gobierno de Deng Xiaping (1978-1997) emprendió reformas económicas de liberalización de la economía socialista que permitieron al país alcanzar unas impresionantes cotas de crecimiento económico.

El presidente Xi Jinping, quien estuvo «reeducándose» durante la Revolución Cultural y cuyo padre fue encarcelado durante ese período, se refirió en un encuentro este año con gobernadores provinciales a la «desastrosa década de la Revolución Cultural», en la que el país «no pudo seguir la construcción de su industrialización».

En 1981, año en el que la esposa de Mao (Jiang Qing) y el resto de la Banda de los Cuatro (Zhang Chunqiao, Yao Wenyuan y Wang Hongwen) fueron considerados culpables de miles de muertes por la Revolución Cultural, el gobierno declaró oficialmente aquel periodo como una «grave equivocación» aunque evitando ahondar en ella y sin personalizar en verdugos o víctimas.

Esta resistencia oficial a la memoria es rechazada por muchas víctimas de la Revolución Cultural, como el jubilado Ning Huirong, cuya familia fue perseguida por los guardias rojos, quien -citado por la agencia de noticias EFE- señaló que esa década «debería ser recordada», precisamente para «evitar que no vuelva a ocurrir».

Comparten esta visión antiguos guardias rojos como Ling Wenxiu, quien cree que aún quedan «muchas cosas» por aclarar de aquella etapa que causó «mucho daño al país y a los ciudadanos».

Los guardias rojos fueron estudiantes (universitarios y secundarios) movilizados por Mao durante la Revolución Cultural, en contra de los elementos elitistas de la sociedad.

«El Gobierno todavía esconde el tema de la Revolución Cultural, no deja que los ciudadanos hablen abiertamente de eso», lamentó en declaraciones Ling, quien afirma que su facción no participó en actos violentos.

Pese al inmovilismo estatal, en los últimos años hubo antiguos guardias rojos que ya en la vejez decidieron pedir perdón públicamente por sus actos de hace medio siglo.

El primero en dar el paso, en 2013, fue Chen Xiaolu, hijo de uno de los padres teóricos de la Revolución Cultural, quien públicamente pidió disculpas a sus antiguos profesores de instituto, un gesto que más tarde han repetido otros antiguos guardias rojos.

Esa controvertida época, no obstante, también tiene sus nostálgicos, que piensan que aquel tiempo, con mayor idealismo y menor corrupción que el actual, tuvo partes positivas; una visión que impera sobre todo en el campo, donde la violencia de los guardias rojos se sufrió menos.

En la China actual aún sobrevive la icónica estética de la Revolución Cultural, que se sigue usando en obras de artistas chinos contemporáneos y en recuerdos para turistas, además de pervivir en restaurantes «maoístas» donde camareros disfrazados de guardias rojos sirven el menú.

La Revolución Cultural finalizó en 1976, con la muerte de Mao el 9 de septiembre y la posterior detención de la Banda de los Cuatro en octubre.

Eso llevó a la rehabilitación de Deng Xiaoping -quien había sido purgado dos veces durante la Revolución Cultural- y el inicio de una fase más pragmática del régimen comunista, la llamada «reforma y apertura».

Fuente: Telam

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