A los 42 años Max Stöckl quería batir su propio récord: descender por una montaña de grava con una mountain bike de serie. La marca la había logrado en 2011 cuando bajó por el volcán del Cerro Negro en Nicaraguaa 164,95 km/h. Sin embargo, en su última presentación logró batir sus propios números.
Stöckl y su equipo de seis hombres decidieron ir al desierto de Atacama. Un lugar inhóspito, donde sólo hay piedras y cantos rodados. «Con el descenso de Nicaragua no me divertí todo lo que quería, no fue un gran reto. Cuando regresé a casa empecé a buscar otra montaña para tirarme y la encontramos en Chile», dijo con entusiasmo.
El atleta austríaco eligió un desierto con una montaña que se encuentra a 3.972 metros de altura, en el que hay un desnivel de 45 grados. Desde el comienzo hasta el final la distancia era de 1.200 metros. Además, este lugar era ideal por la poca resistencia al viento.
Max utilizó un traje especial con airbag, similar al que emplean los corredores de esquí y los saltadores. El casco lo fabricó él mismo y la bicicleta fue una Mondraker de descenso, a la que no se le añadió ni quitó nada para hacerla más rápida.
Stöckl probó el descenso ocho veces para encontrar la línea ideal y ver qué velocidad podría alcanzar para así batir el récord del mundo. «Cuando vas rodando a más de 160 kilómetros por hora se requiere de un esfuerzo enorme. Esta fuerza tiene un gran impacto en la bici y en todo el cuerpo», relató.
En el intento se registró una velocidad de 167,6 km/h, por lo que se batió el récord anterior. Para ello Max necesitó 11 segundos y 650 metros. No mal para alguien que no es considerado como un atleta profesional.
«Estoy exhausto, a pesar de que sólo fueron 20 segundos. No puedo expresar mis sentimientos. Verte en la cumbre, mirar hacia abajo y sentir la adrenalina es un momento inolvidable», concluyó.