A partir del 2 de mayo, la Asociación Internacional de Mujeres Juezas llevará a cabo un encuentro del que participarán cerca de mil magistradas. Su presidente, Susana Medina, contó a InfobaeTV detalles de las reuniones y analizó la actualidad del Poder Judicial.
«Nos vamos a reunir bajo el título general de ‘Construyendo puentes entre las juezas del mundo’. Nosotros creemos que frente a los muros que existen en la actualidad, los que se están construyendo y los que se quieren construir, las juezas estamos en inmejorables condiciones para derribar esos muros y construir puentes. Puentes por donde los ciudadanos y las ciudadanas del mundo transiten libremente, sin obstáculos», comenzó Medina.
Asimismo, explicó que debatirán sobre «el cambio climático, la tecnología, el género, la situación de la mujer rural, la mutilación genital femenina» ya que, por ejemplo «en muchos países de África las mujeres están sufriendo mucho».
Sobre la actualidad de la Corte, Medina pidió que se amplíe el cupo femenino: «Harían falta una o dos mujeres más. Por qué no la mayoría. Y por qué no las cinco.Pensémoslo, pero no lo pensemos para nosotras, pensemos para la ciudadanía. Ese es el tema».
— La traigo a su ejercicio profesional en el Tribunal Superior de Entre
Ríos con esto, ¿sigue siendo machista la Justicia argentina?
— Sí, todavía sí. De hecho hay todavía provincias donde los Superiores
Tribunales o las Cortes provinciales no tienen integrantes mujeres. Cuando
nosotros planteamos esta cuestión los colegas nos dice pero qué más quieren, si la mitad de los Poderes Judiciales están integrados por mujeres. Sí, es cierto, pero están en la base de la pirámide, son las secretarias, las juezas de primera instancia, las juezas de familia. Pero a medida que se va creciendo en la pirámide ya en las Cámaras por ejemplo, en la segunda instancia, ya ahí hay ciertos obstáculos que no le permiten llegar a la mujer. Y muchos más para llegar a la Corte Suprema o a los poderes judiciales, Cortes provinciales o Superiores Tribunales de Justicia.
— ¿Le toca dar un doble examen por ser mujer?
— Por supuesto, todos los días. Todos los días. De hecho por ejemplo en mi caso yo soy vicepresidenta del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos y por mi obligación internacional tengo que viajar. Y tengo que viajar mucho, he recorrido muchos kilómetros, la verdad no los he contabilizado pero he tenido muchos viajes. Y antes de viajar tengo que dejar mi despacho absolutamente al día para que nadie diga mira, está trabajando en la Asociación y no tiene su despacho al día. Seguramente eso a un hombre no le pasa.
— Es muy interesante lo que plantea. Alguna vez, y hoy la Corte Suprema volvió a tener una disparidad en cuanto a su composición ¿no?
— Absolutamente.
— A partir de la muerte de la doctora Argibay. ¿Debiera proponerse, no sé si un cupo formal pero que hubiese por lo menos dos miembros mujeres?
— Sí, yo creo que sí. Cuando hablamos de la Ley de Cupos hay muchos que están en contra de la Ley de Cupos pero gracias a la Ley de Cupos las mujeres pudieron ocupar muchos lugares e importantes lugares. Y así debería ser en el Poder Judicial también. Hablamos a nivel político ¿no es cierto?
— Claro.
— Falta en el Poder Judicial lo mismo. No puede ser, por ejemplo en el Superior Tribunal de Entre Ríos somos nueve integrantes, y tres mujeres.
— Bueno, es bastante, quiero decir en términos de lo que es la…
— Sí. Pero hay otros Superiores Tribunales muy importantes como el de Chaco, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde más o menos están equiparados o son más mujeres que hombres. ¿Sabe una cosa? Por qué es importante Luis que haya más mujeres, porque tener más mujeres en los
puestos de decisión es más justicia para la gente. Se enriquecen las decisiones jurisdiccionales. Ya no está solo la visión del hombre sobre un tema sensible sino está la visión del hombre y de la mujer. Entonces es importante para la gente, no para nosotros. No es llegar por llegar, es llegar para prestar un mejor servicio de justicia, un servicio de justicia más eficaz, más eficiente, más cercano a la gente, una Justicia con rostro más humano. Tenemos que recuperar la confianza perdida del ciudadano común en la Justicia. Y de eso se trata, en la Asociación trabajamos para vivir una nueva y verdadera idea ética de la Justicia, superadora de la Justicia formal que ha demostrado ser probadamente insuficiente para responder a las necesidades de la gente. Estamos muy alejados de la gente.
— ¿En nuestro país se hace justicia o se hace lo que se puede?
— Y, tratamos de hacer justicia. Quienes vemos al Poder Judicial como un poder, como lo es, en un sistema republicano como el nuestro los jueces ejercemos una cuota importante de poder, somos doblemente responsables, por nosotros mismos y por los demás. Y cuando digo los demás digo los que menos tienen, los más pobres, los que más sufren, los que muchas veces no
tienen más que su propia vida, su propia existencia, su propio nombre, y lo ponen ni más ni menos que en nuestras manos para resolver sobre temas sensibles. Muchas veces vienen a nuestros despachos, me pasaba cuando era jueza de instrucción, gente que hacía días que no comía o que no se bañaba o que no tenía ropa para cambiarse, y venia y decía: «Léame porque no sé, no sé lo que me está diciendo, léame usted. Yo pongo el dedo donde usted me diga».
— Muy fuerte.
— Eso es muy fuerte. Eso es muy fuerte. Entonces el juez o la jueza tiene que estar preparado para prestar un servicio que responda a las necesidades de ese ciudadano. Es decir, nosotros hemos llegado Luis a puestos de decisión, a puestos de poder, que nos hacen responsables. Entonces quien quiera ser juez o jueza tiene que tener una verdadera vocación de servicio. Lejos de ser un privilegio lo nuestro es un compromiso con la gente. O debiera ser un compromiso con la gente.
— ¿Participa de la idea de que se ha judicializado muchísima de la actividad pública, incluso aquella que debería resolver la política y no la Justicia?
— Absolutamente. Hay muchas cosas que debieran resolverse previamente, sin tener que llegar a la Justicia, la Justicia es la última instancia. Por ejemplo, vamos a un tema que nos preocupa, el femicidio, el tema de la mujer que muere a causa de la acción del hombre. Generalmente es su pareja, es su marido, su amigo, su vecino, su padre, su hermano. Llega a la Justicia. Bueno, ¿y qué hace una jueza? Usted puede dictar la mejor de las sentencias, pero la vida no la recupera. Entonces hay que trabajar previamente. Los otros organismos del Estado tienen que trabajar para impedir que se llegue a ese hecho tan doloroso que es la pérdida de una vida. Hay que prevenir digo yo siempre, hay que anticiparse a lo que va a venir. Eso no lo puede hacer un juez, el juez actúa sobre los hechos.
— Con el hecho consumado.
— Con el hecho consumado.
— Claro.
— Entonces usted puede hacer como le dije o dictar la mejor de las sentencias y declararlo culpable, que vaya a cadena perpetua el femicida, pero la vida de esa mujer no se recupera. Y, perdón, quedan las víctimas secundarias que son los hijos, y generalmente son niños o adolescentes, los padres que son ancianos y pierden a su hija. Entonces fíjese cuánto dolor causa una muerte. Bueno, las mujeres juezas no queremos más mujeres muertas, esa es la verdad. Entonces trabajamos por una Justicia que vaya más allá, una Justicia con un rostro más humano. Vamos a trabajar sobre los hechos pero también vamos a anticiparnos.
— En la prevención.
— Y vamos a ayudar a los otros organismos a trabajar en la prevención.
—Voy un poquito más a esto que decía de que las mujeres juezas no quieren más mujeres muertas, que es uno de los principios, una de las bases de Ni una Menos, del movimiento Ni una Menos, que ha sido denostado. Yo insisto que cuando hay un movimiento que perturba lo que se hace es denostarlo por los bordes ¿no? Y ha sido denostado por excesivo, no sé, como un cuidado excesivo de la cuestión femenina, se ha hablado de feminazis. ¿Cómo vive eso?
— No bueno, me da pena por la gente que piensa así. Sinceramente eso demuestra que la clave es la educación para cambiar esta historia. Lo decía Carmen Argibay, no lo digo yo, decía: «Siempre Susana la clave está en la educación, tenemos que educar para la igualdad.» Y decía más: «Nosotros no vamos a ver los resultados pero hay que empezar.» De hecho ella pobre no vio los resultados pero empezó. Y bueno, nosotras empezamos con ella y tratamos de continuar sus pasos. Nos cuesta porque es una figura muy, muy emblemática y una figura tan completa. Si hubo una jueza independiente, imparcial, independiente aun de sus propios criterios, fue Carmen Argibay. Y trabajo, créame, mucho en silencio. Yo tuve la suerte de acompañarla durante mucho tiempo y hoy tengo en mi despacho la toga que usó en La Haya y sus distinciones honoríficas porque la familia creyó que yo era la persona indicada para custodiar esos efectos personales de Carmen.
— ¿Cómo vive el debate de la despenalización del aborto?
— Con mucho interés. Y celebro que se dé ese debate que hacía tanto tiempo que debía darse. Porque hay realmente opiniones muy valiosas, opiniones encontradas muy valiosas. De hecho uno de los temas de la conferencia va a ser eso, entonces vamos a tener expertas de todo el mundo para discutir, para capacitarnos, para perfeccionar el tema, y ver si llegamos a una postura unánime desde la Asociación Internacional de Mujeres Juezas.
— ¿Tiene opinión personal formada?
— Tengo opinión personal pero por cuestiones lógicas no la comparto. Nunca me ha tocado resolver sobre el tema.
— ¿Sigue siendo judicializado el tema de los abortos por lo menos exceptuados de la punición? En Entre Ríos pregunto.
— Bueno, ha habido muchos casos, ha habido sentencias a partir del caso Fal de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, ha habido muchas sentencias en el mismo sentido, sí. Mire, nadie puede estar a favor del aborto. Es decir, de hecho apostamos a la vida, creemos en la vida. En la vida en todas sus formas eh, en la del niño, la del anciano, la de la mujer. Pero también sabemos que es injusto penalizar a la mujer pobre, porque la que llega a hacerse un aborto en malas condiciones es la mujer pobre. Porque la mujer que tiene instrucción o que tiene medios materiales, tiene posibilidades de hacerlo en silencio y de manera segura. En cambio usted ve que las que llegan y las que además son penalizadas son las mujeres pobres.
— Y aparte usted plantea, digamos, si la respuesta a una situación grave, no querida, es el Código Penal estamos complicados.
— No, no, por suerte. Mire, el Código Penal no resuelve nada. Hay un libro que usted seguramente lo va a conocer, que llegó a mis manos cuando yo era estudiante de Derecho, que se llama El alma de la toga, de Ossorio y Gallardo.
— Sí claro.
— Bueno, hay una frase que a mí me pegó mucho como dicen los jóvenes: «El Derecho está en los libros, uno los busca, los estudia y puede quedarse en paz, pero lo que la vida reclama no está escrito en ninguna parte.» Y hoy la vida reclama de sus jueces valentía para tomar decisiones, empatía para ponerse del lado de la persona a la que va a juzgar, una mayor solidaridad, sororidad. Es decir tener una mirada de género como le llamamos nosotros. ¿Qué es una mirada de género? Una mirada inclusiva, no estereotipada, no sexista. Una mirada generosa. Una mirada amplia con absoluto apego a la ley. Pero una mirada que vaya más allá. Lo que tenemos que tratar Luis es de solucionarle la vida a la gente, la gente que es la destinataria de nuestras decisiones.
— Viniendo del fuero penal doctora, ¿cómo vive esta discusión planteada más que nada por los medios, y creo que erróneamente, del mal llamado garantismo versus el no?
— Bueno, la verdad es que creo que es una falsa discusión. Acá se trata de garantizar los derechos humanos de los ciudadanos respetando la ley y el orden. La sociedad no puede vivir sin orden y no puede vivir sin ley. Pero los derechos y las garantías de los ciudadanos deben ser realmente efectivos. Y para eso estamos los jueces, los jueces tenemos que garantizar que todo ciudadano esté sometido al debido proceso legal que dice la Constitución, que esté absolutamente todo garantizado. De esa manera vamos a recuperar como le decía hoy la confianza perdida de la gente. Hoy la gente no cree en el Poder Judicial, sin embargo va al Poder Judicial porque es una cosa rara ¿no? Es decir, habla mal del Poder Judicial seguramente porque no entiende algunos mecanismos, porque algunos mecanismos son vetustos, porque hay que cambiarlos, hagamos nuestra autocrítica, pero también recurre la gente. La gente recurre al Poder Judicial y viene y dice necesito, por ejemplo un tema laboral, cuando una empresa está por quebrar y quedan 70, 100 familias en la calle. ¿Qué debe hacer el juez? Lo primero que debe hacer es llamar a las partes y tratar de conciliar entre los intereses empresarios y los intereses de esta gente, con la ayuda de los abogados. Pero debe sentarse y hablar con la gente, mirar a la gente a la cara, mirarlos a los ojos. Si los jueces y las juezas miráramos más a la gente a la cara y los escucháramos más sin hablar tanto, no es mi caso porque hablo mucho (risas), seguramente cambiaría la cosa.
— A usted le ha tocado intervenir en causas que todavía siguen siendo de discusión sea en jurisdicciones provinciales o en la nacional como son paros de educación. Me gustaría referirme a un caso que usted tuvo que fallar respecto de una situación permanente de un paro docente en su provincia.
— Sí, hace muchos años eh. No recuerdo bien pero yo era jueza de instrucción. Y hacía ya varios meses que en la provincia no se daban clases. Los niños estaban por perder el ciclo escolar. Entonces seis defensores oficiales de mi provincia presentaron un amparo para obligar a los maestros a dar clases. Eso fue un día viernes. El día sábado resolví el amparo
favorablemente obligando a los maestros a dar clase a partir del día lunes siguiente. Salió en los medios, los maestros enseguida protestaron, era domingo a la noche, los recibí, los escuché, tenían sus razones también. Y a partir de escucharlos tomé una segunda decisión. Porque ellos decían por ejemplo no tenemos dinero para tomar el micro para ir a dar clases. Entonces obligué a las empresas de colectivos a darles pasajes gratis que después iban a ser descontados de sus impuestos. Y así con muchas otras empresas. Así volvieron los maestros a dar clases. Y la mayor satisfacción fue que ese lunes siguiente cuando yo iba caminando para tribunales todos los niños bajaban de los autos, de los micros escolares, con sus mamás, con sus mochilas, todos con sus delantales blancos. Y la verdad es que yo dije que bien que decidí de esa forma. Porque es cierto que el derecho de los maestros a tener buenos salarios que les permitan vivir dignamente, es cierto, pero también está un derecho que para mí es superior que es el derecho a la educación. El derecho a la educación de las nuevas generaciones. Si queremos construir un mejor país tenemos que pensar en las nuevas generaciones. Una sociedad Luis que no protege adecuadamente a sus niños, a sus adolescentes, que se desentiende o que desconoce todos estos problemas que están alrededor de ellos elabora su propia muerte.
— Sin la menor duda. Dos últimos temas así muy críticos, algunos muy porteños pero me imagino que en Entre Ríos le pasará, que son los cortes de calles, de rutas, piquetes y demás. ¿Qué evaluación tiene del derecho que hoy parece en colisión de la libertad de expresión, el derecho a la protesta, y el derecho a la libre circulación del resto de la comunidad?
— Bueno, también me ha tocado intervenir siendo jueza de instrucción. Ser juez de instrucción es un aprendizaje.
— Ahí sí que se forma eh.
— Sí. Y resolví de manera similar a lo que pasó con el tema de los maestros. Hablaba con las personas que protestaban, con los piqueteros entre comillas, hablaba y bueno, idas y venidas y después permitían el acceso, el paso, se quedaban a un costado de la ruta, a un costado de la calle. En alguna oportunidad llegué a procesar a algunos por desobediencia a la autoridad. Y de hecho en una oportunidad procesé al jefe de policía de ese entonces, voy a omitir el nombre, pero lo procesé también por desobediencia a la autoridad por no haber colaborado en llevar adelante una medida de este tipo.
— Siempre la sociedad civil reclama a los jueces que no pagan el Impuesto a las Ganancias.
— Es un lindo debate. Yo como Carmen Argibay estoy dispuesta a pagar Ganancias. De hecho pago el Impuesto a los Ingresos Personales, y lo hago todos los años y presento mi declaración jurada que está guardada en la contaduría del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos y cada vez que hay algún movimiento de crédito o de deuda también lo comunico. Creo que tenemos que trabajar para la igualdad. Ser juez no es un privilegio Luis, ser juez es un compromiso, es un compromiso con la vida, es un compromiso con la ciudadanía, con la ciudadanía universal. Entonces creo que tendríamos que los jueces dar un debate profundo sobre este tema y llegar a una decisión que sea la más justa y la más equitativa posible. Y justa no para nosotros, justa para los otros. No pensemos en nosotros, pensemos en los otros.
— Bueno, comienza ya el martes de la semana que viene este encuentro de mujeres. ¿Cómo se van a poder conocer los debates, las conclusiones? Qué modo hay para la sociedad para acceder a esto.
— Bueno, se va a pasar a través del Centro de Información Judicial de la Corte, se va a pasar en vivo y en directo.
— El CIJ.
— El CIJ. Incluso algunas conferencias también van a ser pasadas en vivo como la de Ruth Bader Ginsburg, la ministra del Supremo Tribunal de Estados Unidos, que es socia nuestra y viene. Viene la ministra de Justicia de Canadá. Vienen mujeres de todas las Cortes del mundo. Las conclusiones las vamos a tener después del día 6. Vamos a elaborar seguramente unas muy ricas conclusiones como lo hacemos cada 2 años. Somos todas mujeres muy inteligentes (risas). Pero más que inteligentes somos mujeres con una vocación de servicio, eso es lo que nos hace diferentes. Cada una en su país, cada una en su región, trabaja por la comunidad. Yo le podría comentar mil anécdotas pero le cuento una: hay una jueza de Cabo Verde, al Norte de Mozambique. Y esa jueza que estudió en Londres volvió a su comunidad, una aldea que no tenía luz. Y ella trajo la luz, puso energía solar con su sueldo, nadie la ayudó, con su sueldo pagó la energía solar para que la aldea tuviera agua y tuviera luz. Eso es un cambio en la comunidad. Y así le podría contar a lo largo y a lo ancho del mundo anécdotas. Pero lo hacemos en silencio, porque la verdad es que no nos publicitamos, lo hacemos porque estamos convencidas de que debemos hacerlo. Como decía Carmen hay que empezar.
— El machismo también está en la comunicación eh, o sea, si fuera un encuentro de varones jueces estaría en promoción permanente ¿no?
— Sí, por supuesto. Bueno, de hecho ahora viene el G-20. Yo escucho hablar en todos los noticieros del G-20. El G-20 es muy importante, sin lugar a ninguna duda, pero nuestro encuentro es tan importante o es más porque nosotras somos las juezas, somos las que decidimos. Es decir, somos parte de uno de los tres poderes del Estado.
— Claro. Para terminar pongámonos kelsenianos y miremos la cúspide de la pirámide. Es machista la Corte argentina ¿no?
— (Risas) Bueno, el presidente es socio nuestro, así que nos está ayudando mucho. Ricardo Lorenzetti es socio honorario nuestro. Bueno, en la Asociación tememos veinte hombres jueces que nos están ayudando. Que están transitando este camino que para ellos tampoco es fácil.
— Pero haría falta una mujer más al menos en la Corte.
— Sí, sí, una o dos más. Sí, por qué no la mayoría. Y por qué no las cinco. Pensémoslo, pero no lo pensemos para nosotras, pensemos para la ciudadanía. Ese es el tema.
— Nada menos.
— Qué está necesitando el ciudadano hoy. Entonces los nuestros no son puestos de privilegio, por el contrario son puestos de mucho sacrificio. Estás decidiendo todos los días sobre el honor, sobre la vida, sobre la propiedad, sobre el nombre, sobre la tenencia de los hijos, sobre los alimentos, son temas de derechos humanos, temas muy sensibles. Y eso necesita de un compromiso de los jueces y de las juezas diferente.