La abdicación del emperador japonés, programada para el 30 de abril, es uno de los eventos más grandes del país y la expectativa es monumental. Los preparativos no cesan y Japón se detendrá para seguir el trascendental momento. Pero ha puesto un dilema para los trabajadores nipones: ¿qué hacer con tanto tiempo libre?
«Para ser honesto, no sé cómo pasar el tiempo cuando de repente tenemos 10 feriados«, admitió Seishu Sato, un trabajador de finanzas de 31 años. Según indicó, es probable que pase el tiempo en la casa de sus padres.
Es que la festividad se une a la tradicional Semana Dorada, un conjunto de días libres a inicios de mayo. Viajar está casi descartado, ya que los precios de las agencias turísticas están por las nubes y prácticamente agotados desde hace meses.
Lo que en otras latitudes del planeta sería una celebración, en Japón es tomado con reticencia. Una encuesta del periódico Asahi Shimbun indicó que solo el 35% de los encuestados está «feliz» sobre las vacaciones, mientras que un 45% dijo estar descontento con los 10 días.
Takeru Jo, trabajador de una pizzería de 46 años, ofreció otra perspectiva: «No podremos estar libres. Al contrario, estaremos súper ocupados». A su vez, varios padres se quejaron en Twitter por las complicaciones de que cierren las escuelas y guarderías, lo que consideran «un dolor de cabeza».
A su vez, aquellos trabajadores que ganan por jornada o por hora lamentaron lo que será una reducción en sus ingresos.
De todas formas, el asunto no es solo monetario o familiar. Diversas estadísticas apuntan a un tema subyacente: la falta de capacidad de relajarse.
El Ministerio de Salud, Empleo y Bienestar reportó que los trabajadores japoneses solo suelen tomarse unos ocho días de vacaciones al año, menos de la mitad de lo que les corresponde. No solo eso: cuando están fuera del trabajo, no lo disfrutan. Según una encuesta del portal Expedia realizada en 2017, el 60% de los viajeros japoneses se sentían culpables por haber pedido vacaciones.
Esta semana, Japón estrenó una reforma laboral que apunta a, finalmente, limitar las jornadas y hacer frente a un llamativo problema: el «karoshi«, la muerte por exceso de trabajo. En el año fiscal 2015-16, el gobierno registró un récord de 1.456 casos. Activistas afirman que las tasas reales podrían ser aún más altas.
(Con información de AFP)
Fuente: Infobae