Tensión diplomática entre Italia y Austria por la ola de inmigrantes

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Un cortocircuito diplomático comenzó a producirse ayer entre Italia y Austria por el flujo de inmigrantes que entran en Europa. Mientras Italia se encuentra cada vez más agobiada por una entrada ilegal récord de personas -de los 101.210 arribados a la Unión Europea (UE) desde enero, el 85% desembarcó en la península (85.183)-, Austria amenazó ayer con cerrar la frontera del Brennero a los desesperados inmigrantes provenientes de la península.

El ministro de Defensa austríaco, Hans Peter Doskozil, adelantó que Viena está lista para activar controles reforzados en su frontera con el envío de 750 soldados «si no se detiene el flujo de inmigrantes desde Italia». El anuncio enfureció a Italia porque Austria no deja pasar a ningún inmigrante desde hace tiempo. Tanto es así, que la cancillería italiana decidió convocar al embajador austríaco, René Pollitzer.

Marina Berlingheri, diputada del Partido Democrático (PD), pidió a la Comisión Europea (CE) que imponga sanciones a Austria, país que no sólo está quebrantando los acuerdos tomados para «recolocar» inmigrantes, sino que ahora amenaza con blindar las fronteras «violando cualquier solidaridad o cualquier regla europea».

No es la primera vez que Austria amenaza con cerrar sus fronteras. Pero el país se encuentra en plena campaña electoral, y la línea dura contra los inmigrantes seguramente significa votos.

El ministro del Interior italiano, Marco Minniti, se manifestó totalmente sorprendido por las declaraciones de Doskozil. Y tildó su idea de desplegar el ejército a lo largo de la frontera del Brennero como «una iniciativa injustificada y sin precedentes».

Para presionar a la UE, la semana pasada Italia amenazó con cerrar sus puertos a barcos extranjeros -muchos de ONG- que salvan a inmigrantes en el Mediterráneo.

Mientras la CE analiza un plan para darle más ayuda a Italia -que podría significar más dinero- el presidente del organismo, Jean-Claude Juncker, ayer se animó a decir lo que muchos piensan. «El Parlamento Europeo es ridículo, muy ridículo», acusó, con rabia, en una sesión semidesierta en la que tenía que debatirse el semestre de Malta, así como la cuestión de inmigrantes. De 751 parlamentarios, sólo estaban presentes unos 30.

Elisabetta Piqué/ La Nación

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