Testeos masivos y diez mil camas de terapia intensiva: cómo es el plan del gobierno después de la cuarentena

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In this photo taken on Friday, March 27, 2020, healthcare workers assist a patient at one of the intensive care units (ICU) at German Trias i Pujol hospital in Badalona, in the Barcelona province, Spain. The new coronavirus causes mild or moderate symptoms for most people, but for some, especially older adults and people with existing health problems, it can cause more severe illness or death. (AP Photo/Anna Surinyach)

Comenzar con testeos masivos y llegar a tener como mínimo 10838 camas de terapia intensiva para mayo -cuando se inicie la parte más crítica de la pandemia en nuestro país- son los pilares del plan del gobierno para dar respuesta al Covid-19.

El objetivo de la cuarentena, que ya cumplió tres semanas, es aplanar curva de contagios para, precisamente, evitar que el sistema sanitario se vea sobrepasado. Italia y España, dicen, son claros ejemplos del infierno que se vive cuando eso sucede. Incluso, los 24 gobernadores le habrían dicho al presidente Alberto Fernández que, lejos de flexibilizar el aislamiento, lo profundice, sobre todo en el transporte público. Esto, aseguran, ya lo saben la UIA y la CGT.

Con nuestro país ingresando a la etapa de difusión comunitaria del virus, todo evidencia que será fundamental, para hacerle frente, asegurar un gran número de camas de terapia intensiva bien equipadas. La responsabilidad de esta tarea, dentro del Ministerio de Salud, recae hoy en el secretario de Calidad de Salud Arnaldo Medina, virtual viceministro.

Oficialmente, hoy la Argentina cuenta con 2516 camas de terapia intensiva en el sector público y 5928 en el privado, casi el doble. En total, son 8444 camas. Habitualmente, la ocupación de las mismas, por distintas enfermedades y accidentes, está entre el 75 y 80 por ciento. Pero en la actualidad, como se dejaron de lado las operaciones que no son críticas y disminuyeron drásticamente los siniestros viales, la ocupación bajó al 50 por ciento.

Hoy sólo están internadas 96 personas en estado crítico por Covid-19 en todo el país. “Un porcentaje bajo de acuerdo a lo que se espera en el pico”, señala un funcionario de la cartera de salud. La hipótesis moderamente optimista es que cuando la curva llegue al máximo serán necesarias 6500 camas. Es decir, que a las aproximadamente 4000 que deje libre el sistema, habrá que agregarle 2500 para afrontar la pandemia en forma ajustada.

El punto más crítico para llegar a ese número (además de las camas en sí, ya que en un momento faltaron caños para construirlas), es el equipamiento, como los monitores multiparamétricos y los respiradores. No todas las camas de terapia que tiene actualmente nuestro país tienen respirador: sumando los sectores público y privado, 7393 cuentan con uno. En la Argentina existen cuatro fábricas. La más grande se encuentra en Córdoba. Se hicieron alianzas entre empresas para aumentar la producción. La necesidad, 2500 respiradores, triplica a la oferta local. Por el momento se distribuyeron 335 en todo el país, y Tecme -el fabricante principal- entregará 250 semanales. Además, en los próximos días -cuentan- un avión volará a China para buscar alrededor de 1600 respiradores más. Ir hacia ellos y no esperarlos se hace para impedir que otra nación se quede con ese botín, como sucede hoy en todo el mundo con los insumos críticos.

El otro punto clave para enfrentar con cierto optimismo la pandemia son los recursos humanos. Hoy no alcanzan la cantidad de médicos, enfermeros y kinesiólogos entrenados para trabajar en las Unidades de Terapia Intensiva. Ni siquiera para las que en una situación normal posee el sistema de salud argentino.

Lo que hicieron desde la dirección nacional de Capital Humano dependiente de la secretaría de Calidad en Salud -en consenso principalmente con la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva- fue lanzar un registro de voluntarios. Hasta el momento se anotaron 3122 profesionales de la salud (2252 mujeres contra 860 varones), con edades de entre 20 y 39 años. Allí hay, entre otros, 651 enfermeros, 392 médicos, 308 bioquímicos, 196 kinesiólogos, 193 técnicos radiólogos, 159 técnicos de laboratorio, 150 psicólogos, 114 auxiliares en enfermería, 110 instrumentadores quirúrgicos, 68 médicos veterinarios, 59 licenciados en enfermería; 43 profesionales en análisis clínicos; 41 técnicos en emergencia médica; 28 biólogos y 600 de otras disciplinas.

A través de videoconferencias, los voluntarios reciben una capacitación a distancia a cargo de especialistas de la SATI, puntualmente referida al manejo del paciente crítico y del respirador, shock séptico, distrés respiratorio del adulto, intubación y extubación. Un grupo de ellos (21 médicos y diez kinesiólogos) ya fue enviado al Chaco para reforzar la atención en esa provincia, donde hay circulación comunitaria, médicos infectados y otros en cuarentena. La próxima semana arribarán enfermeros y un director de hospital para organizar una central de derivaciones.

También se convocó a unos 500 profesionales recién recibidos en distintos rubros de la sanidad, que aún tienen el título en trámite. “Estamos en una guerra, y ellos serán, digamos, los reservistas, en caso que se requieran sus servicios porque los médicos y enfermeros se infecten”, señalan. A ellos se los entrena en el Hospital El Cruce de Florencio Varela y en la Universidad Nacional de La Matanza. Incluso, médicos que hoy trabajan en ambulancias serán enviados a la atención hospitalaria.

Para que todo esto pueda funcionar de manera legal (médicos de reserva que podrían trabajar sin título habilitante, por ejemplo) se espera que los próximos días que el Poder Ejecutivo dicte un DNU que regularice estas situaciones impensadas fuera de esta emergencia y que sean válidas sólo durante la misma.

La decisión de quienes ocuparán las camas es uno de los puntos sensibles del plan. El delicado equilibrio de las piezas requiere que aquella persona que tenga síntomas no demore su consulta para no ingresar directamente en una terapia intensiva. Cuando alguien llame por teléfono a los números que cada gobierno designó para consultas sobre coronavirus, el operador definirá qué hace con él. De evaluar que es necesario, le enviará un link al número del whatsapp del paciente. A partir del mismo, se establecerá una teleconsulta con un profesional de la salud que le indicará los pasos a seguir. Este sistema se lanzará el lunes próximo en el Hospital del Cruce de Florencio Varela, y llegará en principio a dos millones de personas que incluirán a los habitantes de ese partido y los de Quilmes, Berazategui y Almirante Brown.

Si una vez hecha la teleconsulta se constata que son síntomas compatibles con Covid-19, se le enviará una ambulancia. Cuando la disponibilidad de ambulancias se vea más comprometida, se evaluarán otros medios de transporte. Estos pacientes irán a los centros de derivación y de allí, según la gravedad del caso, a los llamados Hospitales Covid-19, alistados para recibirlos.

Ya hay tres provincias (Catamarca, Tierra del Fuego y Corrientes) que han dividido su sistema de salud: los pacientes con Covid-19 serán llevados los hospitales públicos. Quienes tengan otras patologías, a las clínicas privadas. Por ejemplo, Ushuaia -donde hay circulación comunitaria- tiene un hospital regional y una clínica privada, San Jorge. El hospital público tiene sus ocho camas reservadas para casos de Covid-19 y a la clínica se derivarán otros pacientes.

En otras provincias, la división se hará dentro del mismo establecimiento. El Hospital del Cruce, en Florencio Varela, reservó las camas de terapia intensiva de su planta alta para enfermos críticos de coronavirus, con una entrada independiente para ellos.

Según las estadísticas mundiales, el 80 por ciento de los casos reportados son leves, que hoy ocupan camas comunes en clínicas y hospitales. Cuando no alcancen -el escenario más probable- para estos enfermos que no requieran mayor complejidad se están construyendo hospitales de campaña. En la provincia de Buenos Aires habrá 17 mil camas de ese tipo. El centro más impresionante es el que se hizo en Tecnópolis, donde se montaron 3 mil camas y se podría llegar a 15 mil. Allí trabajarían 300 personas, entre enfermeros, cuidadores y médicos.

Unas 150 unidades de terapia intensiva ya están unidas en teleconferencias. En ellas se llevan a cabo, todos los días, distintos “ateneos” donde los médicos de cada región pueden hacer interconsultas, evacuar dudas y contar los avances de sus pacientes. Por ejemplo, en uno de ellos se divulgó el primer caso de una paciente tratada con hidroxicloroquina en el hospital Posadas, que -según se supo- se encuentra en recuperación.

Entre los profesionales de la salud se utilizará, además, el llamado “botón rojo”, donde mediante una aplicación podrán contar con una teleasistencia las 24 horas desde la Sala de Situación del ministerio de Salud, que los conectará con 50 especialistas de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva para chequear procedimientos. Y también, con ese dispositivo, podrán recibir asistencia psicológica.

La gran pregunta que todos se hacen hoy es cuántos infectados hay realmente, más allá de los que indican las cifras que día a día arroja el reporte que hace el ministerio de Salud. La única forma de tener un panorama certero es con testeos masivos. Dentro de 8 o 10 días, aseguran, se comenzarán a realizar 170 mil testeos rápidos de tipo serológico, con kits donados por China, que probablemente -señalan- puedan fabricar nuestro país en poco tiempo más. Pero no son para diagnóstico. Lo que hacen estos estudios es identificar anticuerpos. De hallarlos, significa que la persona se infectó con el virus, fue asintomática, pero tuvo capacidad para contagiar. Esto va a servir para conocer la circulación viral en forma más concreta. Se testearán principalmente en centros donde se reciban pacientes con problemas respiratorios, pero será básicamente al azar, explicaron.

Por el momento, se defienden en el ministerio, no creen que haya sido necesario hacer ese tipo de testeos. “Si estuviéramos diagnosticando poco y mal, por algún lado se nos filtrarían. Estarían las terapias intensivas llenas y tendríamos un número de muertos mucho mayor. Ayer se hicieron 1522 tests y hubo setenta y pico de infectados. ¿Por qué no pensar que Argentina vive otro estadío de la enfermedad porque se tomaron medidas de fondo como en ningún otro lugar? Y eso es no sólo por la cuarentena que tenemos hoy, sino por lo que hicimos antes: sacar chicos de la escuela, no dejar espectáculos masivos, controlar los aeropuertos”.

En pocos días, a mediados de abril, calculan que comenzaría a “estresarse” el sistema de salud. Allí comenzará la verdadera batalla. Y todo lo planeado hoy será puesto a prueba.

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