Testigo apunta a agentes federales por la desaparición de María Cash

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El caso María Cash volvió a dar un giro violento, pero esta vez los dardos apuntaron a una fuerza pública nacional: el Servicio Penitenciario Federal.

En las últimas horas una mujer ingresó al hospital San Bernardo víctima de una salvaje agresión de tinte mafioso e intimidatorio, incluso está ameritado que sobre su piel le escribieron una frase: «El macho siempre gana».

La mujer de 40 a 45 años, denunció, al ser asistida, que dos hombres ingresaron a su domicilio de forma subrepticia y la redujeron, la torturaron y en medio de esas calamidades le expresaron una frase que grabó a fuego «el macho siempre gana», para luego aplicarle diversos cortes a modo de tortura, marcándole el vientre con una serie de tajos de los que se está recuperando en el hospital público. Trascendió que los cortes armarían justamente la frase que le susurraron al oído.

Una fuente judicial federal dijo ayer que efectivamente la mujer objeto de esta intimidación brutal estaba a punto de rubricar en Salta una denuncia formal en la Justicia Federal local, en donde, acusación mediante, ubicaría una nueva trama en búsqueda de la suerte o paradero de la diseñadora bonaerense María Cash.

Se supo a través de la fuente que la mujer había sindicado en su denuncia a su entonces esposo como uno de los captores de María Cash, pero no el único, sino que en la privación de la libertad de la mujer habría al menos dos personas más, todas ligadas al SPF.

El abogado de la familia Cash en Salta, Pedro García Castiella, confirmó la noticia y dijo además a nuestro matutino que la denuncia radicada en Buenos Aires ya fue remitida al Juzgado Federal 2 y que la mujer no llegó a declarar, pese a que estuvo en ese juzgado el 26 de febrero. Ese día y en ese acto solicitó garantías para hablar.

Trascendió que la mujer internada denunció en una fiscalía de Buenos Aires que su esposo junto con otros integrantes del Servicio Penitenciario Federal habían ocultado a María Cash hasta su desaparición. En su denuncia no se consignaría la suerte final de la muchacha, pero se hablaría de una supuesta red de trata de la que su esposo habría sido miembro.

La noticia de tener asidero estaría trastocando la lógica de la investigación y de alguna manera estaría acercando la pesquisa a los planos oficiales, con un giro de 180 grados.

Trascendió que la denunciante solicitó que se la incluya en los beneficios de la ley de testigo encubierto y además pidió protección del Estado, que al parecer casi llega tarde, y además pidió tratamiento psicológico. Cabe aclarar que su delación deviene además de una violenta disputa conyugal, importante cuestión que no resta validez ni tampoco importancia al aporte de la mujer a un caso que desde hace un tiempo no encuentra el verdadero hilo conductor para su esclarecimiento.

El caso

El viernes 8 de julio de 2011 en Salta fue la última vez que se vio con vida a María Cash.

La diseñadora porteña, entonces de 29 años, ha sido buscada por efectivos policiales de todo el país, sin resultados.

Ese día se la vio vistiendo botas de gamuza beige, jeans y un bolso rosado que llevaba en bandolera, fue captada por las cámaras de seguridad de la empresa concesionaria de la autopista de acceso-egreso, en en peaje de Aunor, situado a 13 kilómetros al este de la capital salteña, hoy inexistente por decisión del Gobierno provincial.

María hacía dedo, caminaba de un lado a otro; atravesó la autopista de un extremo al otro varias veces, causando zozobra entre los empleados de seguridad de la firma, que le gritaban que se alejara de la arteria y que no podía hacer dedo allí. Ella caminaba con pasos erráticos, como si estuviera mentalmente alterada. Era la hora 14.27 del 8 de julio de 2011, cuando abordó una camioneta Chevrolet. Se trepó en la caja y continuó su misterioso periplo. Días después, el conductor de ese vehículo, Juan Causarano, productor de Campo Santo, contó a El Tribuno que la había llevado por pedido de su esposa, quien tuvo pena de ella con solo mirarla. «Estuvo callada todo el viaje (hasta la rotonda de General Gemes, donde justamente se encuentra la cárcel federal) y siempre nos dio la espalda. Estaba como dopada», relató entonces el productor.

Una causa grave con más de mil y una pistas falsas

Tanto el fiscal como la querella son cautos en estos momentos.

Los aportes a la causa María Cash realizados casi siete años después de los hechos podrían cambiar el rumbo de una historia que hasta la fecha tuvo múltiples líneas investigativas pero ninguna con resultados a la vista.

Lo que se conoce hasta la fecha es la denuncia radicada en una fiscalía de Buenos Aires y la comparecencia de la denunciante en el Juzgado Federal 2 en el mes de febrero, donde antes de declarar exigió de la Justicia Federal local una serie de garantías y asistencia de un gabinete psicológico.

Sin embargo, su denuncia original ya tomó estado público y habla de precisiones y acusaciones que podrían tener sustento, habida cuenta de la situación de vulnerabilidad en la que María Cash se encontraba en la ruta 9, vía por la que se llega al penal federal desde la capital salteña.

Se supo que la querella se mantiene cauta por la información aportada hasta este momento por la testigo.

En ese mismo orden, desde la fiscalía se informó que se encuentran analizando el nuevo aporte y las diligencias posibles; además se espera la ratificación de la denuncia primigenia, pero en sede federal local.

La denuncia radicada en una fiscalía de Buenos Aires ya abrió sin dudas un mar de conjeturas.

La más esperada no es solo la ratificación de la denuncia de la mujer hoy protegida, sino la investigación de la línea demarcada por la acusación de la mujer.

En esa queja penal ya no sería tan importante la versión de la mujer sino la de las personas sindicadas como parte de una supuesta red de trata que habría signado la suerte de la joven diseñadora porteña María Cash.

Su DNI, en el hospital

El 7 de julio, a la 1.15, María Cash solicitó auxilio; pidió ser atendida y para cumplir el trámite presentó su DNI, cuyo número quedó registrado en el libro de guardia computarizado del hospital San Bernardo. Sin embargo, no fue atendida.

El por entonces jefe de la División Trata de Personas de la Policía de la Provincia, Alejandro Trobbiani, confirmó el hecho, lo que motivó, posteriormente, que el exgerente del establecimiento, Jaime Castellani, formulara unas confusas explicaciones relacionadas a la falta de atención clínica.

Posteriormente, el exsecretario de Salud Pública, Sergio López Alcobenda, arriesgó un débil relato: que la administrativa encargada de asentar a los pacientes la vio perdida y que, por ello mismo, había abandonado su puesto para llamar, personalmente, a uno de los médicos de guardia, agregando que cuando este arribó María ya no estaba.

Miguel Escalante/El Tribuno

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