Tanto el senador Jeff Sessions, el congresista Mike Pompeo y el ex jefe de la inteligencia militar Michael Flynn han cuestionado duramente al gobierno del presidente Barack Obama por su manejo de la seguridad nacional y el contraterrorismo, y su nominación marca un brusco giro político para Estados Unidos.
Al seleccionar a Sessions como fiscal general y a Flynn como asesor de seguridad nacional, Trump también recompensa a dos políticos que le fueron ardorosamente leales desde el principio de su campaña presidencial, mientras gran parte del establishment de su Partido Republicano le daba la espalda.
Trump es un magnate inmobiliario sin experiencia política, mucho menos experiencia diplomática, y sus primeras iniciativas sobre seguridad nacional está siendo seguidas con suma atención tanto dentro de Estados Unidos como en el extranjero.
Sessions y Pompeo, a quien eligió para dirigir la Agencia Central de Inteligencia (CIA), deberán ser ratificados por el Senado, pero no así Flynn.
En el comunicado en el que anunció las designaciones, Trump destacó la experiencia de Sessions en el Senado y en el campo de la Justicia, subrayando que es «muy admirado por expertos legales y por prácticamente cualquiera que le conoce», informó la cadena CNN.
Pese a que los republicanos controlan el Senado, la confirmación de Sessions podría ser problemática, ya que en 1986 decidió retirarse de un proceso similar para ser ratificado como juez luego de hacer comentarios racistas durante su mandato como fiscal en Alabama, el estado por el cual es senador.
Sessions, de 69 años y el primer senador en apoyar a Trump, ha sido uno de los principales impulsores de políticas más duras para impedir la inmigración ilegal.
Se enfrentó repetidas veces con los dos últimos fiscales generales del demócrata Obama sobre si los sospechosos de «terrorismo» merecen ser juzgados por tribunales civiles y por los planes infructuosos del gobierno saliente de cerrar la prisión de Guantánamo para presuntos islamistas radicales.
Pompeo, de 52 años, es congresista por Kansas desde 2011 -actualmente ejerce su tercer mandato-, miembro de la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes y del Tea Party, el sector del Partido Republicano que ideológicamente mezcla conservadurismo, populismo y libertarismo.
El congresista ganó notoriedad por su rol en la investigación parlamentaria sobre el ataque de 2012 al consulado de Estados Unidos en la ciudad libia de Bengazi, desde el cual criticó duramente a la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton, la demócrata derrotada por Trump en los comicios de este mes.
También cuestionó con firmeza el acuerdo nuclear que el gobierno de Obama firmó con Irán.
Un ex militar, se graduó en la academia de West Point y luego se recibió de abogado en la Universidad de Harvard.
En un discurso en la Cámara baja en 2013, Pompeo dijo que los líderes políticos del mundo musulmán son «cómplices potenciales» en eventuales ataques extremistas si no denunciaban aquellos cometidos en nombre del islam.
Sobre Pompeo, Trump dijo en su comunicado que «será un brillante y un incansable líder para garantizar la seguridad de los estadounidenses y de nuestros aliados».
Flynn ha sido muy crítico la política exterior y de Defensa de Obama. Como asesor de seguridad nacional, trabajará en el Ala Oeste de la Casa Blanca, donde está el Despacho Oval, y tendrá frecuente acceso al presidente.
Con 57 años, ha alertado sobre los peligros que representan los grupos islamistas y dicho que Estados Unidos ncesita «desacreditar» al islam radical. También dijo que el islam es una «ideología política» que «definitivamente se esconde detrás del hecho de ser una religión».
Flynn ha pedido a Washington trabajar de manera más estrecha con Rusia, haciéndose eco de comentarios similares de Trump. Fue director de la Agencia de Inteligencia de la Defensa (AID) de 2012 a 2014.
El año pasado, Flynn viajó a Moscú, donde, junto al presidente Vladimir Putin y otros funcionarios, celebró la apertura de RT, un canal de noticias financiado por el gobierno ruso.
«El general Flynn es uno de los mayores expertos del país en cuestiones militares y de inteligencia y será un activo invaluable para mí y mi administración», dijo Trump sobre su futuro asesor de seguridad nacional.
Los medios estadounidenses ya han mencionado a un conjunto de funcionarios o ex funcionarios con diversos grados de experiencia a los que Trump ha ofrecido cargos en su futuro gobierno, incluyendo los cruciales Departamento de Estado y de Defensa.
Anoche, el presidente electo tuvo su primera reunión cara a cara con un líder extranjero desde su triunfo electoral del 8 de noviembre, al recibir en privado al primer ministro japonés, Shinzo Abe, en la Trump Tower de Nueva York.
Mientras que Trump no hizo declaraciones tras la reunión, Abe dijo que el presidente electo era «un líder en el que puedo tener una gran confianza».
Trump también mantuvo consultas con el ex secretario de Estado Henry Kissinger y una reunión con el gobernador de Carolina del Sur, Nikki Haley, uno de los nombres que se mencionan como titular del Departamento de Estado, es decir como jefe de la diplomacia estadounidense.
En Washington, el vicepresidente electo, Mike Pence, se reunió ayer con los líderes republicanos del Congreso.
También tuvo un encuentro con la jefa de la bancada demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y con el nuevo líder de la bancada demócrata en el Senado, Chuck Schumer.
El objetivo fue presentar sus respetos a Pelosi y Schumer mientras los demócratas se preparan para un liderazgo republicano en ambas cámaras del Congreso y en la Casa Blanca por primera vez en una décadas.
«Ansiamos encontrar formas para hallar consensos y hacer que el país avance», dijo Pence al salir del despacho de Schumer en el Senado.
En un gesto con el que busca reconciliarse con el establishment republicano, al cual criticó duramente en la campaña electoral, Trump planea reunirse el fin de semana con el ex candidato presidencial republicano de 2012, Mitt Romney, según dijo ayer un integrante de su equipo de campaña citado por medios locales.
Romney no apoyó a Trump durante la campaña y lo llamó un «fraude» y un «estafador» en un duro discurso que dio en marzo pasado. Trump respondió diciendo que Romney era un «perdedor».
Ambos comenzaron a reparar la relación tras la victoria de Trump del 8 de noviembre pasado frente a la demócrata Hillary Clinton, cuando Romney lo llamó para felicitarlo.
Desde su triunfo, Trump habló ya por teléfono con el presidente Putin, con la primera ministra británica, Theresa May, y con cerca de una treintena de líderes extranjeros más.
Fuente: Telam