Treinta y siete saudíes condenados a muerte por terrorismo, fueron decapitados ayer en varias provincias de Arabia Saudita. Es la mayor ejecución masiva que tiene lugar en el país desde el 2 de enero de 2016, así lo informó el Ministerio del Interior de Riad. La pena de muerte fue decidida por los tribunales de La Meca, Medina, la provincia central de Qassim y la Provincia Oriental, la base de la minoría chiíta del país.
En 2018 las autoridades ejecutaron a 149 presos, tres más respecto al año precedente pese a las promesas del príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, de «minimizar» la pena capital en el reino.
Según la nota oficial, los ejecutados fueron sentenciados por «adoptar ideología terrorista extremista, formación de células terroristas, corromper y desestabilizar la seguridad, expandir el caos, provocar la sedición sectaria, dañar la paz y seguridad social, atacar sedes de seguridad con el uso de artefactos explosivos, matar varios efectivos de seguridad y por traición por colaborar con entidades hostiles» al reino.
Señaló que las ejecuciones se llevaron a cabo hoy en las ciudades de Riad, Meca, Medina, Al Sharqia, Al Qasim y Asir. El Gobierno indicó que todos los ejecutados, que fueron identificados en el comunicado, eran de nacionalidad saudita, reportó la agencia de noticias Europa Press. Asimismo, señaló que el saudita Khaled Abdelkarim al Tuegri fue crucificado, un tipo de ejecución no muy común en los últimos años.
Las ejecuciones se producen dos días después de que las fuerzas de seguridad saudítas informaran de un ataque «terrorista» frustrado en el que murieron cuatro presuntos atacantes que tenían como objetivo un centro de interrogaciones en la provincia de Al Zulfi, a 260 kilómetros al norte de Riad.
La agencia de noticias Amaq, afiliada a los yihadistas, aseguró en un breve comunicado poco después que los atacantes, que fueron identificados, pertenecían al EI. Además, detalló que el blanco del ataque fue una sede de la Seguridad Nacional saudita en Al Zulfi.
Los Andes