“Mi papá era ateo y murió. ¿Estará en el cielo?”, fue la pregunta que Emanuele, un niño de unos diez años, le hizo al oído al Papa Francisco, durante una visita que el Sumo Pontífice realizó a la parroquia San Pablo de la Cruz, en la periferia de Roma.
Allí, la máxima autoridad de la Iglesia Católica respondió a las preguntas de los fieles, entre los cuales estaba el pequeño, que rompió en llanto. Ante esto, y con extrema delicadeza, Francisco le dio una consoladora respuesta.
Luego de charlar con él y pedirle permiso para revelar su preocupación, el Papa explicó: «¡Qué bonito que un hijo diga que su papá era bueno! Un bonito testimonio de aquel hombre para que sus hijos puedan decir de él que era un hombre bueno. Si ese hombre ha sido capaz de tener hijos así, es verdad que era un gran hombre».
El padre de Emanuele, si bien no era creyente, bautizó a sus cuatro hijos. “No tenía el don de la fe, pero hizo bautizar a los hijos”, resaltó Francisco, y apuntó: “Quien dice quién va al cielo es Dios”.
“¿Dios abandona a sus hijos cuando son buenos?”, le preguntó el Papa a los presentes, quienes respondieron “no” al unísono, tras lo cual agregó: «Bueno, Emanuele, ésta es la respuesta. Dios seguramente estaba orgulloso de tu papá, porque es más fácil que siendo creyente se bautice a los hijos que siendo no creyente bautizarlos. Y seguramente esto a Dios le ha gustado mucho».
