La esquiadora sueca Matilda Rapaport murió ayer, lunes, a los 30 años en un gravísimo accidente en la cordillera de los Andes, mientras formaba parte de una grabación. Miembro del equipo Red Bull, Rapaport no pudo escapar a una avalancha que se produjo del lado chileno de ese cordón montañoso.
La joven esquiadora fue llevada de urgencia en helicóptero a un hospital de Santiago de Chile, donde llegó en pésimas condiciones, fue inducida a un coma y finalmente murió por falta de oxígeno, según los primeros reportes. «Miembro de la familia Red Bull desde 2013, Matilda será extrañada por la comunidad esquiadora, sus fans y auspiciantes», señaló la marca en un comunicado. La grabación había sido anunciada ayer, lunes, por esa bebida energizante.
«Se convirtió en una miembro muy respetada y querida de la comunidadfreeride, situándose en lo más alto desde hace varios años», continuó la carta.
La Federación de Esquí de Suecia también ha emitido un comunicado en el que explica cómo sucedió la tragedia. Según se indicó, era la segunda bajada del día para Matilda, en una jornada de condiciones adversas para la práctica de este deporte, aun para profesionales de su calidad y experiencia. Súbitamente, una avalancha sorprendió a todos. La esquiadora sueca intentó esquivarla, pero finalmente fue atrapada. Los equipos de rescate demoraron una hora y media en sacarla de allí –un tiempo rápido para las condiciones climáticas y el lugar, pero fatal para el destino de la bella deportista– y trasladarla a un cento médico en la capital chilena.
Rapaport estaba casada con otro reconocido profesional del esquí, el pretigioso Mattias Hargin. Su marido vio todo y no pudo salvarla pese a los desesperados intentos. No era la primera vez que un alud la aplastaba. En los primeros meses de 2014 le sucedió algo similar en Alaska, pero pudo sobrevivir y continuó pese a los temores iniciales. «Creo que esquiaré siempre, hasta los 80 años», había dicho en esa oportunidad.